Características, etapas y resumen de la Edad de los Metales

En la clasificación de épocas históricas, probablemente hayas escuchado hablar acerca de la famosa Edad de los Metales, aunque la mayoría se queda en eso, y desconoce cuáles son las características y etapas que definieron a aquel tiempo, uno que con su propio nombre ya ofrece pistas al respecto.

Por supuesto, tal su denominación, la Edad de los Metales refiere a aquellos momentos de las civilizaciones en las que aparecieron objetos fabricados en piedra y más tarde en otros materiales básicos, muchos de los cuales siguen usándose hasta el día de hoy.

Claro que por entonces estos materiales, cobre, bronce y hierro fueron utilizados para reemplazar definitivamente a la piedra, no tanto en las construcciones de hogares o edificios, sino más bien donde era imperioso: en la fabricación de armas de guerra para hacer frente a los enemigos.

Por ende, podemos concluir que la Edad de los Metales brinda una subdivisión muy simple, en tres etapas concretas, las denominadas Edad del Cobre, Edad del Bronce, y Edad del Hierro, como antecesoras de la Edad Antigua, con la que definitivamente se abandona la Prehistoria.

¿Y a quién le debemos esta clasificación? En principio, a Christian Jürgensen, que en el año 1820 desarrolló un sistema arqueológico específico, denominado “Las Tres Edades”, aprovechando cada revolución de los materiales para establecer una etapa, y así aparecieron, para la posteridad, las hoy conocidas Edad de Cobre, Edad de Bronce y Edad de Hierro.

También hay que tener en cuenta que situar, en años exactos, cada una de estas etapas, no es fácil. Eso se debe a que los avances se fueron dando en distintos momentos en cada una de las sociedades de aquella época, copiando algunas las innovaciones y “tecnologías” de otras y llegando a ellas años o décadas más tarde. Y eso impide ser absolutamente precisos al respecto.

Sí es justo destacar, en todo caso, que de las tres revoluciones en cuestión la más importante o trascendente fue la de hierro, ya que abrió las puertas a la siderurgia moderna, con trabajos muchísimo más complejos que los que se realizaban con cobre o bronce anteriormente.

Se construyeron hornos que podrían proveer las elevadas temperaturas necesarias para moldear el hierro, se realizaron obras magníficas en cuanto a su tamaño, peso y nivel de las terminaciones. Todo ello, con la ventaja de que hay más hierro que cobre o bronce.

Con esta base, las sociedades se hicieron más completas, y la Edad Antigua terminaría al fin.


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