Alberto Górriz, en fase uno


Formentera es una de las cuatro islas que ayer comenzaron con la fase 1 de la desescalada. Tras dos semanas sin nuevos casos, sus poco más de 12.000 habitantes pueden disfrutar de paseos sin restricciones horarias ni de distancias o de reuniones de hasta 10 personas, mientras que bares, restaurantes y comercios comienzan a abrir sus persianas. Entre esos privilegiados se encuentra el delanterio irundarra Alberto
Górriz.



“El equipo nos aconsejó que nos quedásemos aquí”, relata el futbolista de 27 años, que cumple su quinta temporada en el Formentera. “Además, cuando empezó el confinamiento no sabíamos cuánto iba a durar. Yo vivo con mi pareja aquí y el riesgo es menor que en la península. Sólo ha habido seis o siete casos, y como llevamos más de quince días sin nuevos contagios, al estar también el puerto cerrado, hemos empezado hoy -por ayer- con la fase 1”.

Con una suave brisa marina colándose por el hilo telefónico, Górriz explica que pueden “andar por toda la isla y a cualquier hora. Ya he visto algún bar que ha abierto, aunque sólo se puede ocupar un 30 o 50% del espacio, y también peluquerías o tiendas”.

El plan de entrenamientos también varía para un futbolista en fase 1. “Hasta el momento hemos estado entrenando online tres días por semana y ahora nos han pasado una rutina para salir a correr, entrenar por la playa… Es un poco más divertido que en casa”.

Pese a continuar trabajando, el Formentera tiene casi nulas papeletas de volver a la competición. El conjunto balear es séptimo en el Grupo XI de Tercera, a sólo tres puntos del playoff. “Estuvimos en esos puestos todo el año y en los últimos dos partidos nos salimos. En teoría el equipo era para estar arriba. A principio de temporada hubo algunos problemas de pagos pero nos mantuvimos ahí. Esos dos malos partidos nos han hecho caer de esa zona de playoff, ha sido una pena”.

En cualquier caso, “por lo que estoy escuchando, creo que será difícil que en Segunda B o Tercera se vuelva a jugar”.

Olvidando su lesión

A principios de 2019, Górriz tuvo que someterse a dos operaciones, una en cada hombro. Graves problemas físicos que estaba dejando atrás cuando llegó el parón. “Acorté bastante los tiempos para empezar la temporada y al principio fue duro. Me costaba ir al choque, supongo que es algo que sucede en otras lesiones, que hasta que pierdes el miedo es complicado. Por suerte lo había conseguido y llevaba desde diciembre o así encontrándome mejor. En general ha sido una temporada durilla en lo personal, bastante difícil, pero me acabé encontrando bien, estaba a gusto. Ha sido una pena parar”.

Su futuro, como el de la mayoría de jugadores de estas categorías, es una incógnita. “No tenemos nada hablado. Los clubs tienen un papelón gordo ahora, es difícil saber qué va a pasar. Yo estoy a gusto pero habrá que esperar”.

A Alberto
Górriz, delantero, no le gustaría demasiado cruzarse con
Bixio’
Górriz en las inmediaciones del área. “He visto pocos partidos suyos. Durante el confinamiento vi el de la final de Copa y no sé si me hubiese gustado mucho jugar contra él (risas). Entre él y Gajate daban bastante cera”.

El atacante irundarra echa la vistas atrás y recuerda con cariño sus primeras patadas al balón junto al mítico defensa de la Real. “Venía conmigo a jugar, a echar unos tiros allí en Behobia. Le daba bastante el coñazo para que me acompañara. Nunca ha sido de darme muchos consejos pero sí que ha jugado bastante conmigo”.

Una vez visto más de un partido, Górriz bromea con su padre sobre su decisiva participación en la jugada más importante de la historia de la Real: el imborrable tanto de Zamora en El Molinón. “Le suelo decir lo del gol de Gijón, que tiró a puerta y le salió un pase. Le comento que ya veo que con los pies era un poco limitado (risas). Él me responde que fue su mejor pase”.

“Pero se lo digo en broma, por supuesto”, reconoce Górriz. “Para jugar en Primera obviamente malo no podía ser, está claro”.



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