Ajay Banga contaba en un discurso a recién graduados que cuando terminó los estudios no tenía una vocación definida: “No tenía ni idea de lo que iba a hacer con mi vida, aparte de unirme a la gran empresa mundial Nestlé. Ese era mi gran plan: trabajar para alguien bueno, trabajar con alguien global”. Aquel becario de Nestlé se ha convertido esta semana en el nuevo presidente del Banco Mundial. Su experiencia en varias multinacionales, especialmente su etapa como consejero delegado de Mastercard, le dan una experiencia global que encaja a la perfección en su nuevo cargo.
Banga nació en noviembre de 1959 en el seno de una familia sij en Pune (India), donde su padre, oficial del ejército, estaba destinado. Su familia es originaria de Jalandhar, en el Punjab. Se licenció con matrícula de honor en Economía en el St. Stephen’s College de Delhi, y posteriormente obtuvo un posgrado en la principal escuela de negocios del país.
Empezó su carrera en 1981 en Nestlé, donde entró como becario en el área comercial y ocupó diferentes puestos durante 13 años, hasta que fue fichado por PepsiCo, donde desempeñó un papel decisivo en el lanzamiento de sus franquicias de comida rápida, como Pizza Hut y KFC, en India a medida que se liberalizaba la economía. En 1996 se incorporó a Citigroup. Con dicha entidad financiera llegó a Estados Unidos y adquirió en 2007 la ciudadanía estadounidense. Pasó a Mastercard en 2009 y, al año siguiente, se convirtió en el primer ejecutivo de la empresa de medios de pago.
En Mastercard apostó decididamente por los mercados emergentes, sobre todo Asia. Transformó la compañía. Durante su mandato, Banga triplicó los ingresos, sextuplicó los beneficios y aumentó la capitalización bursátil de menos de 30.000 millones de dólares a más de 300.000.
“El mundo es cada vez más pequeño e interdependiente, lo que hace que el liderazgo y el desarrollo del sentido de la globalidad sean más importantes que nunca”, sostenía Banga en el libro A leader listens (Un líder escucha), donde recoge su filosofía de liderazgo.
Para Banga, en el mundo actual, en el que la tecnología avanza con rapidez y los ciclos de innovación son cada vez más cortos, no hay lugar para la procrastinación, sino que hace falta un sentido de urgencia. Pero en su opinión, la urgencia para tomar decisiones y ejecutarlas no es contradictoria con la paciencia para escuchar a todo el mundo. El nuevo presidente del Banco Mundial es partidario de tomar riesgos calculados, no esperar a tener la información perfecta, que rara vez es posible conseguir. También propugna “ser competitivamente paranoico”. No tener miedos, sino estar preguntándose constantemente si algo se le escapa, cuestionarlo todo.
Además, Banga cree que el líder debe desarrollar una visión global y apostar por la diversidad. “Un grupo de personas similares tiende a pensar de forma parecida, a llegar a conclusiones similares y a tener puntos ciegos similares. Para evitarlo, hay que aprovechar la singularidad colectiva de quienes nos rodean para ampliar nuestro campo de visión, para ver las cosas de otra manera, para fracasar más, para innovar y para cuestionarlo todo. Ampliar ese campo de visión significa ampliar tu visión del mundo”.
La experiencia dirigiendo una organización tan global como Mastercard le prepara para su mandato al frente del Banco Mundial, en opinión de Homi Kharas, investigador principal del Centro de Desarrollo Sostenible del think tank Brookings, en Washington. En una intervención reciente, Kharas destacaba además que a mitad de su década de mandato en Mastercard, Banga creó un centro para el crecimiento inclusivo y sostenible. “De eso es de lo que se supone que trata el Banco Mundial. Así que muchos de los temas y cuestiones, el fondo del debate, no le serán ajenos. En realidad serán cosas que le llegan al corazón. Él llegó a ello y puso algo en práctica en 2014, mucho antes de que gran parte de estos asuntos se pusieran de moda en los círculos de desarrollo. Así que lo más probable es que sean iniciativas en las que cree de verdad”, explicaba Kharas.
La forma más elevada de liderazgo, según Banga, es “hacerlo bien y hacer el bien”, la idea de que el éxito propio está ligado al éxito de los demás. “Solo se está solo en la cima cuando no llevas a otras personas contigo”, sostiene.
Tras ser propuesto por el presidente Joe Biden para el cargo en febrero, fue nombrado hace un mes y ha sustituido a David Malpass, nombrado por Donald Trump, que no creía demasiado en el cambio climático y la transición energética y ha cesado de forma anticipada. Banga colaboró en su día con el presidente Barack Obama en un consejo asesor, ha trabajado en varias iniciativas junto a la vicepresidenta Kamala Harris y tiene buena relación con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Aunque se trata de una ley no escrita, tradicionalmente un europeo asume el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que un estadounidense preside el Banco Mundial, que presta sus fondos principalmente a países en desarrollo. Estados Unidos es el principal accionista del Banco Mundial.
Biden afirmó que Banga será “un líder transformador que aportará conocimientos especializados, experiencia e innovación al cargo”. “Junto con los directivos y los accionistas del Banco Mundial, ayudará a dirigir la institución a medida que evoluciona y se expande para hacer frente a los desafíos mundiales que afectan directamente a su misión principal de reducción de la pobreza, incluido el cambio climático”, añadió al felicitarle por su nombramiento. El presidente destacó también que el perfil del nuevo cargo le hace ideal para impulsar la colaboración público-privada en el organismo.
Según Kharas, el gran reto del nuevo presidente será conseguir que el organismo sea realmente relevante en muchos países de renta media, que han optado por acudir a otras fuentes de financiación. “Va a necesitar convencer a la gente de que es necesario un Banco Mundial mucho más grande. Por mucho más grande, estoy hablando de tres veces, cinco veces. No sé el tamaño exacto, pero muchos múltiplos de lo que es hoy el Banco Mundial. Y para ampliarlo y aportar no solo la propia potencia financiera del Banco Mundial y sus conocimientos analíticos, sino también para atraer financiación privada de todo tipo, de modo que se puedan acometer las grandes inversiones que van a ser necesarias para que los países adopten este programa integrado de clima y desarrollo a gran escala y logren transformaciones bastante decisivas”, señala el experto de Brookings.
Cuando Banga contaba a los alumnos que no sabía qué sería de su vida cuando se convirtió en becario de Nestlé, les dijo: “No os estreséis si no tenéis un plan detallado para vuestra vida. Cualquiera puede tener una buena idea o un buen plan; lo que lo hace grande es la ejecución”. Ahora, en el Banco Mundial, le toca a él ejecutar.
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