Andorra, un rutinario refugio para nuevos ricos


A Joao se le escapa la risa cuando, apoyado en la puerta de su furgoneta, le preguntan por los youtubers españoles desplazados a Andorra. La urbanización Els Vilars, bien encarada al sol que se eleva tras las montañas, domina el valle donde se desparrama la capital del país. “Este chalet es el de El Rubius”, dice señalando un moderno cubo de tres plantas sin el tradicional tejado de pizarra. Joao, portugués, entra en la casa a seguir trabajando. Es el lampista de Rubén Doblas, El Rubius, “un chaval simpático y humilde”, que, según cuenta, paga un alquiler de 8.000 euros por la casa.

Los andorranos, que suelen ser celosos de su intimidad —y respetar la de los demás—, están un poco hartos del asunto youtuber. Pero no de los chicos, que trabajan desde las habitaciones de sus chalés sin hacer ruido y además “aportan riqueza al país”, opina Josep Vidal, con un pie en la jubilación, mientras camina por las estrechas aceras de Els Vilars hacia su casa. Aquí lo práctico es usar el coche, que es la forma más común de vislumbrar a un influencer. Algunos, como Julio Corbacho, conducen vehículos llamativos: un porsche cromado en oro con matrícula personalizada (CORBA). Otros, como TheGrefg, se mueven discretamente en su Fiat panda 4×4, uno de los modelos que más se ven en las calles empinadas de Andorra.

“En esta urbanización se empezó a construir hace 40 años. Siempre hubo gente con dinero, pero no tanto. La riqueza la trae la gente de fuera, que entre otras cosas compra estas casas”, reflexiona Vidal a propósito de las grúas que se elevan sobre la falda de la montaña y en el valle, donde se construyen —también con sudor portugués— dos torres con pisos de lujo que desafían el skyline de Andorra la Vella: “¿Te imaginas poder tocar el cielo?”, invita la publicidad. Lo mismo en las urbanizaciones: Andorra se ha transformado en un país abierto al exterior, que apura el escaso suelo disponible para acoger a quien pueda pagarlo.

El país de los Pirineos está en construcción. Los profesionales altamente cualificados que cada vez más se instalan aquí —atraídos, al menos en primera instancia, por una menor presión fiscal— necesitan casas para vivir. Hay una docena de youtubers. Es cierto que están algunos de los más populares de España, con audiencias de escándalo e ingresos millonarios, pero no dejan de ser un puñado de chavales; el elemento folclórico que, además, ha ocasionado un nuevo choque entre España y Andorra, acostumbrada a lidiar con guante de seda entre dos gigantes.

La petición de Unidas Podemos —socio del Gobierno de coalición— para que Andorra vuelva a la lista de paraísos fiscales españoles para evitar la fuga de capitales ha irritado a los políticos locales.

“Cada uno decide libremente dónde vive y dónde trabaja. No esconderé que intentamos ser competitivos”, explica el ministro de Finanzas de Andorra, Eric Jover, desde un despacho al que se accede sin ninguna medida de seguridad. “Mantenemos la tradición de que cualquiera puede entrar y hablar con el Gobierno”. Jover reivindica, sin alzar mucho la voz, la oportunidad que supone la llegada de profesionales con alto poder adquisitivo al país, donde el impuesto sobre la renta, lo mismo que el de sociedades, es del 10%. “Generan riqueza, nos ayudan a diversificar la economía y prosperar”. Asegura que la vía andorrana “es legítima”, y cita a miembros de la UE como los Países Bajos, Irlanda o Luxemburgo, con niveles de tributación equiparables.

La apertura andorrana no se limita a youtubers y otros creadores de contenidos, como la entrenadora personal Patry Jordán. El grueso lo forman profesionales anónimos: en el chalé contiguo al de El Rubius, añade el lampista, vive el diseñador de una famosa marca de joyas. En los últimos tiempos han llegado expertos en marketing digital, ingenieros, desarrolladores informáticos, gerentes de multinacionales —atraídos por la posibilidad del teletrabajo que ha brindado la pandemia—, pero también empresarios… y, por supuesto, deportistas de élite, sobre todo ciclistas, que encuentran en este entorno montañoso “un lugar ideal para entrenar”.

Quizá vienen por los impuestos. En sus vídeos, algunos youtubers así lo explicitan: no saben cuánto durará su carrera de éxito y creen que pagar en impuestos la mitad del salario es una locura; un mensaje que preocupa a Hacienda porque llega sin filtro a los más jóvenes. Pero los influencers se quedan, también, por otras razones. “Andorra es mi casa. Me siento seguro y tranquilo. Por la noche salimos a cenar, la restauración es fantástica. España tiene un problema con la fuga de talento”, explicó el murciano David Cánovas, TheGrefg en una reciente entrevista al Diari d’Andorra.

Diplomático, el ministro no entra a valorar si España juega bien la partida. Andorra, dice, tiene sus bazas más allá de la competitividad fiscal. Pinta un pequeño paraíso: “Tenemos el mejor sistema sanitario del mundo, según The Lancet. La red de fibra óptica cubre todo el país. Las pistas de esquí son fabulosas, lo mismo que el medio ambiente. El 95% de los alumnos asiste a la escuela pública, que es de calidad”. Ayuda, reconoce, la proximidad a grandes urbes, bien conectadas, como Barcelona o Toulouse.

La escuela es uno de los ámbitos “informales” que permite a esos profesionales extranjeros conectar, intercambiar ideas, plantear proyectos al Gobierno. Eso permite que surja “un ambiente cosmopolita”, afirma Pere Picó, director del Centro de Investigación de Estudios Sociológicos (CRES) de Andorra. “Antes venían personas mayores, del norte de Europa, para retirarse porque les gustaba el clima. Ahora vienen en plena etapa laboral”. Picó admite que la configuración demográfica —la élite vive en urbanizaciones aisladas entre sí— dificulta el contacto social. “El impacto en la calle es relativo”, explica, salvo por algún adolescente que, tímidamente, pide el autógrafo de un youtuber.


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