Alcaraz impacta contra Zverev

Alcaraz y Zverev se saludan tras el partido, este sábado en Viena.
Alcaraz y Zverev se saludan tras el partido, este sábado en Viena.CHRISTIAN BRUNA (EFE)

Levanta la cabeza, intenta devolver y tuerce el gesto Carlos Alcaraz, porque haga lo que haga la bola le llega como un monstruo con dientes de sierra, feroz y arrolladora. A duras penas pone el cordaje el chico de Murcia, que la tarde anterior (ko a Matteo Berrettini, seis del mundo) se había metido al público de Viena en el bolsillo demostrando hasta dónde puede llegar, pero que en esta ocasión recibe un escopetazo tras otro, de principio a fin. Alexander Zverev, ese Zverev al que si no le tiembla el brazo es prácticamente inabordable, y más en dura y bajo techo, descerraja y disfruta para cerrar con un doble 6-3 (1h 08m) a su favor, prolongando así su buen momento.

Antes de pisar la pista, Alcaraz sabe perfectamente la que le viene encima. Ya se cruzó con el alemán en Acapulco, marzo, y pudo comprobar cómo se las gasta cuando tiene la mente despejada y el brazo bien armado; y ahí está la asesoría de su técnico, Juan Carlos Ferrero, que incluso le conoce mejor que él porque formó parte de su cuerpo técnico durante unos meses, hasta que la cuerda se rompió. En todos los sentidos, Zverev es pura dinamita. Por eso, este sábado en el que se ha levantado con buen pie, eleva la bola, aplica potencia y descarga, una y otra vez: 218 kilómetros por hora, 219, 220… picos de 226, segundos a 214… Y no ofrece agujeros.

Asentado sobre su saque, el gigantón de Hamburgo, que ha firmado más triunfos que ninguno desde que alzase el vuelo en Tokio y lograse ese oro (24 victorias y solo dos derrotas), resuelve cada turno con holgura y va forzando poco a poco a Alcaraz. El murciano –42º del mundo a sus 18 años y campeón este año en Umag– mantiene el tipo, pero explora la vía del riesgo y en el sexto juego del primer parcial sufre el primer resbalón, y en el sexto del segundo encaja el otro break. Con todo completamente a favor, Zverev no paga el pequeño tembleque del final, cuando sirve y concede la única bola de rotura al español.

Se medirá, pues, este domingo con el estadounidense Frances Tiafoe, superior al italiano Yannik Sinner (3-6, 7-5 y 6-2). De triunfar, el número cuatro de la ATP lograría su quinto trofeo del año tras los obtenidos en Acapulco, Madrid, los Juegos y Cincinnati. Mientras, Alcaraz vuelve a salir de otro escenario con otro preciado botín, deslumbrando, sumando y sumando, que a fin de cuentas es lo que cuenta ahora. Es top-50, el 20º en la race –la escala que determina a los mejores del año natural–; son 26 triunfos en la élite, aquella embestida a Tsitsipas en Nueva York o las de esta semana austríaca: Evans, Murray, Berrettini… Demasiados argumentos como para no ser muy optimistas.

De entrada, Alcaraz estrenará este lunes su mejor ranking. Los puntos obtenidos en Viena le auparán hasta el 35º puesto de la lista de la ATP, por lo que se debe retroceder hasta abril de 2004 para dar con un joven en tan buena posición. Era Rafael Nadal. Ahora, su próximo reto es inmediato. Se trasladará a París para competir en el Masters 1000 de Bercy durante la próxima semana. Allí reaparecerá el número uno, Novak Djokovic.

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