“Aprendí a resumir en un verso un año de historia de EE UU”: cómo Lin-Manuel Miranda escribió ‘Hamilton'

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En mayo de 2009, Barack Obama invitó a una docena de poetas y cantantes a la Casa Blanca para que recitaran sus obras. Uno de ellos era un compositor neoyorquino de ascendencia portorriqueña, Lin-Manuel Miranda, de 29 años; el compositor más joven de la historia en ganar el Tony, por un musical, In The Heights, que mezclaba salsa con hip hop y que él mismo protagonizaba. Aquel día, delante del presidente, anunció algo inesperado: “He estado escribiendo canciones de hip hop sobre alguien que personifica el hip hop: el secretario del Tesoro Alexander Hamilton”. Y, ante la sonrisa congelada de Michelle Obama, rompió a rapear una serie de enredados versos que, en cuatro minutos, recogían los primeros 20 años de vida del hombre que inventó la burocracia en Estados Unidos.Hamilton, el musical que siguió a aquella primera canción, pasó del off-Broadway a Broadway, donde no tuvo un asiento vacío en sus cinco años de vida hasta que la cuarentena obligó a cerrar el teatro. Ganadora de 11 Tonys y el Pulitzer, ha dado ya tres giras por Estados Unidos, más una versión para Londres. El próximo 3 de julio, víspera del Día de la Independencia, Disney + estrenará en todo el mundo la filmación de una de las últimas representaciones del reparto original, con Miranda en el papel de Hamilton, grabada en 2016. “Por fidelidad y para continuar haciéndola accesible al mayor número de espectadores posibles, decidimos distribuirla así. Me alegro de haberla filmado. Una semana después hacerlo, dejé de interpretar a Hamilton”, explica Miranda a EL PAÍS por teléfono desde su casa en Manhattan.El peso de la obra trasciende lo teatral. Sus letras se han visto en las pancartas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) y el nuevo libro del exasesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, también saca su título, The Room Where It Happened, de ahí. “Resulta arrollador”, reconoce Miranda. “Una de las nociones de las que parte la obra es que las luchas que se libraron en la fundación de Estados Unidos siguen abiertas ahora. De la misma forma que las peleas que tenías de pequeño con tu hermana son las que tienes con ella de mayor, en otro tono y con otra forma”.La pelea contra el racismoUna muestra de la unión entre Hamilton y Black Lives Matter es que cuando la producción tardó en emitir un documento de repulsa por la muerte de George Floyd, empezaron las críticas. Miranda se disculpó a finales de mayo. “El que no hayamos compartido la verdad indiscutible de Black Lives Matter y denunciado el racismo sistemático y la supremacía blanca desde nuestros canales oficiales de Hamilton es un fracaso moral”, dijo en un vídeo publicado en redes sociales. A partir de entonces, el compositor ha estado en contacto con los cabecillas del movimiento y ha recaudado dinero para cubrir fianzas de los detenidos en las protestas.Miranda recuerda que es el único gran musical de Broadway que ha abierto las puertas a los desfavorecidos: “[El director teatral Thomas] Kail tuvo la previsión de liberar, al final de nuestro primer año, unos asientos de cada función y abaratar algunas de esas entradas, para que más gente pudiera entrar. Broadway es caro, el mercado está loco, y hay gente cobrando precios que ni nosotros cobramos. Priorizamos así el acceso a la función de quien no lo tendría”.Desde que dejó el teatro en 2016, Miranda no ha vuelto al teatro. Ha escrito canciones para Vaiana, cantó y bailó en El regreso de Mary Poppins y estrenará en breve la película de In The Heights. Pero no ha vuelto a hablar de proyectos nuevos a la sombra del gigante que ha creado. “La idea de convivir con un fenómeno tan grande ya me parece hasta liberadora: es tener escrita la primera frase mi obituario. Ya, listo. Siempre iba con la broma de Van Gogh, de morir hecho un desconocido, porque soy un tío macabro”, sopesa. “Bueno. Pues eso ya está, resuelto”.Hamilton es uno de los pocos musicales que ha superado los 1.000 millones de dólares en taquilla, y de esos pocos, es el que más premios y mejores críticas ha cosechado. Más que el mayor fenómeno del teatro musical de las últimas décadas, que lo es, es un milagro: una obra de 24.000 palabras (casi como El rey Lear) que gusta a prácticamente todo el que lo ve. Obama bromeó en su día que su devoción por ella es lo único que comparte con Dick Cheney.Del idilio con Obama a la polémica con TrumpEs fácil seguir los vaivenes sociales de EE UU con la trayectoria de Hamilton, “el musical de la era Obama”, según la prensa desde el día de su estreno. En cuanto esa era terminó, en 2016, Hamilton fue el primero en notarlo. El 19 de noviembre, apenas 11 días después de las elecciones, el presidente electo Donald Trump se enemistó con la producción. Mike Pence, vicepresidente electo, había ido a ver a ver una función aquel fin de semana. El elenco le había dedicado unas palabras en el escenario tras los aplausos finales: “Nosotros, señor, somos la América diversa que está alarmada y angustiada por si su nueva Administración no nos protege, a nosotros, nuestro planeta, nuestros hijos, nuestros padres, o defiende y reafirma nuestros derechos”, dijo uno de los actores, quien interpretaba a Aaron Burr. Trump convirtió el incidente en su primera gran polémica como presidente electo. Empezó tuiteando que el elenco había sido “descortés” con Pence. “¡Disculpaos!”, exigía. En otro mensaje pasó a decir que los actores habían “acosado” al “maravilloso futuro vicepresidente Pence”. En otro, alegó que el reparto no podía ni memorizar sus propias frases. Más tarde lo borró. El nuevo presidente había escogido un objetivo muy simbólico para su primera guerra cultural.Hamilton comenzó a forjarse en la mente de su creador cuando compró, sin pensarlo mucho, una biografía de Alexander Hamilton en agosto de 2008. Para leer durante unas vacaciones. Su vida le fascinó: Hamilton nació pobre y bastardo en el Caribe. Y acabaría de asistente de George Washington y de secretario del Tesoro del primer Gobierno estadounidense. “Las batallas de rap entre Thomas Jefferson y Hamilton en las reuniones de gabinete. Todo eso se convirtió en mi salvavidas”, recuerda Miranda, que tardó un año en escribir la primera canción.


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