Celta y Valladolid jugaron el partido imposible

Celta y Valladolid brindaron este domingo un encuentro bronco, con constantes interrupciones del juego, escasísimas ocasiones, muy poco fútbol y un reparto de puntos justo al final de los 90 minutos. O de los 94, porque fue en el cuarto minuto del tiempo añadido cuando Jeison Murillo, central del Celta, anotó el 1-1 definitivo.

El choque no pasará sin duda a la pequeña o gran historia de esta Liga por su juego. Pero los números del choque sí pueden ocupar un lugar destacado a la hora de hacer balance del actual campeonato. Porque en su transcurso se produjeron hasta 52 interrupciones del partido, contando únicamente faltas cometidas, fueras de juego y saques de esquina.

Cada uno de los dos equipos cometió 20 faltas, que eleva a 40 el total de infracciones cometidas por ambos conjuntos. A ello hay que añadir los cuatro fueras de juego (tres los locales, uno los visitantes) que fueron señalados por el colegiado, el catalán Medié Jiménez, así como los ocho saques de esquina (tres el Celta, cinco el Valladolid) que forzaron entre unos y otros.

Todo esto arroja un total de 52 interrupciones, lo que ayuda a explicar por qué jugadores de la talla de Iago Aspas, Denis Suárez o Brais Méndez apenas pudieran dar señales de vida con el balón en juego.

De hecho, Aspas se dejó ver en apenas dos acciones, ambas a balón parado: en la ejecución de un libre directo que mandó a la cruceta de la portería blanquivioleta y en el lanzamiento de una falta indirecta medida a la cabeza de Jeison Murillo para anotar el 1-1.

Estas 52 interrupciones no alcanzan, sin embargo, las 54 que se dieron en el Valencia-Getafe de la octava jornada, uno de los choques más broncos de LaLiga 2020-21. En aquel duelo hubo 43 faltas, ocho fueras de juego y tres saques de esquina, para un total de 54 interrupciones. Dos partidos imposibles.


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