Atotxa, donde se explicaba el fútbol

Para los que ya cuentan cuatro décadas, afortunados en algunas lides, Atotxa es el escenario de recuerdos, de gestas, de pasión, de puro fútbol vivido en primera persona. Para los que llegaron unos pocos años tarde a aquellas mágicas citas de domingo, Atotxa es ese punto místico que se transmite en las historias de los que lo sintieron en sus carnes, ese campo irrepetible de los vídeos y las fotos antiguas. Y también, es una maqueta. La pizarra en la que descubrieron que en el fútbol, además de regates, goles y celebraciones, había algo llamado táctica.

Cada lunes, Michael
Robinson se acercaba a una reproducción del mítico estadio realista para desgranar los detalles tácticos de la jornada. Los jugadores eran fichas. Robinson, siempre bien acompañado, hacía el resto. Era ‘El Día Después’.

Michael RObinson y Lobo Carrasco, en la sección 'Atotxa' de 'El Día Después'
Michael RObinson y Lobo Carrasco, en la sección ‘Atotxa’ de ‘El Día Después’

El pasado lunes, en el homenaje a los 30 años del programa, una réplica del mítico campo donostiarra apareció en el plató. “¿Donde habrá quedado la vieja maqueta de Atotxa?”, se preguntaba Carlos
Martínez, conductor del emotivo espacio. Un misterio difícil de resolver, como reconocía el propio Michael
Robinson en una entrevista a MD del año 2013.

“Le perdí la pista”, lamentaba. “Creo que cuando nos mudamos de Torre Picasso a Tres Cantos desapareció. Algún cazador de souvenirs debió de meter la mano porque también desapareció mi guiñol”.

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La idea de que Atotxa siguiese vivo como algo tangible, de que el aficionado lo recordase cada lunes, surgió de la mente del añorado comentarista británico. Pese a que no pudo vivirlo como jugador (“cuando nos tocaba ir a San Sebastián siempre estaba lesionado”), Robinson sintió el flechazo cuando le tocó comentar su primer partido en el campo. “Lo viví de una manera muy especial”. Tanto, que cuando llegó el momento de la demolición, quiso hacerle su particular homenaje.

Canal + planeaba que las explicaciones tácticas se desarrollaran sobre una suerte de pizarra cibernética. Vanguardismo ante el que Robinson respondió con esencia. “Tenemos que hacerlo como se hace en el vestuario”, planteó a Alfredo
Relaño, jefe de deportes de la cadena. “Deja lo de la tecnología, yo quiero mover las piezas como si fueran chapas”… Y remató, como buen 9’: “Como un campo, pero con las gradas de Atotxa”.

Marcaje al carpintero

Un carpintero, que sufrió el marcaje de Robinson y Relaño durante tres semanas (“le sacábamos el más mínimo fallo, no paramos de tocarle los cojones”, admitía el británico), construyó la maqueta sobre la que se desarrollaron innumerables sesiones tácticas. Lobo
Carrasco las impartió con Robinson durante tres años. “Visitar Atotxa era un desafío por las medida, el tipo de vestuarios, la bocana…”, explica Carrasco a MD. “Tengo un recuerdo muy entrañable. A todos los que fuimos futbolistas, entrenadores, nos dejó huella. Fue muy cariñoso volver a recordar el estadio con aquella maqueta que lo representaba. Tanto a Robin como a mí nos gustaba muchísimo mover fichas allí. La elección fue muy acertada”.

“Nos motivaba todo lo que sucedía alrededor de la pelota, ésa era la filosofía del programa, pero si profundizábamos, si bajábamos al césped, Atotxa nos encuadraba muy bien en lo que era puro fútbol”, detalla. “Yo me sentía muy a gusto en ese pequeña sección”.

En un programa en el que se giraba el foco a la grada para mostrar lo que el ojo no veía, se analizaba lo que el árbitro no veía y se reflejaba de manera brillante los entresijos de cada partido, el viaje a aquella maqueta ayudaba a desgranar las claves tácticas de un fútbol distinto al actual, con extremos naturales, referencias en el área y dibujos más reconocibles. Un fútbol que se explicaba, con acento, en Atotxa.


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