El presidente de EE UU, Joe Biden, ha aterrizado en la mañana del miércoles en un Chicago cubierto por el humo de los incendios de Canadá para dar un discurso sobre su política económica. “Lo llaman Bidenomics. No sé qué demonios es eso, pero está funcionando”, señaló el mandatario en un mitin en Filadelfia el pasado 17 de junio al usar por primera vez la expresión que ha acabado adoptando. Golpeados por la inflación, los ciudadanos ―esto es, los votantes― no parecen demasiado convencidos. La visibilidad de la economía es como la de Chicago. Los economistas no saben si viene un aterrizaje suave o una recesión.
“Bidenomics consiste en construir la economía desde el centro hacia fuera y desde abajo hacia arriba, no desde arriba hacia abajo, introduciendo tres cambios fundamentales. En primer lugar, realizar inversiones inteligentes en Estados Unidos. Segundo, educar y capacitar a los trabajadores estadounidenses para hacer crecer la clase media. Y tercero, promover la competencia para reducir costes y ayudar a las pequeñas empresas”, ha dicho Biden en un discurso de algo más de media hora.
Pese a la espectacular escenografía, la intervención de este miércoles en el Old Post Office de Chicago ha quedado bastante deslucida por problemas de iluminación y de sonido. Un Biden algo oscuro a contraluz, cuya voz por momentos se perdía y por momentos atronaba, ha defendido los logros de la economía.
“En la actualidad, Estados Unidos ha registrado el mayor crecimiento económico entre las principales economías del mundo desde la pandemia. Hemos creado más de 13 millones de puestos de trabajo, más empleos en dos años que ningún otro presidente en un mandato de cuatro años. Y amigos, eso no es casualidad. Es Bidenomics en acción”, ha dicho.
El aspecto diferencial y más exitoso de la política de Biden consiste en el impulso a las infraestructuras y a las ayudas a las inversiones en sectores clave como los microprocesadores o las energías limpias, con un enfoque de cierto proteccionismo económico para los grandes proyectos. La ley de infraestructuras y la de Reducción de la Inflación han sido sus grandes éxitos legislativos en materia económica. Además, ha conjurado el riesgo de una suspensión de pagos con un acuerdo beneficioso sobre el techo de deuda
Biden se apunta en el haber la recuperación de empleos destruidos por la pandemia, aunque eso tuvo más que ver con el momento en que se produjo el relevo en la Casa Blanca que con sus propias políticas. El presidente, en todo caso, se presenta como defensor de los trabajadores y las clases medias y se define como el presidente más prosindicatos de la historia.
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En el debe, su estímulo fiscal para salir de la pandemia animó la demanda en exceso y ayudó a que la inflación se disparara cuando la guerra de Ucrania y los atascos en la cadena de suministro limitaron la oferta. Tanto en la estabilidad de precios como en la propia marcha de la economía, el papel del presidente y su Administración es con frecuencia menos decisivo que el de la Reserva Federal, pero los ciudadanos no votan al responsable del banco central y sí al inquilino de la Casa Blanca.
Los demócratas lograron en las legislativas de noviembre de 2022 un resultado mucho mejor que el previsto gracias a dos argumentos: la defensa de la democracia frente al trumpismo extremo y el aborto, tras la sentencia del Supremo que lo derogó como derecho constitucional en todo el país. Su gran pasivo era por entonces una inflación disparada, mucho más que ahora, que eclipsaba otros logros en materia económica.
Campaña para 2024
Ahora que el ritmo de subida de precios se ha frenado, Biden quiere usar la economía también como argumento electoral con la vista puesta en las elecciones de 2024. Ya lo mostró en un acto en Washington el mismo día en que anunció su campaña para la reelección y siguió por esa línea hace 10 días en un mitin en Filadelfia.
Biden podrá diseñar así una campaña basada en tres ejes: los valores democráticos (una mina, teniendo enfrente a Trump); el derecho al aborto ―que defiende, pero con el que no se siente muy cómodo: ”Soy católico practicante. No soy muy amigo del aborto”, admitió este martes en un acto a puerta cerrada en las afueras de Washington―; y la economía.
Con el lanzamiento de su campaña de reelección y la mejora de la economía, Biden ha visto repuntar la valoración de su trabajo cuatro puntos porcentuales en el último mes, hasta el 43%, el punto más alto desde agosto de 2022, según una encuesta publicada esta semana por Gallup, uno de los principales institutos demoscópicos y el que lleva más tiempo midiendo la popularidad de los presidentes. La recuperación llega dos meses después de recibir el índice de aprobación más bajo de su presidencia. Aun así, el 54% de los adultos estadounidenses desaprueba su actuación. El trabajo de campo se realizó entre el 1 y el 22 de junio, justo después del acuerdo para suspender el techo de deuda.
Pese a eso, la percepción de los ciudadanos sobre la política económica de Biden sigue siendo mala. Una encuesta recién publicada por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research revela que solo uno de cada tres adultos estadounidenses (el 34%) aprueba su gestión económica. En el caso de los votantes demócratas, según esa encuesta, mientras que un 72% aprueban su trabajo en general, solo un 60% aprueban su gestión económica en un momento en que la inflación ha bajado a menos de la mitad que hace un año y el paro está en los mínimos en medio siglo. Curiosamente, Donald Trump lograba un índice de aprobación de su gestión del 90% entre los republicanos, incluso cuando el paro estaba disparado.
Lo dramático para Biden es que esa baja aprobación se da en el mejor momento económico de su mandato y que el riesgo de una recesión antes de las elecciones presidenciales de 2024 sigue muy presente, pues la Reserva Federal tiene aún un par de balas en forma de subidas de tipos para disparar contra la inflación. En todo caso, es la recesión que no llega. “Llevo oyendo todos los meses que va a haber recesión el mes que viene”, ha dicho Biden este miércoles. “No creo que la haya”, ha añadido.
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