‘Babardeală cu bucluc sau porno balamuc’, del rumano Radu Jude, gana el Oso de Oro de la Berlinale 2021

Imagen de 'Babardeală cu bucluc sau porno balamuc', con la protagonista, Katia Pascariu.
Imagen de ‘Babardeală cu bucluc sau porno balamuc’, con la protagonista, Katia Pascariu.

Babardeală cu bucluc sau porno balamuc, del rumano Radu Jude, ha ganado el Oso de Oro de la Berlinale 2021, la primera realizada en línea, con visionados durante cinco días para la industria y la prensa, y que se repetirá con proyecciones con público en verano. El jurado, conformado por seis cineastas ganadores de berlinales precedentes, ha justificado su decisión en que el drama captura el espíritu de los tiempos actuales.

Y es cierto. La tragedia de Jude arranca con una grabación porno casera, realizada solo para ellos por una pareja enmascarada. Tras esos tres minutos de sexo en los que se ve en un momento el rostro de la mujer, la acción se traslada a la Rumania actual, a las calles de Bucarest, donde la cámara sigue el deambular de la protagonista, una maestra de escuela que intenta remediar lo irremediable: el vídeo se ha filtrado por redes sociales, y en la plataforma de vídeos para adultos Pornhub hasta la han catalogado como “profesora madurita caliente”. El espectador ve a la maestra, con la pertinente mascarilla, caminar conversando por teléfono y desesperándose. Pero el sonido de Babardeală cu bucluc sau porno balamuc, que lleva el título internacional de Bad Luck Banging Or Loony Porn, es mucho más rico. De lo que se escucha del móvil y de las frases sueltas de los transeúntes el espectador construye una ágil radiografía del aquí y del ahora, que es Bucarest como podría ser cualquier ciudad. Jude, sin embargo, se lleva el final hacia otro tono, la astracanada, para retratar a la sociedad rumana con brocha gorda en la reunión de padres de alumnos que va a decidir si se expulsa a la profesora o no, e incluso juega con la posibilidad de varios finales. Jude no es un desconocido: empezó como ayudante de Costa-Gavras en Amén y de otro cineasta prestigioso rumano, Cristi Puiu, en La muerte del señor Lazarescu antes de convertirse en nombre de referencia del riquísimo cine de su país. En su filmografía destacan Aferim! (Oso de Plata a la mejor dirección en la Berlinale de 2015), el documental The Dead Nation (2017), No me importa ser bárbaro (2018) o Uppercase Print (2020), que estrenó en la anterior edición del certamen alemán.

Irrefutable (era la mejor película a concurso) es el Gran Premio del Jurado a la japonesa Guzen to sozo, de Ryusuke Hamaguchi, el realizador de Happî awâ (2015) y de Asako I y II (2018), cineasta que repite con brillantez su habitual juego de simetrías, su fantástica plasmación del tiempo aquí a través de tres historias sobre las relaciones humanas, bien sentimentales, bien emocionales, y las tres centradas en un personaje femenino. El premio del jurado, más discutible, ha recaído en el documental alemán de tres horas sobre la actual educación germana Herr Bachmann und seine Klasse, de Maria Speth.

Desde esta edición, la Berlinale entregará sus premios de interpretación sin distinción de género: uno al protagonista, otro al secundario. La mejor interpretación protagonista se lo ha llevado la actriz alemana Maren Eggert, por Ich bin dein Mensch, que se desarrolla en un futuro próximo en el que se fabrican robots humanoides diseñados para proporcionar felicidad y cumplir todos los deseos —y todos es todos— de sus propietarios. Eggert encarna a una antropóloga que durante tres semanas tendrá a un guapo humanoide a su completo disfrute. La mejor interpretación secundaria la ha obtenido la húngara Lilla Kizlinger, por su trabajo en Rengeteg – mindenhol látlak. También se ha ido a Hungría el premio a la mejor dirección, para el debutante Dénes Nagy por Természetes fény, un drama bélico que muestra las barbaridades cometidas por el ejército húngaro, aliado de los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial en Rusia.

Había dos directores con mucho prestigio a concurso en la Berlinale. La francesa Céline Sciamma se ha ido de vacío, a pesar de todo el cine que condensa en los 72 minutos de Petit Maman, otra de sus indagaciones en el mundo infantil; el coreano Hong Sangsoo al menos ha obtenido el galardón a mejor guion por Introduction.

Finalmente, el palmarés lo cierra el premio a la mayor contribución artística, que en esta edición, subraya el jurado, ha sido la labor de montaje del mexicano Yibrán Asuad en Una película de policías, de Alonso Ruizpalacios. El filme del director de Güeros y Museo refleja qué es ser policía hoy en Ciudad de México, y para ello ha jugado con los tiempos, las miradas a cámara y los diálogos en una estupenda apuesta formal.


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