Badosa, a la conquista de Indian Wells


Día a día y bola a bola, Paula Badosa sigue empeñada en demostrar que sí, que es una realidad, que ahí debajo hay madera y tenista de las buenas, que lo conseguido este curso no es ni mucho menos casual ni responde a un mero chispazo, ni tampoco a ese don tan genuino que tiene para producir golpes y abrir espacios con naturalidad desde que empezara a empuñar la raqueta. “¿La clave? He trabajado muy, muy duro, y nunca he dejado de creer”, contesta a pie de pista cuando la noche ya envuelve el Valle de Coachella y ella, 23 años, acaba de ingresar en la final de Indian Wells al batir a la tunecina Ons Jabeur por un doble 6-3, tras 1h 21m.

Lo consigue a la sexta opción, después de resolver el galimatías que propone siempre la primera jugadora árabe que figura entre las 10 mejores del circuito. “Jabeur tiene mucho talento, te lo pone muy difícil”, apostilla feliz y templada a la vez, porque se trata de otra guinda más a un magnífico año —primer título profesional, segunda final, primera de un torneo tan grande…— en el que no ha dejado de crecer, pero al que le falta al menos un paso: ahí delante está Victoria Azarenka, exnúmero uno mundial y ganadora de dos grandes, ya lejanos pero rejuvenecida y con mucha hambre.

“Ahora, a mí hay que ganarme”, advierte la bielorrusa (3-6, 6-3 y 7-5 a Jelena Ostapenko), dando a entender que no concederá ni media y que ella, de nuevo en el escaparate a sus 32 años, también tiene el apetito de quien tiene tierra por descubrir. Triunfó en este escenario en 2012 (Maria Sharapova) y 2016 (Serena Williams), y ahora es la única que puede interrumpir el impetuoso trazado de Badosa, aspirante a convertirse este domingo (22.00, Teledeporte) en la primera mujer española que eleva el trofeo del evento californiano, uno de los más prestigiosos del calendario.

“Todavía no sé si estoy soñando”, expone como heredera de Conchita Martínez, finalista en las ediciones de 1992 y 1996. “El año pasado era la 90 del mundo y ahora estoy aquí”, añade la catalana, que esta campaña ya ha firmado cinco triunfos contra rivales del top-10 —Barty, Sabalenka, Krejcikova, Swiatek y la propia Jabeur— y se reivindica como la gran ascensión en el inestable tablado del circuito femenino. Partió en enero como la 70ª y virtualmente ya reluce como la 17ª, con la posibilidad de instalarse en la undécima posición de la WTA si vence a Azarenka el domingo y de pelear por el acceso a la Copa de Maestras (del 10 al 17 de noviembre).

Campanadas en el cuadro masculino

Antes de que se confirmase el cruce entre ambas, la jornada perfiló las semifinales masculinas con dos sonoras campanadas: dos de los principales candidatos al título, Alexander Zverev y Stefanos Tsitsipas, perdieron contra Taylor Fritz (4-6, 6-3 y 7-6(3) y Nikoloz Basilashvili (6-4, 2-6 y 6-4) de manera respectiva. De este modo, el programa del penúltimo día propone a tres debutantes en una cota tan alta de un Masters 1000, ya que ni el estadounidense ni el georgiano (22.30), así como el británico Cameron Norrie, citado con Grigor Dimitrov (1.00), habían logrado progresar tan lejos en un certamen de esta categoría.

Sin Rafal Nadal, Novak Djokovic ni Roger Federer sobre el tapete —lesionados el español y el suizo, y apeado por decisión propia el número uno—, Indian Wells suponía una excelente ventana para que aquellos que van recogiendo el testigo de mando se reafirmaran. Sin embargo, uno tras otro han ido cayendo: se entregó Daniil Medvedev (Dimitrov) y tampoco han respondido a las expectativas Tsitsipas ni Zverev. El griego (23 años) encabeza el apartado anual de victorias (54), pero se trastabilló en el US Open y no levanta el vuelo; mientras, al alemán (24), regular como ninguno a lo largo del verano, se le escapó la opción de sumar su tercer 1000 en este curso tras Madrid y Cincinnati.

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