El control del Senado de Estados Unidos pasa por Pensilvania. El senador republicano Pat Toomey no se presenta a la reelección y los demócratas creen que pueden hacerse con el puesto. El nuevo candidato republicano, Mehmet Oz, reconoce que está perdiendo la batalla y ha pedido auxilio al expresidente Donald Trump, que dará un gran mitin este sábado en Wilkes-Barre, una ciudad de unos 45.000 habitantes. Por su parte, el presidente, el demócrata Joe Biden, ha programado tres actos en Pensilvania en una semana: este martes, el jueves y el lunes próximo. El duelo está servido.
Con un empate a 50 en el Senado actual, en las elecciones del 8 de noviembre el puesto de Pensilvania es uno de los más disputados y puede decantar la balanza de un lado u otro, así que tanto el Partido Republicano como el Demócrata lo tienen como prioritario.
Biden inicia su ofensiva precisamente en Wilkes-Barre, ciudad vecina a Scranton, su localidad natal. Este martes pronuncia un discurso en la Universidad de Wilkes donde se espera que insista en su propuesta de prohibir el acceso libre a las armas de asalto, una promesa casi imposible de llevar a cabo por la oposición republicana y la falta de mayoría suficiente. También explicará sus medidas para dar más medios a la policía para luchar contra la delincuencia.
Tras esa primera incursión, la Casa Blanca ha anunciado para este jueves un inusual discurso “en horario de máxima audiencia” sobre “la continua batalla por el alma de la nación”. Biden ha elegido un lugar simbólico para el evento, el Parque Histórico Nacional de la Independencia, en Filadelfia. El punto del centro de la ciudad donde se firmó en 1776 la Declaración de Independencia y en 1989, la Constitución de Estados Unidos.
El alma de la nación
Esa batalla por el alma de la nación puede traducirse en una crítica al extremismo que, en su opinión, se ha instalado en el Partido Republicano de Trump y sus partidarios, cuya ideología tildó la semana pasada de “semifascismo” con actitud de inicio de campaña: “Los republicanos MAGA [en referencia a Trump y sus partidarios] no solo amenazan nuestros derechos personales y nuestra seguridad económica. Son una amenaza para nuestra propia democracia. Se niegan a aceptar la voluntad del pueblo. Abrazan la violencia política. No creen en la democracia”, dijo el jueves en Maryland. Aquel era un acto de partido, mientras que el del jueves es institucional, así que habrá que ver cómo modela el presidente su tono.
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La triple visita de Biden a Pensilvania se completa con un acto junto a los sindicatos el lunes en Pittsburgh, donde se espera que coincida con el candidato demócrata al Senado, John Fetterman. Ese día hará doblete porque también viajará a otro acto similar a Milwaukee, en Wisconsin, otro Estado donde ganó en 2020 y en el que está en juego la renovación de un senador republicano.
Trump, por su parte, ha organizado un acto multitudinario este sábado en un pabellón de Wilkes-Barre con capacidad para unas 10.000 personas. Participará con él el candidato republicano al Senado, el doctor Oz. Es la primera intervención de Trump en un acto público desde el registro de Mar-a-Lago, su mansión en Florida, el pasado 8 de agosto. La investigación judicial ha acentuado su discurso extremista. Esta semana, Trump ha pedido que se le proclame ganador de las elecciones presidenciales de 2020 o, “como mínimo”, que se repitan las elecciones.
La importancia de Pensilvania
En las elecciones legislativas de mitad del mandato de Biden se renueva algo más de un tercio del Senado, donde ahora hay un empate a 50 que solo deshace la vicepresidenta, Kamala Harris. De los 35 escaños en juego, 21 son de republicanos y 14, de demócratas. Entre estos últimos hay nueve que se da por seguro que volverán a votar al partido del presidente y otros dos donde sería una sorpresa que no lo hicieran. Las oportunidades de los republicanos, por tanto, son reducidas y se centran en Nevada, Arizona y Georgia, principalmente, y en menor medida en Colorado y Nuevo Hampshire. Pero son Estados que votaron a Biden en 2020 y en ninguno los republicanos terminan de fiarse.
Esos cálculos están hechos bajo la premisa de que los republicanos conservan sus escaños. Pero empiezan a tener puntos débiles y el principal de ellos es precisamente Pensilvania. Si los demócratas conquistan ese Estado, dejan a los republicanos con poco margen de error, pues tendrían que conquistar otros dos puestos. Los pronósticos aún dan como más probable que los republicanos controlen ambas cámaras, pero el margen se ha reducido y la tendencia ha cambiado.
El candidato republicano al Senado por Pensilvania, Mehmet Oz, en un mitin junto a Donald Trump, en mayo pasado.
Gene J. Puskar (AP)
El candidato republicano es Mehmet Oz, de ascendencia turca, musulmán no practicante (nunca un musulmán ha llegado a senador en Estados Unidos), que fue cirujano cardiotorácico de prestigio. De ahí se lanzó a la televisión, primero como invitado de Oprah Winfrey y luego con su programa en solitario, donde con frecuencia daba recomendaciones pseudocientíficas, equivocadas o fuera de lugar. Logró fama y fortuna (tiene un patrimonio de más de 100 millones de dólares) y dio el salto a la política. Ganó por los pelos las primarias porque no termina de convencer a los votantes republicanos, que llegaron a abuchearle en mayo en un mitin que dio junto a Trump. Le consideran un paracaidista, sin arraigo en Pensilvania, y un republicano de boquilla que fue tolerante con el aborto, crítico del fracking para extraer petróleo y partidario de un mayor control de las armas.
Va por detrás en las encuestas de John Fetterman, vicegobernador del Estado, un demócrata del ala izquierdista del partido que quiere que Biden legalice la marihuana en todo el país: Fetterman, de dos metros de altura, dio varios mítines en sudadera y pantalón corto, indumentaria con la que también recibió a Biden en alguna visita anterior a Pensilvania. Fetterman sufrió justo antes de las primarias un ataque por el que necesita llevar un marcapasos y por el que ha limitado sus apariciones públicas. Los partidarios de Oz han empezado a utilizar su estado de salud como argumento de campaña.
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