Athletic, este año tampoco


Reconozco que a veces me siento perdido. Hace una semana leía, no muy lejos de esta columna, que el Athletic había cumplido con el objetivo porque había dado la cara hasta el final. De ahí viene mi perdición, de no saber a qué jugamos con esto de los objetivos de cada temporada. Porque tenía entendido que no era otro que la clasificación europea.



Así que, al no conseguirse por tercer año consecutivo, casi que me voy a ahorrar el eterno calificativo de fracaso que tanto espanta a los más eruditos y prosaicos. Hemos llegado a un punto en que no cumplir con tu objetivo es anecdótico.

Si ya es difícil de por sí analizar la situación del Athletic, imagínense en muy pocas líneas. Lo resumiría en varios elementos: confianza desigual en la plantilla que viene de lejos; falta de calidad, sobre todo de cara a puerta, como reconoció Garitano el jueves; picos preocupantes de cansancio general antes y después del parón de marzo; ausencia de refuerzos y desfase recurrente en la fijación de objetivos.

Desde que comenzó el declive del mejor Aduriz, el Athletic ha ido perdiendo contacto con la séptima plaza, la de las previas. Tal vez fuera momento de aterrizar sobre suelo firme, replantearse metas más factibles y asumir que no por tener más presupuesto tienes mejores mimbres. Ojalá.

Intuyo un sensible matiz entre clasificarse quinto o sexto y quedar más abajo de la séptima plaza en la tabla al margen de cuándo llegue el supuesto varapalo. Objetivo: vuelta a la sensatez. Europa… ya tal.




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