Ante todo, mucha calma

Con la precisión de un cirujano, la Real fue fallando todas las ocasiones que se le fueron presentando ante Bizot. Tiene mérito el trabajo de orfebre de los txuri urdin, teniendo en cuenta que generaron acercamientos a la guarida del AZ Alkmaar con una frecuencia casi inédita en el fútbol actual. Una ocasión, algunas más claras, otras menos, cada poco más de tres minutos. Lejos de convertirse en una pesadilla para el portero nacido en Hoorn, a pocos kilómetros al este de Alkmaar, el bombardeo se convirtió en vicio. Entró en combustión. Iba camino de convertirse en el héroe del partido. Hasta que Oyarzabal se equivocó. Su remate mal ejecutado lo empujó Portu en el segundo palo.

A cada oportunidad que se les presentaba, los delanteros de la Real respondían con una definición más académica. Quizás no perfecta, pero en ningún caso censurable. Del todo punto canónica. Todo intento que no termina en gol tiene algo de defectuoso pero no se puede decir que el doble intento de Silva desde la frontal, que el cabezazo del canario que lamió la escuadra, que el centro de Monreal que no encontró a Isak, que esperaba para empujar en el segundo palo, que el primer disparo en el inicio de la segunda parte de Portu o que la picada de Oyarzabal a continuación fueran un despropósito. Al contrario. Con bastante menos la Real ha marcado alguno de los 20 goles que suma en competiciones oficiales esta temporada.

El AZ, empotrado en su campo

Pero tiene algo de estresante esta competición, la Europa League, que le está restando ese punto de calma, esa clarividencia, que la Real exhibió en Vigo o en Sevilla para convertir en goleadas su incuestionable torrente futbolístico, su desparramada verticalidad que atropella hasta el momento a casi todo el que se le pone por delante. No escapó a ese patrón el partido de ayer ante los holandeses. Un equipo vulgar ante el fútbol de la Real que, por momentos, manoseó al AZ en mayor medida incluso que al Rijeka en el debut en la competición. Empotrado en su campo por la pujanza de la Real. Asfixiado sin poder cruzar la medular a modo de desahogo. Como hizo ante el Nápoles, de alguna manera, si bien los italianos se dejaron. Pero sólo dos goles a favor. La Real ha ganado sus dos partidos europeos por la mínima, in extremis.

La Real trata de imponer en Europa la misma tiranía con la que gobierna la Liga. Y lo consigue. Al menos en lo referente a volcar el juego sobre el campo rival. Pero le falta un punto de calma. Y, sin duda, una eficacia que le permita traducir en mayor medida el enorme flujo de fútbol que es capaz de generar. Si Oyarzabal no se equivoca, Marco
Bizot sale a hombros de Anoeta. Cuando, en condiciones normales, tuvo que marcharse con una goleada con todas las letras. Pero a la Real, a diferencia de en Elche, Vigo o ante el Huesca, y como le ocurrió en Rijeka, le faltó calma, ante todo mucha calma.


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