Alonso ya rueda con Renault en Montmeló

Hamilton, aplaudido por Verstappen, celebra el triunfo en Nurburgring alzando el casco de Michael Schumacher que le regaló el hijo del piloto alemán.
Hamilton, aplaudido por Verstappen, celebra el triunfo en Nurburgring alzando el casco de Michael Schumacher que le regaló el hijo del piloto alemán.Ronald Wittek / AP

sPor cómo se presentó en aquel explosivo Mundial de 2007 como vecino de Fernando Alonso en el taller de McLaren, ya se veía a venir que Lewis Hamilton daría que hablar en la Fórmula 1. Pero seguramente pocos se imaginaban entonces que aquel chico, el primer piloto negro en la historia del campeonato, terminaría convirtiéndose con los años en uno de los mejores de siempre, y seguramente el más exitoso de todos. El título de 2008 fue el primero y el único que celebró con McLaren antes de los otros cinco que llegaron una vez que fichó por Mercedes (2013). En una disciplina tan poliédrica como esta, no vale solo ser habilidoso con un volante entre las manos, sino que tan importante como eso es meterse en el coche adecuado en el momento justo. Y el británico, además de un auténtico fenómeno al volante, probablemente el mejor adelantador que ha habido nunca, también se movió cuando tenía que hacerlo para subirse al monoplaza más dominante del certamen. Su llegada a la marca de la estrella le dio el vuelo que buscaba y le ha dado la oportunidad de ponerse al nivel de Michael Schumacher.

En una carrera que parecía predestinada para ello, Hamilton igualó este domingo en Nürburgring el récord de 91 victorias en el certamen que el alemán estableció en el Gran Premio de China de 2006, cuando defendía los colores de Ferrari antes de su primera retirada de la competición, a finales de esa misma temporada. En el caso del Kaiser, él llegó a esa cifra tras 247 carreras (en su trayectoria llegó a las 308 en total), mientras que el de Stevenage lo ha hecho en 261. Con la inercia que llevaba este curso y tras las plusmarcas que por el camino le había birlado a Schumi, era cuestión de tiempo que también cayera la de triunfos, algo que se dio en Alemania. El destino quiso que Hamilton lograra esa hazaña ante Mick, el hijo de Michael, que inicialmente debía debutar el viernes en la F1 con Alfa Romeo –no lo hizo porque la niebla lo impidió–, y que nada más cruzar la línea de meta le obsequió con un casco de su padre. “Necesitaré algún tiempo para asimilar esto. Crecí viendo ganar a Michael cada domingo, eligiéndole a él en los videojuegos. Nadie, ni mucho menos yo, podía imaginarse que este día llegaría”, convino el líder de la tabla general, que circula directo hacia su séptima corona, otra proeza que le pondrá al mismo nivel que el de Kerpen.

La victoria, la séptima de este 2020 para el actual campeón, fue más fácil de lo esperado gracias a la colaboración involuntaria de Valtteri Bottas, su compañero. El finlandés, que arrancó desde la pole, se vio obligado a abandonar cuando justo acababa de completar el primer tercio de la prueba (vuelta 20) por una avería en la unidad de potencia de su coche. Hamilton, que en cualquier caso ya lideraba el rebaño tras sacar tajada de la entrada en escena del coche de seguridad virtual (vuelta 16), no tuvo más oposición que el paso de los kilómetros antes de poder empatar con el que, hasta ahora, era considerado el más grande de todos. La segunda posición se la adjudicó Max Verstappen, el único que parece estar en condiciones de medirse con él, aunque no siempre. El podio lo completó Daniel Ricciardo, que de esta forma le dio a Renault el primer podio (como equipo de fábrica) desde aquel que Fernando Alonso consiguió en 2008 (Japón), en su segunda etapa en la estructura del rombo. Se da la circunstancia de que el asturiano sustituirá al australiano en el fabricante francés a partir de 2021, una vez que Ricciardo decidiera fichar por McLaren. Carlos Sainz, por su parte, terminó el quinto tras interpretar un ejercicio de solidez marca de la casa.

“Nadie será como él”

El circuito de Nürburgring fue un escenario muy especial para festejar otro hito en la carrera de Lewis Hamilton. A solo 100 kilómetros de allí, en Hürth, nació en 1969 Michael Schumacher, el hombre que marcó una era y que estableció un montón de récords, entre otros el de 91 victorias, igualado ayer por el inglés de 35 años.

“Ha sido impresionante cómo he podido ir creciendo como piloto, sobre todo gracias a este equipo. Estar aquí es un gran honor. Pero siempre vimos lo dominante que era él. Y creo que nadie se puede igualar a Michael, nadie será como él”, afirmó Hamilton. “Sabía que podía igualar su récord en esta carrera y es maravilloso”.

Michael Schumacher, tras ganar siete títulos, se retiró en 2012. El 29 de diciembre de 2013 sufrió un accidente que le produjo graves daños cerebrales mientras practicaba esquí la estación de Méribel, en los Alpes franceses. Desde entonces, poco ha trascendido sobre su estado. Las pasadas Navidades la prensa alemana publicó que había sido trasladado durante las fiestas a su casa de Mallorca junto a su mujer y sus hijos.

En septiembre, la exesposa del magnate de la Fórmula 1 Flavio Briattore, Elisabetta Gregoraci, reveló: “Schumacher no habla, se comunica con los ojos. Solo tres personas pueden visitarlo y yo sé quienes son”. Gregoraci explicó que los Schumacher se mudaron a España y la mujer del deportista “convirtió la casa en un hospital”. Una máquina controlada por los ojos es la única manera que el campeón mundial tiene de comunicarse para que los demás puedan saber si está presente, según Gregoraci, para quien el deportista “puede hablar un poco” pero con dificultad.


Source link