Brigitte y Emmanuel Macron: una novela (o una canción) de amor

Cuando Brigitte mira a Emmanuel, ve a un prodigio, un genio. Cuando Emmanuel mira a Brigitte, en sus ojos se ve un brillo especial.

“Tienes la impresión de que en ese momento está descubriendo en ella un cruce entre Brigitte Bardot y Golda Meir”, dice la escritora francesa Gaël Tchakaloff (Toulon, 49 años) en alusión a la legendaria actriz y a la primera ministra de Israel en los años setenta, símbolos respectivos de la belleza y el poder. “Ella le fascina. Me encantaría que un tío me mirase igual”, añade en un café de Saint-Germain-des-Près, el más literario de los barrios parisienses.

La periodista francesa Gaël Tchakaloff, autora del libro 'Tant qu’on est tous les deux'.
La periodista francesa Gaël Tchakaloff, autora del libro ‘Tant qu’on est tous les deux’. MARTIN BUREAU (AFP)

Tchakaloff conoce bien a los Macron, el presidente francés y su esposa. A ella la considera una amiga; con él la relación no es tan íntima. Les conoce desde antes que se mudaran al palacio del Elíseo en 2017.

Entre 2020 y 2021, la escritora pasó horas y horas en el Castillo, como se conoce la sede presidencial en el centro de París, convivió con la primera dama y siguió en sus actos públicos al jefe del Estado. Disfrutó de un acceso a las bambalinas poco habitual. Observó. Apuntó.

De sus notas ha sacado Tant qu’on est tous les deux (”Mientras estemos juntos los dos”, publicado en francés por la editorial Flammarion), un retrato impresionista y amable de los Macron, sin revelaciones ni noticias incómodas, pero con apuntes y pinceladas que permiten entender algo más de una pareja que fascina y desconcierta. Hay algo en el libro de Tchakaloff de las crónicas de la corte de Versalles y el Rey Sol en un país que nunca ha dejado de tener un fondo monárquico y que ha hecho de su presidente un rey electo y sin corona, omnipotente y, según se desprende de estas páginas, frágil también.

“Todo irá bien mientras estemos juntos los dos”, le dice hacia el final del libro Brigitte Macron a la autora. La frase, que da título al libro, parece sacada de una canción romántica, pero revela algo de la mentalidad de la pareja desde que se conoció. La historia es sabida. Él tenía 16 años y era un estudiante modélico en la Providence, la escuela de los jesuitas de la provinciana ciudad de Amiens, en el norte de Francia; ella, hija de una familia burguesa, era su profesora de teatro, tenía 40 años y estaba casada con un banquero con el que tenía tres hijos (hoy el presidente tiene 43; su esposa, 68). Como en toda buena novela del siglo XIX (o como en una mala canción romántica), ambos lucharon contra los elementos de las familias y las convenciones sociales, se marcharon de Amiens para conquistar París, superaron rumores y maledicencias y ahí siguen, mano a mano en la cúspide de Francia.

Brigitte lo resume en el libro: “Tuvimos mucha suerte de cruzarnos, nuestra fusión se realizó desde el primer día, como si fuese una evidencia. La gente no lo entiende, porque la sociedad es individualista, pero la pareja no rompe la individualidad: la refuerza, la respeta”. Y añade: “Parejas con nuestra historia, nuestro trayecto, todo lo que hemos pasado… Sí, quizá no hay muchas”.

Gaël Tchakaloff, la amiga y cronista, apunta: “Hay una resonancia magnética entre ellos”. Hay en ello algo religioso que encaja con la idea de un presidente que, según la autora, “está enamorado, más que del poder, de lo sagrado”. Lo sagrado es también lo literario: a veces parece que Macron vea su vida como una novela decimonónica y a sí mismo y a su esposa como al héroe y la heroína románticos.

El matrimonio Macron, en el homanaje al fallecido actor Jean-Paul Belmondo, el pasado septiembre.
El matrimonio Macron, en el homanaje al fallecido actor Jean-Paul Belmondo, el pasado septiembre. Chesnot (Getty Images)

“Él no está verdaderamente hecho para la política, es un literario de raza, su ambición era artística, desde la infancia”, le cuenta a Tchakaloff una persona de Amiens que conoció bien al presidente. Una de las novedades que aporta el libro es el testimonio de Françoise Noguès, la madre de Emmanuel Macron. Hasta ahora había permanecido en la sombra, como el padre. Y Noguès corrobora esta idea sobre la vocación auténtica de su hijo, porque la política, según ella, es “un paréntesis”. “Estoy convencida”, dice, “de que se lanzará a la escritura, que cambiará de ruta”. Brigitte Macron, que además de profesora de teatro impartía Literatura Francesa, también cree en el destino literario de su marido.

Hay quien sostiene que, en realidad, la imagen de Macron como literato o filósofo –su trabajo, siendo estudiante, junto al gran pensador Paul Ricoeur le marcó– es una construcción que no responde a la realidad. Así lo defiende uno de los interlocutores anónimos de Gaël Tchakaloff en Tant qu’on es tous les deux. “Aunque es muy inteligente, no es un intelectual”, dice. “No es muy culto, tiene una cultura popular”.

Su obra escrita, por ahora, se resume en el libro programático Revolución, publicado durante su campaña electoral. También se conoce la existencia de un texto de adolescencia titulado Babilonia, Babilonia donde, como explicó antes de ser presidente, “contaba de una manera un poco desubicada la aventura de Hernán Cortés”. Hay toda una leyenda en torno a estos textos juveniles.

“Incluso antes de que él fuese candidato a la presidencia, yo ya oía con frecuencia Brigitte hablando de los manuscritos”, dijo Tchakaloff en la conversación a mediados de octubre. “Y la semana pasada fui al Elíseo para almorzar con Brigitte, y seguía hablando de los manuscritos de Emmanuel. Creo que son novelas y al parecer hay tres o cuatro”.


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