NUEVA YORK — El exdirector general de Uber Travis Kalanick renunciará a la junta administrativa la próxima semana, cortando definitivamente vínculos con la compañía de transportación que cofundó hace una década.
Uber dio enorme impulso a la economía colaborativa y desde 2010 ha registrado 15,000 millones de viajes. Kalanick fue destituido como director general a mediados de 2017 cuando la compañía se vio envuelta en varias demandas.
Su salida no sorprende. Kalanick recientemente vendió más de $2,500 millones en acciones en la compañía, más de 90% de su participación.
“Uber ha sido parte de mi vida los últimos 10 años. Casi una década después, y ahora que la compañía es pública, parece que es el momento adecuado para que me enfoque en mis actuales negocios y objetivos filantrópicos”, dijo Kalanick el martes en un comunicado. “Estoy orgulloso de todo lo que Uber ha logrado y continuaré alegrándome por su futuro desde el margen”.
Bajo la dirección de Kalanick, Uber creció a gran velocidad, pero al igual que una serie de empresas tecnológicas incipientes, tuvo problemas con la cultura corporativa que en ocasiones parecían salirse de control.
Una exingeniera de Uber, Susan Fowler, reveló en una publicación de blog que durante el año que estuvo en Uber fue víctima de acoso sexual y sexismo. Fowler afirma que su jefe le hizo proposiciones sexuales y mandos superiores ignoraron sus denuncias. Kalanick calificó de “aberrantes” las acusaciones de Fowler y contrató al exsecretario de Justicia de Estados Unidos, Eric Holder, para que las investigara.
Días después, Waymo, una compañía de vehículos autónomos derivada de Google, demanda a Uber. Waymo afirma que Anthony Levandowski -un exgerente del proyecto de autos autónomos de Google- robó tecnología esencial de Google antes de irse para dirigir la división de autos autónomos de Uber.
Luego, el periódico The New York Times reveló que Uber utilizó una versión falsa de su aplicación para burlar a las autoridades en ciudades en donde operaba ilegalmente. El llamado software Greyball de Uber identificaba a reguladores que se hacían pasar por clientes y les bloqueaba el acceso. El Departamento de Justicia de Estados Unidos investiga el uso de Uber de dicho software.