Barcelona se prepara para usar más agua freática ante la sequía


Sin lluvias a la vista y tras cerrar el año más seco desde que existen registros, Barcelona afronta un escenario de sequía cada vez más complicado. Las alarmas todavía no se han activado porque los embalses que suministran agua potable a la ciudad —los del Ter y el Llobregat— se encuentran a niveles aceptables pero el Ayuntamiento ya ha diseñado un plan para combatir la falta de lluvia si se alarga la actual situación. Se trata de que los servicios municipales —sobre todo los de limpieza, parques y jardines y alcantarillado— dejen de utilizar agua potable. El Consistorio está preparado para exprimir las aguas freáticas del subsuelo de la ciudad y explotar el acuífero donde se asienta Barcelona. Unas aguas que, a corto plazo, no se ven enormemente afectadas por el cambio climático y que —si la sequía castiga — permitiría liberar agua potable para que no peligre el suministro. Los responsables de Barcelona Ciclo del Agua SA (BCASA) —la sociedad pública que gestiona las redes de alcantarillado, la retención de aguas fluviales, los suministros municipales, las playas y las fuentes ornamentales— aseguran que el plan prevé en un caso extremo que el 100% de estos servicios utilicen aguas freáticas.

“Barcelona se encuentra sobre un acuífero entre dos ríos. Hace años se tomó la decisión de que el agua potable de la ciudad procedieran de zonas lejanas como son el Ter y el Llobregat y el acuífero que tenemos bajo los pies se quedó en parte sin utilizar”, destaca Javier Varela, director de planificación e innovación de BCASA.

Bajo el acuífero se acumulan entre 20 y 25 hectómetros cúbicos anuales. Una cantidad de agua elevada teniendo en cuenta que el consumo de agua potable en la ciudad es de 90 hectómetros cúbicos al año. “El agua freática la gestiona la Agencia Catalana del Agua (ACA) que da una concesión al Ayuntamiento de 4,4 hectómetros anuales. Utilizamos en el riego de parques, la limpieza de calles… 1,1 hectómetros por lo que tenemos margen para utilizar más”, defiende Varela.

El problema principal para usar más estas aguas subterráneas es que la infraestructura es limitada. En la actualidad hay 78 kilómetros de canalizaciones propias para trasladar estas freáticas que no pueden mezclarse con las tuberías de agua potable. Canalizaciones que se distribuyen en depósitos y en 24 hidrantes donde acaban recogiendo agua los camiones que riegan las calles. “Hay un sistema propio para dotar de agua Montjuïc. Por cierto, el agua subterránea del Liceu sirve para regar los parques de la montaña. Entre todas las redes que componen la infraestructura destaca una gran anilla que recorre desde la calle Wellington, los parques del litoral hasta la zona del Diagonal Mar, Glòries o las redes de tranvía. Estas zonas están unidas y de ellas recogemos el agua”, destaca. El plan es ambicioso: cada vez que se realiza algún tipo de intervención urbanística se revisa y se adecúa para, una vez abierta la calle, se realicen las canalizaciones por las que circularán las redes de aguas freáticas.

La jefa de servicios medioambientales de Bcasa, María José Chesa, destaca cuales son los usos de estas aguas subterráneas: “Hoy casi el 100% del agua que se utiliza en la limpieza del alcantarillado procede de aguas freáticas mientras que en la limpieza viaria se utiliza el 80% de aguas freáticas, en las fuentes ornamentales el 45% y en el riego de zonas verdes el 18%. Esto es así porque con la infraestructura actual no podemos llegar de forma lineal a todos los puntos”. Varela aclara: “Un ejemplo son las zonas verdes que consumen mucho agua pero no todos los parques están dotados de esta infraestructura. Con la limpieza viaria es más fácil porque es el camión quien va a un hidrante carga y luego limpia”.

El director de planificación tiene claro cuales son las piezas a mover en caso de que active las alarmas de sequía. “El ACA es quien marca las alertas. Ahora estamos en fase uno de prealerta. Si llegamos a fase 2 el Ayuntamiento reducirá el consumo de agua un 3%. Se dejaría de consumir 9.060 metros cúbicos pero se seguirían consumiendo 286.940 metros cúbicos que serían el 70% de agua potable y el 30% de freática. Este porcentaje se invertiría si el ACA marca una alerta de excepcionalidad. Entonces reduciríamos el consumo un 54% y el agua utilizada debería ser en un 69% freática”, detalla. En estado de excepcionalidad los servicios municipales llegarían a liberar 150.000 metros cúbicos de agua potable que aprovecharía la población.

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El concejal de Emergencia Climática, Eloi Badia, sostiene que la apuesta por la utilización de las freáticas es uno de los salvavidas de la ciudad. “Calculamos que tendremos un 14% menos de agua en los próximos años. Lloverá menos y cuando lo haga será en forma torrencial. Nuestra idea es transformar la ciudad, utilizar suelos drenantes para que el agua regrese al acuífero y que el uso de freáticas por parte de los servicios municipales pase del 30% de hoy al 100%”, destaca el concejal.

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