Bestial: Alonso deja a todos con la boca abierta en Abu Dhabi

Darle cualquier cosa con 4 ruedas a Fernando Alonso es sinónimo de velocidad y emoción. Incluso si le das un carrito del supermercado, es capaz de recorrerse el pasillo de los congelados en tiempo récord. Es así y no lo puede evitar. Virtud o defecto, el bicampeón de F1 tiene dos elementos que le hacen diferente y especial en esto de las carreras: Su competitividad y su amor por conducir. De la primera, solo hay que decir que no quiere perder ni entrenando. Incluso en su preparación para Le Mans, el fisio que le acompañó en Toyota, Giuseppe Sebastiani, contaba a MD que calentando antes de subirse al coche, convertía sus ejercicios en pequeñas competiciones que ganar a su preparador. Es un competidor nato y le da rabia perder. No soporta hacerlo. Y en cuanto a su amor por conducir, el español siempre lo ha reiterado, que si fuera por él, estaría cada día detrás de un volante.

La demostración más clara han sido sus dos años fuera de la F1, pero también su enorme exigencia cuando se subía a un kart para correr en carreras de resistencia con sus amigos. Cualquiera en su lugar se hubiera tomado esas citas con los karts para solo disfrutar. Él no. Sus ojos se clavaban en los tiempos. Y pizarra en mano pedía al piloto de su equipo que no marcara el ritmo deseado, que se bajara del vehículo a grito limpio. Ahí está: pasión por conducir y competitividad llevadas al extremo. Si así se comportaba Fernando en un campeonato regional de Asturias, ¿cómo iba a comportarse al volante de su mágico Renault R25 de 2005 ante la atenta mirada de todo el mundo en Abu Dhabi? No había duda. Iba a ir a por todas. ¿De qué nos sorprendemos?

El viernes ya enseñó sus afilados colmillos con la primera de sus tres exhibiciones del fin de semana, empezando a buscar los límites del coche con el que logró su primer Mundial de F1 en 2005 bajo el sol de Abu Dhabi. Lejos de salir para saludar a las cámaras y darse un paseillo, el ovetense iba enchufado como si de una carrera se tratara. Para Alonso, las exhibiciones no existen. Con un volante en sus manos, lo único que cuenta es ser lo más rápido que puede. Por ello, avisaba a Antonio Lobato por mensaje: “Mañana me meto en el Top-6 sin ajustar reglajes”, decía en broma, aunque dejando claro que apretaría más las tuercas de su antigua joya. Y un día después, con mejores condiciones de pista, ya en plena noche y con todos los focos iluminándole, se puso manos a la obra.

Antes, dejaba que su futuro compañero el próximo curso en Alpine Renault en 2021, Esteban Ocon, se sentara en el coche del que siempre fue sido su ídolo, Alonso. El francés, bastante más alto, tenía algún problema para entrar en un coche mucho más pequeño, pero se pegaba un auténtico gustazo. Alonso le concedía así un deseo a su compañero, algo que no sucederá el próximo año.

Alonso dejó que Ocon entrara en el cockpit de su Renault R25 del año 2005 en Abu Dhabi
Alonso dejó que Ocon entrara en el cockpit de su Renault R25 del año 2005 en Abu Dhabi
Alonso dejó que Ocon entrara en el cockpit de su Renault R25 del año 2005 en Abu Dhabi
Alonso dejó que Ocon entrara en el cockpit de su Renault R25 del año 2005 en Abu Dhabi

Y luego, ya con la pista despejada y llena de goma tras la sesión de clasificación, el asturiano salió a pista, haciéndose notar incluso en la sala de prensa.

Allí estaban Verstappen, el hombre de la pole, junto a Bottas y Hamilton. “Fernando, dando vueltas”, decía ante la fuerte música del R25, ante la que los pilotos parecían querer cerrar los ojos y escuchar más que responder las preguntas de la prensa. En el asfalto, la mayoría de los integrantes de los equipos se iban al muro, casi todos con el móvil en mano para hacer vídeos y fotos. Y Tras la exhibición, todos hicieron un improvisado pasillo al bicampeón con los flashes de sus teléfonos haciendo horas extra y aplaudiendo la exhibición del ovetense. No era para menos, lo había dado todo en pista.

Alonso acaparó todas las miradas de los mecánicos e ingenieros del pit lane en Abu Dhabi
Alonso acaparó todas las miradas de los mecánicos e ingenieros del pit lane en Abu Dhabi

Alonso paró el crono en uno de sus giros en un 1’39”968. Con un coche de hace 15 años, con una mecánica inferior a los coches actuales, mucho más pequeño y por lo tanto con un paso por curva a años luz de los bólidos de 2020, hubiera podido participar en la carrera del domingo. Y en ese sentido, si su tiempo lo comparamos con la pole del 2009, el primer año que rodó un F1 en este trazado, el ovetense se hubiera colado en segunda posición de aquella parrilla de salida con un coche 4 años más antiguo.

La espectacular vuelta de Alonso a bordo del R25 en Abu Dhabi:

La espectacular imagen desde dentro del coche de Alonso en el R25

El ovetense había empujado. Incluso el nervioso coche azul y amarillo le hizo sacar humo en una de sus frenadas por el ímpetu que le puso. Por ello, no es de extrañar que recibiera un fuerte aplauso a su regreso a boxes de todos los equipos. Tampoco que Fernando, al bajarse del coche y quitarse el casco, mirara a sus ingenieros con una enorme sonrisa y una tremenda cara de pillo. Como un niño que ha asombrado con una de sus ocurrencias.

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En el fondo, Fernando sigue siendo aquel niño que se enamoró de las carreras cuando a penas levantaba un palmo del suelo. Sigue ahí, con más hambre que nunca pese a sus 39 primaveras, por su amor por conducir y su competitividad. Ambas quedaron claras en pista este sábado. Y ojo, porque este domingo tiene la última de sus exhibiciones antes de subirse el próximo martes al Renault de 2020 en el test de jóvenes pilotos.

Fernando ha vuelto y todos lo saben. No desaprovecha ninguna ocasión para recordárselo a todos. Hoy, en pista, volvió a sorprender.


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