Brasil y Argentina impulsan un acuerdo comercial con EEUU tras el pacto con la Unión Europea



Brasil y Argentina van por más. Tras la firma, la semana pasada, del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, los dos países más grandes del bloque sudamericano dan el pistoletazo de salida a las conversaciones con Estados Unidos. La idea de Brasilia y Buenos Aires es firmar un pacto comercial con la mayor economía del mundo aprovechando la buena sintonía que sus presidentes, Jair Bolsonaro y Mauricio Macri, mantienen con Donald Trump. Pero el futuro de semejante apuesta es incierto: la fumata blanca con la UE demandó 20 años de negociaciones, pese a que sus economías eran, en su mayor parte, complementarias. EE UU, en cambio, compite directamente con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay por la misma porción de la torta del mercado agropecuario.
La idea de una negociación comercial con la primera potencia mundial nació en Brasil. Bolsonaro la anunció en su cuenta en Twitter tras la reunión que mantuvo la semana pasada con el mandatario estadounidense en Osaka (Japón), en el marco de la cumbre del G20. “En la reunión con el presidente Trump retomamos asuntos tratados en la visita a Washington e introdujimos la idea de un acuerdo de libre comercio para fortalecer aún más nuestra alianza económica. Trabajando juntos: Brasil y EE UU pueden tener un impacto muy positivo en el mundo”, dijo Bolsonaro. El texto no hacía mención a Argentina: tuvo que ser Macri quien, el jueves pasado, anunció que él también se sumaba a la partida.

“El año que viene vamos a tener en agenda Corea [del Sur, con quien Mercosur ya negocia un TLC] y estamos hablando con Brasil para un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos”, dijo el jefe de Estado y de Gobierno argentino. Con la campaña electoral ya lanzada, Macri habló durante un acto ante pequeños empresarios, a los que intentó tranquilizar sobre los efectos que puede tener la apertura del mercado a los productos europeos una vez que se derribe la barrera arancelaria.
El canciller brasileño, Ernesto Araújo, confirmó el lunes pasado que Argentina y Brasil están en conversaciones. Pero acto seguido aclaró enseguida que cualquier acuerdo con Washington “no seguirá los moldes” del reciente pacto con Bruselas. “Cada acuerdo tiene que seguir un modelo diferente, cada socio tiene características diferentes”, dijo Araújo, informa, desde São Paulo, Heloísa Mendonça. El cerebro de la iniciativa no es el canciller, si no su par de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes. Formado en la escuela de Chicago, Guedes es un férreo defensor de la apertura comercial y sus opiniones tuvieron mucho que ver con el empuje que Brasil dio a las negociaciones con la Unión Europea en el último año.
La apuesta fortalece la política de alineamiento de Bolsonaro con EE UU y, a la vez, da a Washington una baza en plena guerra comercial con China. La duda está en la viabilidad de semejante negociación. Trump adelantó la semana pasada que llegó a una tregua con Xi Jinping, después de que China prometiese comprar más soja, maíz y cerdo al país norteamericano, tres de los productos estrella en las exportaciones de Mercosur. Por eso, el anuncio de Brasil y el apoyo que obtuvo en Argentina pudo depender más de la coyuntura que de una apuesta a largo plazo.
“Es una buena estrategia mediática decir ‘acordamos con la Unión Europea y ahora vamos por la primera potencia mundial”, dice Ignacio Bartesaghi, decano de la facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica de Montevideo. Es común, apunta el internacionalista, que tras un acuerdo comercial muy importante los firmantes suban “su precio” ante otros negociadores, convencidos de que ahora son más atractivos. “Bolsonaro se quiere acercar a EE UU y Macri se sube a ese carro porque no puede dejar que Brasil se corte solo y cierre con Trump”. De todas formas, advierte Bartesaghi, “no hay que descartar que Washington diga que le interesa negociar con Brasil, porque quiere cerrar espacios a China en la región. El acuerdo entre el Mercosur y la UE, además, no le permite dormirse en los laureles”.
La Casa Blanca no ha respondido a la oferta de Brasil y Argentina y es probable que prefiera esperar a que se aplaque el ruido doméstico de sus vecinos del sur. Argentina ya inició la campaña para unas elecciones que no dan por segura la reelección de Macri y el Congreso de Brasil está concentrado en el debate una polémica reforma de las pensiones. Son asuntos complejos que dejan poco espacio a nuevas aventuras comerciales en el exterior.


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