Blake Griffin, el resurgir de la estrella caída: "Me siento fantástico"

Blake Griffin, el resurgir de la estrella caída: "Me siento fantástico"

Un día lo fue todo, absolutamente todo en la NBA. Su imponente grito, los alaridos del aro al ser machacados, algo como su bandera, su forma de ser respetado por los rivales, su modo de ser venerado por la multitud, aclamado seis veces en el All-Star, en esos sobre todo esplendorosos años en Los Ángeles Clippers (2010-2018). Pero ese portentoso cuerpo, el mismo que le catapultaba a esos altos vuelos para devorar el aro, le empezó a fallar, sobre todo, esas malditas rodillas. Hasta traicionarle. Por dos veces, en los Clippers pero también en Detroit (2018-2021). De ser un fijo entre los máximos anotadores de la NBA -rozando los 25 puntos de media en 2014 y 2019 y un All-Star permanente a clamar por minutos en la rotación. La NBA, sólo ojos para el presente, no se acuerda ni tiene compasión de nadie.



A Blake Griffin las lesiones le han machacado, le han apaleado hasta acabar con él. Hasta dos veces. Para, fiero carácter, acabar resurgiendo también dos veces, de intimar con el aro a tener que seducirlo desde la distancia, del chico de los Clippers al reconvertido triplista de los Pistons. Y de Detroit, sepultado de nuevo a la nada por más lesiones, a valioso y productivo jugador de rol en los Celtics, a un chico ‘corriente’ al que no le importa estar en el otro bando, salir desde el banquillo y revolcarse por el suelo, pegarse por el rebote para trabajar para sus ‘superiores’, para Jayson Tatum y Jaylen Brown, para quienes son lo que un día él fue, admirados ídolos en la NBA. Un lujo para Boston. Y un placer para él.

Blake Griffin, al servicio de Jayson Tatum

Getty Images

“¿Que cómo he asumido mi cambio de rol? Me siento fantástico. Cuando llegas a un equipo así, con jugadores increíbles, de los mejores de la liga, tienes que saber cuál es tu lugar, hasta los que entran desde el banquillo podrían ser titulares en otros equipos. Tienes que entender eso, saber quién eres y dónde estás, ser realista, incluso encajar alguna broma de vez en cuando. En mi caso no pienso demasiado en ello y me centro en mi trabajo”, explica, con toda naturalidad, a MD el ala-pívot de 33 años, encantados los Celtics con su aportación en su primera temporada de verde tras su paso por Brooklyn -5,6 puntos, 4,3 rebotes, 1 asistencia y un 50% en tiros de campo en 16 minutos-, apoyo incondicional en un juego interior que necesita de él ante las dudas del estado físico del recién regresado Robert Williams III y de la edad de Al Horford, 36 años que parecen de mentira pero 36 años al fin y al cabo.

Y asume ese rol con positivismo, con esa naturalidad de ser y sentirse como uno más a pesar de ser quién fue. Y a Tatum le conmueve. “Fue una estrella y sufrió lesiones. No es normal que alguien que ha logrado todo lo que ha logrado, que con el dinero que tiene tenga esa mentalidad de equipo, y que no sólo sea un ‘two-way player’, sino un gran compañero”, llegó a decir el candidato a MVP de Griffin, aunque no es el único Jayson el que sigue sin salir de su asombro.

“No es normal que alguien que ha logrado lo que él tenga esta mentalidad de equipo”


Jayson Tatum

“Todos los grandes jugadores de la NBA han llegado a ese punto (el de convertirse en jugador de banquillo) y eso te exige cambiar. Tienes que ser capaz de ajustarte y adaptarte, y la manera cómo el lo ha hecho habla de su profesionalidad”, destacaba Marcus Smart a MD en la visita de los Celtics a Toronto.

Y es que lo de Griffin, de mandar a ser mandado, más que una forzosa reconversión a otro jugador ha sido una creativa y admirable reinvención que no han conseguido o aceptado otras estrellas caídas en desgracia por las lesiones como DeMarcus Cousins o Jabari Parker o atenuadas por la edad como Dwight Howard. Del jugador pegado a los mates a renunciar casi a ellos -de 2,5 a 0,3 por encuentro-, del que ni miraba al aro de lejos -0,5 triples intentado por partido en sus primeros seis años en los Clippers-, al consumado y compulsivo triplista que alcanzó un 36% con 7 lanzamientos por partido en la temporada 2018-2019 con los Pistons para dar lugar al Griffin más anotador de siempre con 24,5 puntos por partido.


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De la estrella entorno a la que giraba todo al jugador satélite que trabaja para los demás, de un uso de balón del 30% con los Clippers -porcentaje de acciones del equipo terminadas por el jugador en cuestión-, al 13% actual con los Celtics. “¿Si sigo añadiendo nuevos elementos a mi juego? Todo jugador trabaja siempre en su juego, en verano siempre buscas una mejora, nunca se sabe. Puedes llegar al equipo y que tu papel cambie”, asegura el que llegara a la NBA como número 1 del draft de 2009 por encima de James Harden (3), Stephen Curry (7) o DeMar DeRozan (9). Hoy Griffin no es el mejor en nada pero lo hace bien todo, poderoso en el poste, astuto para cortar, eficaz desde el perímetro, generoso en el rebote. Lo que necesite el equipo en cada momento.

“Nos da mucho en ambos lados de la cancha”, destaca Joe Mazzulla contestando a MD. “Nos da ‘spacing’, está haciendo un gran trabajo al margen del balón, pone pantallas… Nos da físico y trae mucho positivismo al vestuario”, advierte el técnico, con quien declara Griffin tener abiertas conversaciones en su rol en el equipo. No ha dudado en ponerle de titular hasta en 8 partidos esta temporada en ausencia de Williams, Al Horford o ambos a pesar de que, después de que Steve Nash le retirara su confianza en los Nets, se pasara casi un año entero sin entrar en un quinteto titular. 

“Me siento físicamente muy bien y eso me permite también hacer mates”


Blake Griffin

“Es simplemente estar preparado en cualquier momento para lo que me pidan”, dijo, en este caso a pregunta de Gigantes del Basket, el interior, quien, además congenia a la perfección con el ‘Big Three’ de los Celtics, sumando un net rating positivo tanto con Tatum (+12,7), como con Brown (+10,25), como con Smart (+10,25).

Y, lo mejor de todo, es que como si el baloncesto hubiera apreciado todos sus sacrificios para seguir sintiendo la naranja y evolucionar en el juego, Blake Griffin -aunque pueda pasar desapercibido en un rol con muchos menos minutos-, luce el mejor rating ofensivo de su carrera con un 119, superior al 117 que alcanzó en los Clippers y el ataque de los Celtics mejora de manera notable con él en pista, de esos 119 tantos cada 100 posesiones cuando está a un 109 cuando está en el banquillo. Aunque lo que más gusta a sus incondicionales de él y de la NBA es su generosidad por evocar el Griffin ‘vintage’. Porque, aunque sea muy de vez en cuando, Blake vuelve a hacer temblar el aro.



“Hace ya un mes que me siento muy bien físicamente, estoy trabajando duro y me siento en forma. Y eso hace que vengan los mates. ¡Y no, no me duelen las manos cuando los hago!”, asegura el interior con su frecuente sonrisa, la que advierte del positivismo con el que se toma la vida un tipo conocido también por su participación en varios programas de humor y comedia. Sabe reírse de sí mismo y quizá eso es lo que explica su resurgir. “Tienes que saber encajar alguna broma de vez en cuando. Yo, la verdad, es que soy muy de bromas”, afirma el ex de Clippers, Pistons y Nets.  

Pero Griffin se pone bien serio cuando oye lo del anillo, quizá una premonición, algo bonito que le tenga guardado el baloncesto en homenaje a su sacrificio, que haya ido a parar al subcampeón y hasta ahora mejor equipo de la temporada.

“Para cualquier jugador de baloncesto el objetivo es ese, ganar. Este equipo tiene la oportunidad de conseguir el anillo, pero antes hay mucho trabajo por hacer. No estamos cerca todavía, queda mucho pero todos compartimos el mismo objetivo”, señala el comprometido y resurgido Blake Griffin, falto de la joya más preciada. Pero no se le caen los anillos por haber pasado de rey a peón. Y, eso a los Celtics les viene como anillo al dedo. Griffin siempre vuelve.




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