Bruselas confía en superar en los próximos días el veto de Hungría al embargo del petróleo ruso y aprobar así el sexto paquete de sanciones a Moscú por la invasión de Ucrania. La Comisión Europea, según fuentes comunitarias, negocia con el Gobierno de Viktor Orbán un programa de inversión comunitaria que ayudaría a paliar la dependencia de Hungría de los hidrocarburos rusos. El plan irá acompañado de un periodo transitorio para el fin de las importaciones de petróleo ruso en algunos socios de la UE, un plazo que se quiere aprovechar para construir las nuevas infraestructuras de transporte. Las mismas fuentes confían en que el probable acuerdo entre Bruselas y Budapest permita que las sanciones se aprueben esta semana o la que viene a más tardar.
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Los ministros de Exteriores de la UE, que se reúnen este lunes en Bruselas bajo la presidencia del Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad Común, Josep Borrell, abordarán el veto de Hungría, aunque sin ninguna posibilidad de superarlo, según fuentes diplomáticas. Bruselas confía, sin embargo, en que a corto plazo se logre el apoyo de Orbán a las sanciones gracias a un compromiso multimillonario de inversión europea en la seguridad energética de ese país.
Fuentes comunitarias esperan que el acuerdo se logre tras la aprobación este miércoles de una actualización del plan comunitario (bautizado REPowerEU) para reducir rápidamente la dependencia de los hidrocarburos. El borrador del documento, al que ha tenido acceso , propone redirigir parcialmente numerosas partidas del presupuesto comunitario, incluidos los fondos de cohesión y los de la Política Agrícola Común, hacia proyectos de energías renovables, eficiencia energética e infraestructuras de distribución.
El gasoducto MidCat
Bruselas también propone utilizar parte de los cuantiosos ingresos de los Estados gracias a las subastas del mercado de emisiones de CO2. Y la Comisión se compromete, entre otras medidas, a aprobar antes de fin de año una norma que “acelerará el diseño y reembolso de proyectos de eficiencia energética y renovables a través de los mecanismos de reembolso habituales de la política de cohesión”, según el borrador del citado plan.
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El objetivo es garantizar la seguridad energética de los 27 Estados miembros de la UE. Pero Orbán no se conforma con vagas promesas de interconexión como las que lleva escuchando España desde hace dos décadas y exige planes muy concretos de inversión y un calendario claro de cumplimiento para que no se quede todo en el aire. En el caso de España, la UE se comprometió en 2002 a una interconexión eléctrica equivalente al 10% de la potencia instalada en 2005. El objetivo se fue aplazando y en la actualidad no llega al 3%.
El Gobierno español, precisamente, está insistiendo para que el nuevo plan REPower EU recoja las demandas de interconexión de la península ibérica con España. La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, se ha dirigido por escrito a la Comisión reclamando mayores inversiones. Fuentes españolas lamentan que en el último borrador del documento de la Comisión aún no aparecen recogidas las peticiones españolas y no hay ninguna referencia al gasoducto MidCat, el proyecto de conexión con Francia a través del Pirineo catalán que fue abandonado en 2019 y ahora se intenta recuperar.
La Comisión calcula que la adaptación de la infraestructura de transporte del petróleo para calmar la inquietud de Hungría y otros países en situación de dependencia similar no será muy cuantiosa. En algunos casos se trata de construir oleoductos nuevos, desde el oeste y el sur de la UE, y en otros, prolongar o aumentar la capacidad de los ya existentes.
Las inversiones están mucho más avanzadas en el sector del gas y entre este año y el próximo entrarán en funcionamiento instalaciones con capacidad de transportar 20.000 millones de metros cúbicos al año, según el documento de la Comisión. En el sector eléctrico, Bruselas cifra en 29.000 millones la inversión adicional para adaptar la red a las nuevas necesidades.
El regateo con Orbán, según fuentes comunitarias, gira tanto en torno a la inversión comunitaria destinada a financiar la red de oleoducto como a los plazos concretos para su ejecución. Y esas fuentes esperan que el acuerdo despeje el veto de Hungría y permita mantener la unanimidad que ha imperado desde la primera ronda de sanciones a finales de febrero y que estaba en peligro a medida que se adentraban en el delicado terreno del suministro energético.
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, propuso a principios de este mes la suspensión de las importaciones de crudo ruso en un plazo de seis meses y las de productos refinados en ocho meses. Pero esta nueva ronda de sanciones, que afecta ya a una parte medular de la relación comercial entre la UE y Rusia, ha encallado por el temor de varios países, con Hungría al frente, de poner en peligro la seguridad de su suministro energético.
El grupo liderado por Orbán incluye a Eslovaquia, República Checa o Bulgaria, países que han aireado menos sus objeciones a la propuesta de Von der Leyen, pero que se encuentran en una situación de riesgo similar a la de Hungría: alta dependencia del petróleo ruso, escasas o nulas conexiones alternativas y sin puertos marítimos por los que importar crudo por barco.
Fuentes diplomáticas reconocen que se trata de un problema real y que una vez que se resuelva el de Hungría, el resto de países podrán beneficiarse del acuerdo y se logrará la anhelada unanimidad para aprobar las sanciones. La negociación con Budapest ha incluido una visita relámpago de Von der Leyen a la capital húngara para reunirse con Orbán y una llamada telefónica del presidente francés, Emmanuel Macron, al primer ministro húngaro.
Además del embargo al petróleo, la sexta tanda de castigo a Moscú incluye la sanción a militares de alta graduación o considerados responsables de las matanzas en Bucha, a las afueras de Kiev; la prohibición de utilizar el sistema de comunicación financiera SWIFT a tres de los principales bancos rusos, incluido el mayor de ellos, Sberbank; y la suspensión de las licencias de retransmisión a tres grandes canales rusos de televisión, acusados de ser instrumentos al servicio de la propaganda y la desinformación difundida por el Kremlin.
Fuentes diplomáticas aseguran que los 27 países ya están de acuerdo en todas esas sanciones y solo falta superar el último escollo del embargo al petróleo. Von der Leyen ya lo advirtió cuando lanzó la propuesta: “No será fácil, algunos Estados miembros son fuertemente dependientes del petróleo ruso, pero sencillamente tenemos que hacerlo”.
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