Alcaraz: “He madurado muchísimo”

Carlos Alcaraz (El Palmar, Murcia; 18 años) contesta a EL PAÍS desde Umag, Croacia, donde acaba de darle otro giro de tuerca a la historia. Habla ya con un título en la vitrina, como el primer tenista nacido a partir de 2003 que gana un título de la ATP y después de un buen subidón, aunque toca poner los pies sobre la tierra de nuevo porque dentro de unas horas él y su equipo deben coger un avión y volar a Kitzbuhel, Austria, para volver a competir. “Este deporte es así, no te permite relajarte. No hay mucho tiempo para celebrar, pero al menos saldremos un rato para dar una vuelta”, dice feliz, mientras digiere todavía las emociones de la victoria ante Richard Gasquet (6-2, 6-2) y las comparaciones que no cesan.

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De inmediato, al murciano se le recuerda que su precocidad para dar con un trofeo es prácticamente idéntica a la de Rafael Nadal. El mallorquín lo obtuvo en Sopot, 2004, con 18 años y 73 días; es decir, solo ocho menos que él, con 18 y 81. Ya es el 54º del mundo y se lo dedica a su gente, sobre todo a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, y a su abuelo, que impulsó el club del pueblo en el que empezó a pelotear y a poner los cimientos de una prometedora trayectoria. “Hasta que no ganas, no te puedes hacer una idea de qué se siente, y ahora puedo decir que la sensación es increíble. He trabajado mucho para conseguir esto y es súper especial. Lo recordaré siempre”, sigue.

Examinando el registro de aquellos jugadores que ganaron más temprano su primer torneo, solo Nadal y el japonés Kei Nishikori (Delray Beach 2008, con 18 años y 49 días) figuran por delante de él a partir del cambio de siglo. Sin ir más lejos, su técnico lo consiguió con 19 años en Mallorca y otro referente español como Carlos Moyà a esa misma edad en Buenos Aires. A los 19 también triunfaron por primera vez Roger Federer (Milan, 2001) y Novak Djokovic (Amersfoort, 2006), de modo que se le sigue internacionalmente con lupa y cerrará su primer curso en la élite con el trabajo hecho.

– ¿Con qué se queda de esta primera experiencia en el circuito?

– Hay muchos momentos inolvidables. Es mi primer año, así que me quedo con cada situación y cada momento que he vivido hasta ahora. Esta temporada me está ayudando a crecer como persona y como tenista, así que no se le puede pedir mucho más. Todo es más bonito de lo que pensaba, es algo maravilloso.

Es una confirmación. Lo que se advertía es una realidad: Alcaraz viene pisando fuerte. Ya se ha adentrado en el territorio de los grandes –accedió a los cuadros principales de Australia, París y Londres, y en breve experimentará Nueva York– y se despidió de todos ellos entre aplausos; especialmente en Wimbledon, donde tuteó durante un buen rato a Daniil Medvedev, el dos del mundo. Pero puestos a elegir, de todos los partidos que ha jugado este año escoge el último contra Gasquet por su significado. “Creo que este va a ser el mejor hasta dentro de mucho tiempo. Sabía que tenía que estar mentalmente fuerte. He entrado bastante nervioso a la pista porque era una situación nueva para mí, pero después he alcanzado un gran nivel”, precisa.

Alcaraz celebra la victoria contra Gasquet.
Alcaraz celebra la victoria contra Gasquet.ANJA RIBARIC / EFE

Aún le impresiona estar enfrente de aquellos tenistas con los que ha crecido y a los que admira, aunque ninguno le ha impresionado tanto como Nadal, con el que se midió en la Caja Mágica el día de su cumpleaños. “Todo el mundo sabe que es muy bueno y más en tierra, pero cuando está al otro lado de la red te das cuenta de muchas cosas. Su ritmo es bestial”, describe, a la vez que trata de apartar los elogios para que no le debiliten. Dice estar centrado exclusivamente en su crecimiento porque ahora mismo es lo único que toca, y que debe respetar tiempos y plazos para ir acercándose a los objetivos y cumpliendo sueños.

– ¿En qué detalles percibe que está madurando?

– De tantos partidos, de tantos momentos y de tantas caídas he aprendido mucho. Por encima de todo, creo que estoy madurando desde el punto de vista mental; estoy aprendiendo a manejar las situaciones y a gestionar los momentos difíciles, a mantenerme sereno por mí mismo. En ese aspecto creo que estoy consiguiendo dar un salto importante. Creo que he madurado muchísimo.

– ¿Pero sigue reuniéndose con los amigos del pueblo?

– Me dan la enhorabuena y me dicen que soy muy bueno y muy grande, pero a partir de ahí vamos a lo de siempre. Hablamos de cosas de amigos, de nuestras cosas, e intentamos no darle excesiva importancia al tenis porque también es necesario despejar la mente.

En su móvil siguen entrando los mensajes y las felicitaciones. El tenis español va regenerándose y en él, talento, humildad y descaro por todas partes, se ve el estilete ideal de cara al porvenir. Sin embargo, tiene la lección bien aprendida, la cabeza bien puesta sobre los hombros; el mensaje que le transmite su entorno día a día perfectamente interiorizado: solo aquí y ahora. Es decir, solo Kitzbuhel: “¿Mi próximo desafío? Ir allí y hacerlo bien. Cada torneo es un gran reto para mí, el hecho de jugar contra grandes jugadores todos los días es algo nuevo y, de momento, en lo único que pienso es en lo próximo. No sería nada bueno ir más allá de eso”.

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