Bad Bunny, el gran poeta de la generación ‘millenial’


“Es mucho más que reguetón”, dice Claudia Hernández, de 27 años, mientras la garúa moja su pelo. “Su trap puede ser machista y sucio, pero también habla del desamor y de ser fiel a uno mismo”, afirma. De su mano, enfundado en una sudadera con el dibujo de un conejo que le llega hasta las rodillas, su hijo Emiliano, de 11 años, se limita a gritar: “¡Él es mi ídolo!”.

Él es Bad Bunny, el músico puertorriqueño que en tres años pasó de ser acomodador en un supermercado a ser la gran estrella del trap –la versión más soez del reguetón– latinoamericano. Había llovido durante todo el jueves en Ciudad de México, pero eso no evitó que madre e hijo, al igual que otras 20.000 personas, hiciesen fila desde las cuatro de la tarde para escucharlo en su primera actuación en la capital mexicana desde que lanzó un disco solista.

Sobre las diez de la noche, la Arena Ciudad de México, al norte de la capital, se convirtió en un mar de lucecitas de teléfonos. Benito Martínez Ocasio (25 años, Puerto Rico), alias Bad Bunny –el conejo malo, en inglés– sube al escenario como un púgil, dando saltos y golpeando el aire. Sus fanáticos le coreaban “¡Beto, Beto, Beto!”, y al menos un par de padres apoyados en cada puerta de salida –algunos entusiastas, muchos confundidos– lo miraban intentando no perder de vista a sus hijos.

Miguel Favela tiene 72 años y la sonrisa más grande de toda la Arena. “Desconozco quién es el joven”, dice. Está aquí por sus nietas. “Pero se ven bien alegres los chavos, seguro es alguien con talento”.

Vestido de negro y detrás de unas gafas oscuras que no se va a sacar, Bad Bunny arranca con Ni bien ni mal, el primer sencillo de su álbum X100PRE. “A veces las noches se vuelven martirio, como nuestro amor que se volvió un delirio. Mi alma está en guerra, es terreno sirio”, canta y el público le sigue la letra sin errar.

“El año pasado, como todavía no había sacado un disco, cantó solo tres temas suyos. El resto eran colaboraciones”, cuenta Alberto García, de 26 años. “¡Esta vez está más chingón!”.

El primer álbum de Bad Bunny apareció sin previo anuncio durante Nochebuena de 2018 y arrasó con la clasificación de los mejores discos latinos de Billboard. Pero su música ya había sonado durante todo el año. Colaboró con grandes nombres del reguetón como Ozuna o Nicky Jam, y se marcó otros dos número uno en el Billboard global: uno con la neoyorquina Cardi B y otro en el que logró que el canadiense Drake rapeara en español. Bad Bunny se convirtió en el músico más influyente de 2018 antes de tener su propio disco.

“Escúchalo cantar: ‘el diablo me llama pero Jesucristo me protege’, es pura poesía”, dice Sara Martínez, de 19 años, que cita I Like It, el sencillo que Bad Bunny grabó con Cardi B . “Para que mi mamá entienda le digo que es como Jaime Sabines. El conejo es el gran poeta de nuestra generación”.

Entre más de 30 canciones, rodeado de cinco bailarinas y saltando alrededor del escenario, el conejo malo también canta sus colaboraciones. Las voces de Drake, J Balvin y Cardi B se escuchan en los parlantes aunque no se encuentren ahí. Mucha de la magia sucede a un costado del escenario, donde más de diez personas en varias computadoras controlan las pistas sobre las que rapea.

“Me encanta porque comenzó en redes sociales. Se hizo solo y ahora está aquí”, dice Sabrina Escoto, que tiene 22 años. Su novio, Alfredo Mejía, se solo asegura: “Falté al gimnasio para venir. Pero con estas dos horitas de perreo ya lo compenso”.


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