Argonautas

Un hombre circula con un niño en patinete, en enero.
Un hombre circula con un niño en patinete, en enero.Albert Garcia

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Me pregunto qué habría dicho de los patinetes el gran Julio Torri, que trazó en 20 líneas la épica de las bicicletas. A menudo recurro a él como a un oráculo que da a todo respuestas breves, en una obra completa que no llega a las 200 páginas. ¿Escritor de escritores? Tal vez lo fue y lo es en su país, México, aunque tuvo en vida la admiración de algunos huesos nuestros como Valle-Inclán y Juan Ramón, o la de Menéndez Pidal, que tanto ponderaba el manual sobre La literatura española que Torri publicó en 1952, magistral y singularísima condensación muy bien fundamentada en sus lecturas. De fusilamientos, el delgado volumen que contiene su esencial creación literaria, está a precios asequibles en el circuito de segunda mano, pero se trata de un libro y de un autor que tendría que ser reeditado sin falta en España.

Pensé en su cristalina prosa al ver a esos seres alados que cruzan ante ti o se te acercan por la espalda, imparablemente, en la nueva movilidad compuesta de repartidores con caja de Pandora fast food y figuras altivas como argonautas de naves de un solo tripulante. Torri (muerto en 1970) habló de la misantropía del ciclismo, “raro deporte que se ejercita sentado, como el remar”, definiendo así a la bicicleta: “Lo exclusivo de su disfrute la hace apreciable a los egoístas”.

Es un paisaje nuevo que no sabemos cuánto va a durar y molesta considerablemente al peatón desprovisto de ayuda automotora. Hay riesgo de atropellos, ya se han dado, pero tanto el dispensador de alimentos como el navegador solitario al menos avanzan impulsados por una electricidad limpia, sin combustión dañina. Me quedo sin saber si Torri, brillante analista de Don Quijote, tendría hoy respuesta al porqué estos caballeros rodantes son todos hombres, como si las mujeres, en el tiempo actual de su centelleo, se reservasen la misión de observar y anotar lo que pasa.


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