Los Boston Celtics deleitaron y los Philadelphia 76ers se delataron en una fascinante ‘opening night’ en el TD Garden animada por el explosivo dúo Jaylen Brown-Jayson Tatum –35 puntos cada uno-, y un renovado y motivado James Harden -también 35 tantos y 16 en el primer cuarto-, secundado por un incesante pero no brillante Joel Embiid (26). Los Celtics siguen siendo en esencia y apariencia los mismos y, como mejor credencial, un triunfo para remarcar su inequívoca personalidad. Perdieron a su mentor -Ime Udoka-, por un maldito desliz pero se lo saben todo de memoria los subcampeones, con un ataque coral y demoledor y una defensa diferencial que forzó hasta 14 pérdidas en los Sixers, la antítesis del espíritu colectivo.
El ‘exceso’ de James Harden es el déficit de equipo de Philadelphia, un contendiente al anillo que ofreció una primera impresión insuficiente, muy dependiente de la ‘Barba’. Con el escolta en pista, los Sixers se entregaron absolutamente a él sin casi contemplar ningún otro plan aparte de Joel Embiid, buenos sus números también en tiros y rebotes -9/18 en lanzamientos y 15 capturas-, pero más por acumulación que una inspiración que sólo fue constante en las intrascendentes minutos finales ante las variantes defensivas de los Celtics, que esprintaron en el marcador a partir del tercer cuarto para escaparse hacia el triunfo en una pareja contienda hasta ese momento y con momentos de tensión.
Sin Harden en cancha, y sin Embiid a su máximo, el equipo de Doc Rivers deambuló por la pista, encomendado a los impulsos de Tyrese Maxey, fenomenal en la anotación (21) puntos, no tanto en la dirección (2 asistencias). La diferencia es que los Celtics supieron atenuar la ausencia de sus dos astros y los Sixers no. La diferencia entre un equipo hecho y otro por hacer por mucho que piense Doc Rivers que con Harden y Embiid a su tope van a ser “imbatibles”.
La perfección de Harden
Lo cortés no quita lo valiente. En un impactante puesta en escena, la ‘Barba’ se rebeló de primeras para revelar al verdadero Harden, el que antes del partido presume de ‘outfit’, y ahora también ‘fit’ en la pista, más fino que nunca tras renunciar a principios de verano también a 15 millones en su renovación. Significa compromiso el anillo y ese deseo se debió intensificar con el homenaje antes del partido al ‘Señor de los Anillos’, Bill Russell (11 entorchados).
James Harden hizo todo bien ante la mejor defensa de la NBA
James Harden lo hizo todo o casi bien. Más allá de un expediente impecable -9/14 en tiros, 5/9 en triples, 12/12 en tiros libres, 8 rebotes y 7 asistencias-, interpretó a las mil maravillas cada situación que le planteó la mejor defensa de la NBA del año pasado, penetrando hasta la pintura, detectando el hombre liberado cuando recibió 2×1 y, sobre todo, desquiciando a la defensa de los Celtics con su definitorio triple tras ‘step-back’ cuando parecía controlado Con un desolador 3-9 para los Sixers a falta de 8:39 para el final del primer cuarto, tres tiros libres anotados tras falta en el triple de Al Horford prendieron los fuegos artificiales del escolta y Philadelphia despidió el primer cuarto 29-24 arriba, aunque el descanso ya reflejaba un 63-63 y, el final del tercer parcial, un 88-98.
La riqueza defensiva de los Celtics
Pero a los Sixers les faltaba la constancia de los Celtics, fieles en su plan para defender a Embiid y en su hoja de ruta ofensiva. Joe Mazulla -convertido en el entrenador más joven en la historia de la NBA con sus 34 años-, tenía una ristra de recursos preparados para detener al camerunés, a ratos emparejado con Al Horford, ora con el ‘factor X’ Noah Vonleh -el año pasado jugaba en la liga china-, ora recibiendo traps en el poste sin importarle a Boston que quedara el perímetro liberado o que fuera el mismo Embiid el que tirara de 3 -1/6 en triples-. Rivers le tuvo que retirar al final del primer cuarto por estar con dos faltas. Sin Robert Williams, Boston supo sujetar al poderoso ‘center’.
Y en la ofensiva, sucede que Brown y Tatum -17 puntos en el tercer cuarto-, son sinónimos: son portentos físicos cuya rapidez y estatura -1,98 y 2,03-, les convierte en un perfil muy difícil de defender, penetran y tienen un amplio rango de tiro, también de tres. Y el recién llegado Malcolm Brogdon (16 puntos), el no renovado Grant Williams (15) y el otro miembro del ‘Big Three’ del TD Garden, Marcus Smart (14), fueron perfectos cómplices. Los sistemas abiertos de los Celtics son un jeroglífico muy difícil de descifrar que somete a los rivales a un constante debate interno en el que Boston disfruta: ¿pegarse a los exteriores abiertos en un equipo repleto de buenos tiradores para tapar el triple o colapsar para evitar la penetración?
Y lo peor para ellos, es que cómo lo ven y leen todo en pleno fragor de la jugada los avispados Celtics, con estatus de subcampeón pero con esas maneras y hechuras de ganador ausentes a primera vista en los Sixers. El regreso del verdadero James Harden es una bendición pero Boston y esos conceptos colectivos que se sabe como las tablas de multiplicar invitan a los Sixers a la reflexión.