“Aprieto a mis compañeros, pero con cariño”

Cristian Portugués Manzanera (Beniel, 1992) habla con el mismo entusiasmo con el que juega. Cuando se pone la txuri urdin no existe ni el cansancio ni la pandemia, aunque echa de menos como el que más a esa parroquia entregada a su coraje. Dentro de unos años contará a su hija, la donostiarra Vida nacida en mayo de 2020, que el aita forzó el penalti que le dio la Copa a la Real. Pero no se conforma.

La plantilla está llegando con el depósito en la reserva, ¿cómo está Portu?

Me encuentro muy bien. A estas alturas, no solo nosotros, sino todos los equipos, se resienten. Todavía acarreamos lo sucedido el año pasado, los tres meses parados, que la Liga empezara tan tarde y además ya acumulamos muchos partidos los que hemos jugado también entre semana. Son partidos decisivos en los que hay que jugar al límite y es normal que aparezca el cansancio.

¿Le notan en el día a día?

Sí. Ha bajado muchísimo la carga. Los entrenamientos son muy diferentes. Se hacen mucho más pensando en recuperar que en entrenar.

¿Hay hambre de competición o están deseando ya las vacaciones?

Estamos deseando que llegue el partido del fin de semana. Llevamos una dinámica muy positiva y vienen oportunidades para jugar el año que viene esta competición tan bonita que hemos podido disfrutar este año, desgraciadamente sin público.

El 0-4 de Turín fue un palo muy gordo, lo pasamos muy mal durante 48 horas, pero nos hizo madurar muchísimo. Nos ayudó a dar un paso adelante en los partidos siguientes y en la final de Copa

¿Qué objetivo se marca ahora?

El objetivo claro de este equipo ahora es entrar en la Europa League. Sabemos que está cerca la posibilidad de asegurar la Conference League logrando la séptima plaza, porque hay mucha distancia con el octavo, pero queremos jugar la Europa League, que es lo que más nos ilusiona y a la gente también.

¿Queda la espina clavada del 0-4 del United?

Sí. Esa eliminatoria fue bonita porque fue ante un gran rival y este tipo de partidos no se juegan todos los días, pero sobre todo fue un aprendizaje. El 0-4 de Turín fue un palo muy gordo, lo pasamos muy mal durante 48 horas, pero nos hizo madurar muchísimo. Nos ayudó a dar un paso adelante en los partidos siguientes y en la final de Copa. Nos enseñó a competir en partidos de mucha tensión como la final y nos ayudó a ganarla.

¿Qué le parece esta versión más combativa y menos redonda de la Real de los últimos partidos?

El fútbol es un deporte de competición. Se trata de competir y de ganar. Y si ganas, estás arriba y todo el mundo está contento. Todos preferimos ganar a jugar muy bien y perder. En noviembre todo salía, todo era bonito, veníamos muy bien físicamente, todos estábamos frescos, pero lo importante es saber competir en todas las fases. Ahora todos se juegan algo y antes de los partidos no escucharás a nadie decir: ‘Vamos a jugar bien’. Sí oirás decir: ‘Vamos a morir y a ganar’. La Real tiene mérito de saber competir en todas las circunstancias para poder estar quintos.

Todos sabíamos que era nuestra oportunidad de entrar en la historia de la Real, que es algo muy bonito. Sabíamos que no se podía escapar. A nivel mental, fue un esfuerzo de muchas semanas

Tras ganar la Copa, ¿costó centrarse en la Liga?

No era un partido normal, era ‘el partido’. Llevábamos un año esperándolo. Nos concienciamos de lo que conllevaba, que era la felicidad de muchísima gente. Todos sabíamos que era nuestra oportunidad de entrar en la historia de la Real, que es algo muy bonito. Sabíamos que no se podía escapar. A nivel mental, fue un esfuerzo de muchas semanas. Todo salió bien y costó volver a centrarse, pero lo hicimos, sacamos dos empates y volvimos a tener ese hambre, esa ambición. Este equipo tiene mucha hambre y ganas de hacer cosas bonitas.

Ha pasado ya un mes de la Copa, ¿qué le viene a la cabeza cuando lo piensa?

Hasta que no termine la temporada, no echaré la vista atrás. Sabemos que hemos hecho algo grande, que la gente no va a olvidar. Habían pasado 34 años desde la última vez y ni yo ni casi ninguno de mis compañeros había nacido. Yo salí de casa la víspera, vi 50 ó 70 banderas en las casas antes de llegar a Zubieta y sabía que teníamos una responsabilidad y una oportunidad única y además contra el Athletic. Del segundo no se acuerda nadie. Los días fueron espectaculares en Sevilla, desde esa despedida apoteósica en Zubieta.

¿Pensaba poder vivir un momento como éste?

Somos futbolistas para poder vivirlos. Cuando quedaba un minuto, íbamos ganando y sabía que no se nos escapaba, la sensación fue increíble. Y cuando pitó el final, todos explotamos. En nuestras caras se refleja la emoción, la tensión y la felicidad. Nos quedará para siempre el momento en el que Illarra levanta la Copa y nos sentimos campeones de la Copa. Habría sido maravilloso celebrarlo con todos en el campo. Yo espero llegar a otra final, ganarla y disfrutarla con la gente.

Será bonito poder contar que sí, que yo participé forzando el penalti, cuando lo vea en casa dentro de muchos años

Nadie le quitará el hecho de que usted fue partícipe con el penalti

Será bonito poder contar que sí, que yo participé forzando el penalti, cuando lo vea en casa dentro de muchos años. El fútbol son momentos y a veces se decide por detalles y con ese pase de Merino y el penalti que me hicieron, saldré en las imágenes. Pero el esfuerzo fue de todos.

¿Se lo enseñará a su hija?

Sí. Ella ya se ha puesto la medalla que nos dieron.

No se le vio demasiado en las celebraciones, ¿por qué?

Hay compañeros que lo expresan mucho más. Yo lo viví todo, estuve presente, lo disfruté como el que más, como un niño pequeño, pero estaba hecho polvo. Y ellos son más jóvenes y tienen más vitalidad.

¿De quién se acordó en ese momento?

El día anterior hablé con toda la gente importante que me rodea: mi mujer, mi hija, mi cuñado, mis suegros, mis padres, mis abuelos…Les dije que si todo salía bien, estuvieran atentos al móvil, que los iba a llamar después del partido para que fueran partícipes. No sabía si mi abuelo iba a estar porque era tarde, pero pude hablar por videollamada con todos ellos. El fútbol te da muchos momentos difíciles y unos pocos de una alegría inmensa y ellos también se merecían ése de plena felicidad. Quería que se sintieran tan especiales como yo.

¿Cómo estaba su abuelo, uno de los culpables de todo esto?

Me sorprendió su tranquilidad la víspera. Igual lo llevaba por dentro. Me dijo que éste lo iba a ver, porque hay muchos que los ve después o los sigue por la radio porque se pone muy nervioso. Pensé que era un motivo más para ganar la Copa.

¿Ha podido ir a verlos en estos meses?

No. Llevo más de un año sin verlos por la pandemia. De hecho, ni conocen a su nieta. Son grupo de riesgo y preferimos ser prudentes hasta que no se vacunen.

Hace dos años, Olabe me dijo que este proyecto era ambicioso, que íbamos a luchar por puestos europeos y que aspiraba a lograr algún título. Y yo me di cuenta que aquello era de verdad

¿Por qué encajó tan bien Portu en la Real?

Yo estaba en una edad muy buena y quería ir a un equipo que aspirara a cosas importantes y en el que viera ambición. Hace dos años, Olabe me dijo que este proyecto era ambicioso, que íbamos a luchar por puestos europeos y que aspiraba a lograr algún título. Y yo me di cuenta que aquello era de verdad, que querían ser un equipo grande. Y lo están demostrando, a nivel de equipo, de club y de trabajo. La Copa y estar arriba es reflejo de todo eso.

Dijo al llegar: ‘Voy a ser muy feliz en la Real’, ¿lo está cumpliendo?

Por supuesto. Ya nadie me quita que mi hija sea donostiarra y que haya entrado en la historia de la Real logrando la Copa 34 años después.

También dijo que de pequeño le llamaba la atención la Real de Kovacevic, Nihat y compañía. Dentro de unos años hablarán de la Real de Portu, Oyarzabal…

Hay muchas cosas de las que no somos conscientes. Todo lo enfocas al fútbol. Yo pienso en fútbol hasta estando en casa. Para mí es increíble ver un niño con la camiseta de la Real con mi nombre y el número ‘7’. Siento mucho su cariño. En Anoeta, con público, había un aura entre afición y equipo que se sentía. Nos animaban a ful desde el primer minuto y nosotros hacíamos que se divirtieran. Yo siento mucho eso, ver la grada llena y animando. Me encanta. Ahora, metes un gol, vas a la grada y sólo ves cámaras. La sensación es agridulce.

Ya he marcado dos goles más que el año pasado, pero no es suficiente. En estos cinco partidos tengo que superarlo.

Lleva 83 partidos, 16 goles y 13 asistencias en la Real, ¿qué le dicen los datos?

Son buenos datos, lo sé, pero me cuesta decir que estoy satisfecho. Tengo que mejorar esos números. Puedo hacerlo. Me siento muy bien. Ya he marcado dos goles más que el año pasado, pero no es suficiente. En estos cinco partidos tengo que superarlo.

Tiene tres años de más de contrato en la Real, ¿podemos tener alguna duda con Portu este verano?

Yo estoy contento, feliz. Mi familia también lo está. En esto del fútbol nunca puedes poner la mano en el fuego por nada, pero cuando un jugador está contento no tiene ninguna duda.

¿Le siguen llamando ‘vinagres’?

Sí. Todos nos conocemos. Con sólo mirarnos, ya sabemos si tienes un buen día o no, si has venido cabreado o estás de puta madre. La convivencia es muy buena. Yo les aprieto a los demás. A mí perder me gusta poco en todos los ejercicios. Les aprieto, pero desde el cariño, porque los quiero y quiero lo mejor para ellos. A veces acaban de mí hasta los cojones. En el fondo, saben que les aprieto para que estén a ful.

¿Qué me dice del Huesca?

Se está jugando la vida y tampoco se merece estar abajo. Es un equipo que sabe a lo que juega, que aprieta y muerde. Ahora han cambiado de sistema con este entrenador, es un equipo incómodo y vamos a tener que hacer un gran partido para sacar los tres puntos.


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