Alemania detecta un peligroso aumento del extremismo de derechas durante la pandemia

El ministro del Interior alemán, Horst Seehofer (derecha), durante la presentación del informe de los servicios secretos, este martes en Berlín, junto al director de la Oficina de protección de la Constitución, Thomas Haldenwang.
El ministro del Interior alemán, Horst Seehofer (derecha), durante la presentación del informe de los servicios secretos, este martes en Berlín, junto al director de la Oficina de protección de la Constitución, Thomas Haldenwang.POOL / Reuters

La ultraderecha alemana se ha vuelto más radical y más violenta durante la pandemia de coronavirus, aseguró este martes el ministro del interior, Horst Seehofer. Los servicios secretos han detectado a más personas con actitudes de extrema derecha, muchos de los cuales constituyen “un peligro” porque son violentos o podrían serlo. “Estamos en situación de alarma”, dijo el ministro durante la presentación del informe sobre 2020 de la Oficina federal para la protección de la Constitución, el nombre oficial de la agencia de inteligencia policial alemana.

La pandemia, con las restricciones a las libertades individuales que ha traído consigo, ha contribuido a dar alas a los grupos de extrema derecha en Alemania, señaló Seehofer. El informe constata que el número de extremistas de derecha ha aumentado un 3,8%, hasta llegar a alrededor de 33.000 personas. De ellos, los servicios secretos calculan que unos 13.300 son potencialmente violentos. El informe los define como “violentos, dispuestos a usar la violencia, partidarios de la violencia o defensores de la violencia”. “Es un grave problema”, sentenció el ministro.

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Seehofer alertó en mayo pasado de que la ultraderecha se ha convertido en la principal amenaza para la seguridad en Alemania. Un informe de la Oficina Federal de Policía Criminal (BKA, en sus siglas en alemán) concluyó que en 2020 se cometieron un 9% más de delitos por razones políticas que el año anterior. Casi la mitad se le atribuyen a la extrema derecha. Se registraron 44.692 delitos por motivos políticos, el número más alto desde que existen estadísticas. Alemania ha vivido en los últimos años varios atentados sangrientos protagonizados por radicales de derechas. El más reciente se produjo en febrero de 2020, cuando nueve personas fueron asesinadas por un ultraderechista en Hanau. En 2019, un neonazi mató a tiros al político Walter Lübcke por su defensa de la política de refugiados. Meses después, otro ultraderechista intentó entrar armado en la sinagoga de Halle y al no conseguirlo mató a dos personas que pasaban por la calle.

La memoria de la Oficina para la protección de la Constitución (BfV) recoge ahora que, pese a que el año pasado se cancelaron muchas citas importantes del entorno de la ultraderecha, estos extremistas consiguieron infiltrarse entre la ciudadanía que protestaba contra las restricciones del coronavirus. “Tenemos que estar especialmente preocupados porque los ciudadanos que se manifestaban no se distinguieron claramente de los extremistas de derecha”, alertó Seehofer durante una rueda de prensa en Berlín. “Los extremistas de derecha han podido protestar en repetidas ocasiones junto a ellos y así crear imágenes poderosas y, lamentablemente, con demasiada frecuencia han puesto su sello en la protesta a pesar de que en realidad eran una minoría”, añadió.

La BfV decidió someter a vigilancia al movimiento conocido como Querdenker (pensadores laterales o alternativos) a finales de abril al considerar a algunos de sus miembros peligrosos porque cuestionan la legitimidad del Estado. Los Querdenker han protagonizado protestas de varias decenas de miles de personas, tanto en Berlín como en otras ciudades. Acusan al Gobierno de Angela Merkel de suprimir los derechos fundamentales con la excusa de una pandemia en la que muchos no creen. Entre quienes se manifiestan en estos encuentros hay negacionistas de la covid-19, antivacunas, esotéricos y personas que se creen y difunden todo tipo de bulos sobre las mascarillas o sobre los efectos de la inmunización. También partidarios de la ultraderecha, que según el informe de la BfV han aprovechado ese malestar de una parte —minoritaria— de la ciudadanía para lanzar sus consignas y tratar de capitalizar la protesta.

Entre los extremistas de derecha que los servicios secretos tienen en su radar están también los llamados ciudadanos del Reich (Reichsbürger), un grupo de unas 1.000 personas que no reconocen la legitimidad de la república federal ni sus estructuras democráticas y se consideran continuadores del imperio alemán. Este grupo también ha aprovechado las protestas contra las medidas del Gobierno de Merkel para difundir sus conspiraciones y ganar popularidad, aseguraron Seehofer y el presidente de la BfV, Thomas Haldenwang. Esa mayor visibilidad les ha hecho ganar un 5% de nuevos miembros. Se sospecha que muchos de ellos están armados.

Terrorismo islamista y extremistas de izquierda

El informe dedica un capítulo a lo que llama la nueva derecha, que considera en parte extremista y califica de “fenómeno peligroso”. La define como una “red informal de grupos, individuos y organizaciones” en la que fuerzas de extrema derecha y conservadores de derecha trabajan juntos “para implementar posiciones antiliberales y antidemocráticas en la sociedad y la política utilizando diferentes estrategias”. Para Haldenwang, son un “caldo de cultivo” para el extremismo porque le proporcionan “justificación ideológica”, como la resistencia a una supuesta “repoblación” de Alemania.

El terrorismo islamista sigue siendo una de las mayores amenazas para los ciudadanos y el Estado de derecho alemán, subrayó el ministro durante la comparecencia. Seehofer se refirió también a los extremistas de izquierda y mencionó que los delitos violentos protagonizados por estos grupos aumentaron un 34% el año pasado. Actúan de forma cada vez más agresiva y desinhibida, asegura el informe. Los servicios secretos han detectado que son quienes publican con mayor frecuencia datos personales de oponentes políticos para intimidarlos.

El informe también llama la atención sobre el peligro que representan el espionaje y las campañas de desinformación extranjeras. Los servicios secretos han observado actividades ilegítimas por parte de servicios de inteligencia foráneos destinadas a recopilar datos e información y a infiltrarse en grupos de la oposición.


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