Así afectan las peleas de los padres a los niños

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Cuando la relación de una pareja se acaba y toca poner punto final, alcanzar acuerdos se puede complicar si hay en común hijo/as menores de edad. Alrededor de 140.000 parejas se separan al año en España, según datos facilitados por Paco Rodríguez, presidente de la Asociación Padres y Madres en Acción (PAMAC), dedicada al asesoramiento y mediación en casos de ruptura de pareja. El bienestar de los niño/as, cuyos padres se separan, se puede preservar con ciertas pautas para facilitar su proceso de adaptación a la nueva situación familiar, según indica Carmen Martínez González, pediatra, profesora asociada de pediatría de la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora del comité de bioética de la Asociación Española de Pediatría (AEP):

Explicar a los niños la situación que atraviesan sus progenitores y ser transparentes con el proceso de separación. Conviene dialogar con los niños sobre el tema para aclarar dudas y evitar malos entendidos sobre el proceso de ruptura de convivencia de sus padres. En estos casos, conocer es mejor que imaginar. Conviene que la información que se transmita sea acorde a la edad del niño/a, sencilla, sin juicios de valor contra nadie y dejar al margen los problemas de adultos.Evitar utilizar a los hijo/as como munición para dañar a la pareja. Los niños pueden verse obligados a elegir entre uno de los dos progenitores, lo que les puede generar ansiedad, estrés o agresividad, por lo que conviene facilitarles lo más posible la situación.Huir de sobrecargar desde el punto de vista afectivo o emocional a los hijo/as. Conviene evitar el error de implicarles en discusiones, toma de decisiones o tratarles como si fueran adultos que pueden mediar en la situación entre sus progenitores. De esta manera, se previene la inestabilidad emocional en los pequeños.Buscar tiempo para estar con los niño/as y disfrutar con ellos de actividades de ocio, aunque la situación no acompañe.Facilitar a los hijo/as la relación con los abuelos y el resto de la familia de ambas partes de la pareja.Mantener la rutina del niño/a en cuanto a cuestiones como horarios, actividades de ocio o con respecto al contacto con los amigos.Evitar ceder a posibles chantajes por parte de los hijo/as para sacar ventajas o provecho de la ruptura de la convivencia entre sus padres.Considerar y confiar en la resiliencia de los niño/as o su capacidad de amoldarse y superar los reveses de la vida. Son muy adaptables, sobre todo si los adultos también lo son. Hay que tener en cuenta que no todos los niño/as viven de manera traumática la separación de sus progenitores, como puede ser el caso de hijo/as mayores que entienden las ventajas de terminar con una mala convivencia entre los padres.¿Cómo gestionar la llegada de una nueva pareja de los progenitores separados?
La transparencia es fundamental en el caso de que una de las partes de la pareja rehaga su vida con otra persona. En este sentido, la pediatra, Carmen Martínez, cree que “conviene informar a los niños, con un lenguaje adaptado a su edad, sobre la persona que va a estar presente en la vida del padre o de la madre y dejar claro que nunca ocupará el lugar del otro progenitor. No obstante, es aconsejable esperar a recuperar la estabilidad en la vida cotidiana de los hijo/as antes de introducir un cambio tan importante como la convivencia con una nueva persona”.
Otra recomendación, de Alberto Segura, psiquiatra del Hospital Rey Juan Carlos de Madrid, frente a la llegada de una nueva pareja a la vida de los progenitores separados, “es que sea algo progresivo. No hay que olvidar que los niño/as deben tener el permiso para tener sus propios sentimientos y pensamientos, aunque no conviene que decidan sobre las parejas de sus padres. Es aconsejable hacerles entender que no son responsables de la situación de divorcio, ya que es una cuestión de pareja de la que no son culpables, ni sobre la que influyan con sus pensamientos, sentimientos o conductas. El doctor Segura añade que “hay que tener en cuenta que el hecho de tener padres divorciados es cada vez más habitual en las familias, por lo que los niño/as tienen más compañeros, amigos o primos con progenitores separados, con los que se identifican, así que no se sienten únicos”.
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