Ayuso: “Este congreso es la respuesta a una crisis que nunca debió existir”

Todo en el congreso del PP en Sevilla parecía pensado para fingir que la etapa de Pablo Casado al frente del partido y la desgarradora crisis que acabó con su destitución nunca hubieran existido. Después de una jornada casi entera, entre llamadas constantes a la unidad, no había apenas menciones a lo que acaba de pasar hace poco más de un mes. Hasta que subió a la tribuna Isabel Díaz Ayuso, la principal protagonista de esa crisis con el anterior líder de los populares.

La presidenta de Madrid no quiso centrar su discurso en ese desgarro, al contrario de lo que hizo la última vez que intervino ante la cúpula del partido, cuando pidió que se expulsara a todos los que tuvieran alguna responsabilidad en la investigación interna contra ella y llegó a decir: “¿Cuantas Ritas Barberá podemos permitirnos en este partido?”. Ese mensaje fue muy criticado en su momento y ella parece haber abandonado ese registro de reclamar un ajuste de cuentas por la batalla entre la calle Génova y la Puerta del Sol. Pero no pudo evitar arrancar por ahí en cuanto se puso frente al auditorio, con un aplauso atronador. “Este congreso es la respuesta a una crisis que nunca debió existir”, clamó.

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Mientras Casado entraba de forma discreta en el auditorio donde se celebra el 20º congreso del partido, ella lo hizo aclamada, con paso lento entre decenas de selfis, y en el escenario de nuevo hubo una competición de aplausómetro con Alberto Núñez Feijóo similar al que antes tenía con Casado. Pero esta vez hubo empate, porque Feijóo es la nueva estrella del partido, la gran apuesta de todos los barones y los dirigentes intermedios para salir del agujero al que les llevo la guerra interna que empezó en 2018 con la dimisión de Mariano Rajoy y las división entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal y pretende terminar en este congreso de unidad de Sevilla.

Ayuso dejó muy claro en cuanto tuvo una oportunidad que ella no va a cambiar. Seguirá teniendo un discurso nacional, centrado en hacer oposición a Pedro Sánchez desde Madrid —”somos un partido nacional, existimos al servicio de España. No puede sernos ajeno lo que sucede en otras regiones. El futuro de Ceuta, Melilla, País Vasco o Cataluña lo decidimos entre todos”, se justificó— y por tanto será un verso suelto también bajo el mandato de Feijóo, aunque parece evidente que las cosas han cambiado mucho y no se repetirá la debilidad del liderazgo de Casado, que ayudó mucho al crecimiento de Ayuso.

La presidenta madrileña, que en el fin de semana clave de la crisis, cuando se decidió entre los barones la destitución de Casado, le dijo a Feijóo que ella no tenía intención de competir por el liderazgo y por tanto él tendría su apoyo, apoyó en todo momento al que será nuevo presidente del PP, pero tampoco evitó lanzarle un aviso para el futuro. “No nos hemos reunido aquí para ganar un congreso, sino para ganar elecciones. Para ello, confiamos en Feijóo y en la fueza del PP”. Esta idea va en la línea de un comentario muy extendido en los pasillos del Congreso: el PP es un partido de Gobierno, no está tranquilo en la oposición. La crisis de liderazgo de Casado tiene que ver con cuestiones internas, pero también con que muchos en el partido temían que no era un candidato ganador. Y si han recurrido a Feijóo es porque tiene cuatro mayorías absolutas a sus espaldas y confían en que gane las próximas elecciones ayudado ahora además por una inesperada crisis económica por la guerra de Ucrania.

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Si en 1996 el PP de José María Aznar llegó al poder espoleado por la profunda crisis del felipismo y del PSOE por la corrupción, y en 2011 el de Mariano Rajoy logró una aplastante mayoría absoluta porque la crisis económico hundió al PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba, ahora los populares creen que de nuevo la economía les da una oportunidad.

Las diferencias de tono y de línea política entre Feijóo y Ayuso se vieron muy claramente en la mesa que ambos compartieron con los presidentes de Andalucía, Juan Manuel Moreno, Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, Murcia, Fernando López Miras, y Ceuta, Juan Jesús Vivas. Mientras ella se lanzaba en tromba a un discurso de derecha antisanchista con la palabra “comunista” constantemente en su boca, Feijóo optaba por reivindicar su gestión y especialmente sus políticas sociales, una forma de decir que él es un político que puede ampliar el espacio y no quiere quedarse reducido al núcleo más a de la derecha donde se mueve Ayuso y también Casado. “El PP tiene que ampliar su base electoral, como ha hecho Feijóo en Galicia. Tenemos que ser un partido moderado”, resumió López Miras, el barón más fiel a Casado e íntimo amigo de Teodoro García Egea, ahora entregado a Feijóo.

Ayuso apostaba por la oposición sin cuartel que ha dominado al PP en estos años de Casado. “No existe en Occidente un Gobierno tan sectario e incompetente. No hay gobiernos como el español con comunistas y apoyados por terroristas e independentistas. No hay ningún avance ni progreso. Que se aparten si no saben. Que dejen de hacer tanto daño si no entienden. En mayo cuando planteamos la alternativa entre comunismo y libertad triunfó la libertad”, aseguró.

Frente a ese discurso, Feijóo apostó por reivindicar los números y la gestión, al estilo de lo que solía hacer Rajoy, con el que entró en el congreso. “En el PP tenemos un modelo de gestión solido, serio, perfectamente reconocible. Un modelo que demuestra que es posible bajar impuestos, es obligatorio mejorar los servicios y hay que aumentar la inversión. Y todo esto es posible cuadrando las cuentas públicas. Galicia es la única comunidad con todas las plazas de guardería gratuitas. Tenemos todos los hospitales nuevos o renovados. En política se cuentan muchos cuentos pero yo vengo a hablar de cuentas”, aseguró.

Ninguno de los barones del PP que son presidentes autonómicos tuvo mención alguna para Vox. Algunos defendían posiciones contrarias a las de Santiago Abascal —el ceutí Vivas reivindicó el apoyo a la españolidad de Ceuta de todos los gobiernos, incluido el de Sánchez, y aseguró que la última crisis ha demostrado que todos los ceutíes apoyan la españolidad “recen lo que recen y se llamen como se llamen”— pero ninguno lo mencionó.

De hecho es una de las cuestiones más llamativas del congreso y que contrasta con otras reuniones del PP en los últimos tres años, desde que Vox explotó: el partido de Abascal en este cónclave no existe. Ni siquiera lo mencionó Alfonso Fernández Mañueco, que gobierna con ellos, aunque sí trató de tranquilizar a los suyos ante escenario inédito de gobernar con la ultraderecha: “en Castilla y León vamos a hacer un Gobierno sólido y lo que va a regir son los valores del PP, como en los últimos 35 años”. El congreso sigue así como si nada hubiera pasado y tratando de negar dos evidencias: que Casado existió y que cuando todo esto termine, Vox seguirá ahí como gran amenaza.


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