Alex Morgan alza la voz contra la desigualdad y contra Trump



Para comprender la figura de Alex Morgan, el estatus de estrella capaz de hacer que pase cualquier cosa en un partido de fútbol, vale por ejemplo el minuto 35 del partido entre Estados Unidos y Alemania del 9 de marzo de 2016 en un estadio de Florida. El equipo femenino norteamericano perdía 1-0 cuando Morgan recibió un pase largo en carrera con un bote muy alto. Entró en el área, hizo un sombrero a la defensora alemana y fusiló a la portera. Tras tropezar con la guardameta, se levantó sonriente y le dio tiempo a juguetear un poco con el balón mientras las compañeras llegaban a abrazarla.
La zurda de oro de la selección de Estados Unidos debuta con su equipo el próximo día 11 en el Mundial de Francia con una autoridad internacional a la que han llegado pocas jugadoras. Será el tercer Mundial para Alex Morgan, de 29 años, que ha jugado 12 encuentros mundialistas. Es la tercera con más partidos tras Ali Krieger y Carli Lloyd. Ha marcado tres goles en la competición, pero nunca ha tenido su Mundial. Esta vez sí es su Mundial.

Ella es la líder en el campo. Pero fuera de él, Morgan se ha erigido como una voz por la igualdad con especial impacto en Estados Unidos. El pasado Día de la Mujer, el 8 de marzo, Morgan y sus compañeras de la selección nacional presentaron en un juzgado de Los Ángeles una demanda contra la federación de fútbol de Estados Unidos por discriminación salarial. En EE UU son tan conocidas como el equipo masculino. Han ganado tres Mundiales (1991, 1999 y 2015), y tienen el récord de audiencia de un partido de fútbol en el país. Y, sin embargo, entre sueldo y variables, solo pueden aspirar a ganar el 38% de lo que ganan los hombres. Además, denunciaban la falta de apoyo de la federación en equipos e instalaciones.
El nombre de Morgan aparece el primero en la demanda. “En algún momento hay que plantarse”, decía Morgan en una entrevista de portada de la revista Time el pasado 3 de junio. “¿Cómo puede ser que hayamos tenido que luchar todo este tiempo, año tras año?”. En otro momento, rechaza completamente la idea de que los deportistas no deban meterse en política. Critica al presidente Donald Trump y dice que si ganan la Copa del Mundo y las invita a la Casa Blanca, ella no irá.
La revista ya la había incluido previamente en su lista de las 100 personas más influyentes de 2018. La leyenda del fútbol femenino estadounidense Mia Hamm escribía sobre ella: “Como madre de dos niñas de 12 años, entiendo perfectamente el impacto que Alex tiene en esta generación de niñas. Nadie iguala su compromiso con dar un ejemplo positivo y estoy increíblemente agradecida de que el futuro de nuestro juego esté en tan buenas manos”.
Alexandra Patricia Morgan empezó a jugar al fútbol a los 14 años en su instituto de Diamond Bar, un suburbio al este de Los Ángeles. Tiene experiencia internacional desde que entró en el equipo sub-20 a los 17 años, mientras estudiaba en la Universidad de California en Berkeley y jugaba en el equipo universitario, los California Golden Bears. Marcó el gol de la victoria en el Mundial sub-20 de Francia de 2008.
En ocasiones ha dicho que el empujón para querer ser profesional lo encontró en España. En una entrevista con Sports Illustrated, Morgan explicaba que entendió de verdad el poder del fútbol cuando fue a Madrid a pasar unos meses al final de su primer año de universidad. Iba a la cancha con un balón y empezaba a aparecer gente para jugar. Eran hombres “de 40 ó 50 años, bebiendo vino y fumando”, dice Morgan en la entrevista, “y yo era una chica blanca americana que apenas podía tener una conversación”. Se ganó su respeto con goles desde el medio campo, cuenta. “Madrid me hizo amar el lenguaje universal del fútbol”, dice Morgan. “El tiempo que pasé en España fue cuando descubrí el mundo del fútbol”.
Durante años, sus entrenadores habían destacado que era una jugadora eléctrica, capaz de esprintar en cualquier momento desde la posición de interior izquierdo. Es letal cuando le llega el balón entrando en carrera por el pico izquierdo del área. Sus recopilaciones de goles están llenas de zurdazos al segundo palo imparables. En su biografía oficial del equipo nacional dicen que sus entrenadores la llamaban Baby Horse porque no corre, galopa.
Desde 2015 juega en el Orlando Pride. Es la sexta anotadora de la liga (que tiene seis años de antigüedad) con 35 goles en 87 partidos. En diciembre de 2014 se casó con el también futbolista Servando Carrasco, de 30 años, que entonces jugaba en el Orlando City. El año pasado, Carrasco, de origen mexicano, fichó por el LA Galaxy y ahora viven a 4.000 kilómetros uno de otro.
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