Así es el “cine para padres”, ese subgénero con estrellas de los noventa que arrasa en la pandemia y pasa de la diversidad


Las redes sociales fueron testigo hace unos días de un insólito choque generacional. Un tuitero llamado Ian McNabb vio oportuno compartir con sus seguidores la profunda somnolencia que le provocaba Master & Commander, película de 2003 sobre la misión de un navío inglés durante las guerras napoleónicas, asegurando que nunca había podido pasar de los primeros diez minutos de su metraje sin caer dormido. Lo que no esperaba el joven es que el propio protagonista de la cinta, Russell Crowe, decidiera defenderse del menosprecio y cargara, de paso, contra toda una generación.

“Ese es el problema de los chavales de hoy en día. No tienen concentración. La película de Peter Weir es brillante. Una historia épica, rigurosa y detallista, sobre la fidelidad al Imperio y al servicio independientemente del coste. Definitivamente, una película para adultos”, sostenía el ganador del Oscar y orgulloso boomer.

Más allá del debate posterior generado en la red social entre fanáticos y detractores, la puntilla de su declaración es sintomática de un subgénero que ha aumentado su peso en el año en el que las producciones más taquilleras, o aquellas con ambición de provocar un impacto cultural, han dilatado su estreno a causa del coronavirus. Así han conseguido los padres del mundo, esos hombres que responden al estereotipo de hombre heterosexual con gustos narrativos clásicos y admiración por unas estrellas que ya estaban ahí cuando él era un adolescente, que Hollywood vuelva a mirar hacia ellos.

Fue la web estadounidense The Ringer, especializada en cultura pop y deporte, la que acuñó y popularizó el término dad movie allá por 2019. “Cualquier película que le guste a un padre puede ser una ‘película de padre’. Pero, como la mayoría de padres son bastantes similares, acaba convirtiéndose en una categoría acotada”, explica a ICON Kevin Clark, uno de los autores intelectuales de la expresión. El periodista sostiene que las figuras más representativas del fenómeno en la industria son Tom Hanks y Steven Spielberg, con algunas de sus colaboraciones como cumbre fílmica. “Recuerdo que Hanks siempre dice que suele interpretar a hombres corrientes enfrentándose a situaciones extraordinarias, y ese es para mí el alma del género. Desde Apolo 13 a El puente de los espías, a él le encanta ponerse en mitad de la historia del siglo XX interpretando casi siempre al mismo personaje”, añade.

Los padres de la nación (cinematográfica)

Aunque su origen está enraizado en la edad de oro del western de mediados del siglo XX –un crepuscular John Wayne ganó su único Oscar protegiendo a una niña en Valor de ley–, convirtiendo su idiosincrasia y valores fílmicos en base intelectual del grueso de los espectadores del género, The Ringer designa a la década de los noventa como la que consigue hacer de estas producciones de presupuesto medio el mejor reclamo para la venta de butacas. Además de Spielberg, cineastas como Ron Howard (Apolo 13), Frank Darabont (Cadena perpetua), Phillip Noyce (Juego de patriotas), Tony Scott (Días de trueno), Andrew Davis (El fugitivo) o un Clint Eastwood que con 90 años está a punto de estrenar un nuevo ejemplo de su temática predilecta (Cry Macho, en la que acompañará a un joven que trata de cruzar de México a Texas) se erigen en grandes valedores de la tradición artística.

Con la llegada del nuevo siglo, el sol taquillero comienza a ponerse para estrellas de lo paternofilial como Harrison Ford, Mel Gibson, Nicolas Cage o Bruce Willis, que acusaron el vuelco industrial de Hollywood hacia las grandes franquicias de acción y las adaptaciones de obras clave de la cultura pop. La cartelera se ve invadida por héroes en mallas y ‘películas evento’, haciendo que las grandes estrellas que existieron hasta los noventa se hayan convertido en una especie en peligro de extinción. Tal y como confirmó un ejecutivo anónimo de un estudio a la edición estadounidense de Vanity Fair, la “evaporación del drama tradicional de Hollywood” como experiencia por la que merece la pena pagar una entrada ha sido una constante en los últimos años. Pero el auge y la multiplicación de la oferta del streaming y la retirada este año de los grandes estrenos de las salas han ofrecido una inesperada nueva vida a unos proyectos más asequibles y, por lo tanto, fáciles de amortizar, pese a las restricciones de aforo.

Ante todo, sencillez: anatomía de una ‘dad movie’

Si quisiéramos diseccionar los aspectos básicos que convierten a un film en particular en una ‘película de padre’, deberíamos empezar diciendo que son obras basadas habitualmente en hechos históricos o situadas en un contexto muy concreto en el tiempo. Contadas de forma cronológica –lo sentimos, Christopher Nolan, en esta parada tú te bajas– y protagonizadas por hombres normativos, de pocas palabras, algo traumatizados, pero inequívocamente buenos, que acostumbran a proteger o vengar a miembros de su familia o a cualquier otro huérfano que se cruce en su camino para expiar los pecados del pasado. Son imprescindibles las escenas de acción, aunque ni demasiado adrenalínicas ni demasiado sangrientas y apuestan por un riguroso academicismo en los movimientos de cámara y su puesta en escena. Pueden tener forma de westerns, de thrillers, bélicas, deportivas o de ciencia-ficción –nada de superhéroes–, pero comparten ese espíritu de reflexión sobre la masculinidad clásica y la importancia de valores como el honor, el sacrificio y el valor. Películas que Hollywood ha rodado y estrenado durante décadas, algunas buenas y otras malas, pero que en la atmósfera actual se intuyen como el último oasis de tradicionalismo antes de que la apertura de puertas y mentes –¡la última ganadora del Oscar a mejor película es Parásitos!– cambie todas las reglas.

El mencionado Russell Crowe (Salvaje), Gerard Butler (Greenland), Kevin Costner (Uno de nosotros), Ben Affleck (The way back), Liam Neeson (The marksman) o Denzel Washington (Pequeños detalles) se han unido durante el último año a Tom Hanks (Greyhound, Noticias del gran mundo) a la hora de liderar una cartelera que, si bien raquítica por los efectos de la crisis sanitaria, ha visto que solo gracias a sus viejas leyendas podía ocupar las butacas de sus salas. Una tendencia a la que tampoco se resisten las plataformas de streaming, sabedoras de que el continuismo es un aspecto fundamental para captar a los espectadores de más edad. Los datos hablan por sí solos. ¿La película más vista en la –corta– vida de Apple TV+? Palmer, sobre un expresidiario (Justin Timberlake) que se convierte en el protector de un niño que sufre acoso. ¿La gran apuesta navideña de Netflix en su catálogo cinematográfico? El cielo de medianoche, en la que George Clooney da vida a un científico que debe salvar a la humanidad de la catástrofe y, de paso, a una niña perdida en mitad del Ártico. ¿Y el estreno con más espectadores de la historia de Netflix? Tyler Rake, con Chris Hemsworth dando vida a un mercenario que debe esquivar un diluvio de balas enemigas para rescatar a, por supuesto, un niño.

Las ‘películas de padre’ apuestan por replicar en la pantalla la misma sensación que ese sillón reclinable del salón al que nuestros progenitores rinden pleitesía. Tronos cuya comodidad crece cuanto más usados y raídos están, en los que elevar las piernas y la mente para aislarse del ruido exterior y los problemas mundanos. “Son películas familiares para ellos, que abrazan valores tradicionales”, ratifica Tim Grierson, crítico en webs como Screendaily y Mel Magazine. En sus textos también ha teorizado sobre lo que se antoja como la respuesta del Hollywood más proverbial al creciente auge de historias y narradores que apuestan por tramas diversas e inclusivas. “Es un público menos aventurero, con ningún interés por historias y estrellas que no conocen tan bien. Películas como Noticias del gran mundo tratan sobre personajes que mantienen un orden social reconocible para el público de más edad”, añade. Los académicos siguen abrazando estas apuestas, agasajando con nominaciones y estatuillas a ejemplos recientes como Le Mans 66, Green Book, La hora más oscura, Comanchería, Hasta el último hombre o El puente de los espías.

La duda entre los expertos está en saber si cuando a los jóvenes, que ahora desdeñan y denuncian la normatividad de esta categoría, les salgan canas, pasarán a apreciar este tipo de historias o si se trata de un fenómeno limitado en un tiempo y espacio. Grierson considera que “cada generación tiende a quedarse con las estrellas con las que creció” y pierde curiosidad por descubrir nuevos talentos y estilos cinematográficos. También advierte de que “el verdadero peligro es quedarse anclado en lo de siempre. Tenemos que estar dispuestos a la aventura y abiertos a lo nuevo”.

Kevin Clark, por su parte, sostiene que el paso de los años cambiará tanto el subgénero como los propios cimientos de la meca del cine. “Las historias de la Segunda Guerra Mundial, de la Guerra Fría o de Vietnam se quedarán fuera de nuestro foco. No sabemos todavía qué eventos de lo que estamos viviendo ahora se convertirán después en contenido cinematográfico protagonizado por leyendas”, concluye no sin antes subrayar que, lo que parece seguro, “es que Tom Hanks seguirá formando parte de ellas”.

Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.




Source link