Brújula estratégica


La necesidad de la defensa de Europa ante agresiones militares ha vivido una sacudida crucial con la invasión de Ucrania, iniciada hace ya casi un mes. El salto adelante que significa el proyecto Brújula Estratégica materializa los planes para una autonomía defensiva de Europa que deje de ser subsidiaria, tenga capacidad disuasoria y garantice una seguridad que ha sido, está siendo, abiertamente amenazada en las últimas semanas.

Se había teorizado desde hacía años, pero solo se empezó a trabajar hace dos y su primer borrador, adelantado por EL PAÍS, se conoció el pasado noviembre. La iniciativa aprobada por los Veintisiete ha sido presentada por el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, quien asegura que la agresión de Putin contra Ucrania ha supuesto “un despertar de las conciencias”. El documento afirma que hay que “gastar más y mejor”, en línea con el importante incremento en gasto de defensa anunciado por varios países de la Unión Europea —entre ellos España, que pretende una subida progresiva hasta alcanzar el 2% del PIB comprometido con la OTAN— y con la necesidad de hacerlo en sistemas tecnológicos y humanos que permitan a Europa disponer de una capacidad disuasoria acorde con el siglo XXI, desligada de otras servidumbres y capaz de una actuación rápida y preventiva.

La Brújula Estratégica promueve la creación de una fuerza de intervención operativa de la UE. Contempla que dentro de tres años cuente con hasta 5.000 militares y prevé la celebración de unas primeras maniobras conjuntas el próximo año. Su área de actuación responde al papel de potencia global que la nueva realidad europea le ha obligado a asumir. El principio del multilateralismo se propone un “asociacionismo a medida” con terceros países, con los que cada dos años convocará la UE una cumbre ordinaria y cuya primera edición se celebrará este año en Bruselas. Puede tener razón Borrell al afirmar que la Brújula Estratégica no obedece solamente a la amenaza rusa, aunque haya sido ella la que ha impulsado planes que nunca pasaban del plano teórico. La guerra en Ucrania ha obligado a Europa a tomar conciencia de la encrucijada histórica que vive y de que puede verse abocada a defender su modo de vida social y política ante la reconfiguración del orden del mundo.


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