Cómo crear 9.000 videojuegos en 48 horas: la Global Game Jam intenta resurgir tras la pandemia

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Instante de la Global Game Jam de 2020, la última presencial, en Granada
Instante de la Global Game Jam de 2020, la última presencial, en Granada

El 30 de enero de 2009, 1.650 personas de 53 países dedicaron un fin de semana entero a crear sus propios videojuegos. En aquella primera edición de la Global Game Jam, el tema central en torno al que debían girar los títulos desarrollados era Mientras nos tengamos el uno al otro, jamás se nos agotarán los problemas. Cuando se terminó el domingo en el último de los husos horarios, habían nacido 370 videojuegos. Cada año desde entonces, cientos de comunidades de desarrolladores, artistas y aficionados se han vuelto a reunir para pasar 48 horas trabajando en equipo para sacar adelante todo tipo de proyectos. La cita creció hasta alcanzar 25 veces su tamaño inicial. En enero de 2020, 48.753 personas de 118 países crearon 9.601 juegos. Y luego llegó la pandemia.

“El año pasado fue online. Y un evento de estas características, donde la interacción con el resto de los participantes tiene bastante importancia hizo que la experiencia fuera más triste”, recuerda Alfonso Jurado, presidente de la asociación Granada Jam, organizador y participante del capítulo granadino del evento. La covid-19 no dejó más remedio que trasladar la Global Game Jam a internet y supuso un duro golpe para un encuentro, que, como las jam sessions musicales, tiene su razón de ser en el modo en que la presencia y los puntos de vista de otros impulsan la creatividad. “La Game Jam nos da la oportunidad de probar ideas locas sin miedo al fracaso. Además, todos los años intentamos hacer algo que no hayamos hecho antes para aprender una herramienta o una tecnología nueva. También es una forma de mantenernos en contacto a pesar de que ya no trabajamos todos juntos, y ni siquiera vivimos todos en la misma ciudad”. Así lo explica el desarrollador Javier María, que lleva seis años participando con un equipo de excompañeros de trabajo en la jam que organiza el Centro de Europeo de Empresas e Innovación (CEEI) de Burgos.

Sin el reclamo del contacto físico, la participación se desplomó hasta los 28.825 jammers. “Conocer a los otros equipos es una parte importante de la experiencia, y en Burgos siempre terminamos el evento jugando a los juegos de los demás. Todo eso se perdió”, recuerda María, desarrollador de videojuegos que ha participado en las últimas seis ediciones. La edición de 2022 es una nueva oportunidad para recuperar el terreno perdido. Sin embargo, a pocos días del comienzo del evento (se desarrolla del 28 al 30 de enero), las cifras de inscritos siguen estando incluso por debajo del batacazo de 2021. En el momento de la redacción de este artículo, la página de la Global Game Jam registraba poco menos de 19.000 jammers en 100 países.

Este año la cita podrá ser en línea, híbrida o presencial en función de las preferencias de la sede que lo organice, y también podrá celebrarse de forma flexible, entre los días 20 y 30 de este mes, aunque la mayoría de las sedes están optando por ceñirse a las 48 horas finales. En el caso de Granada, se retoma el evento tal y como fue, pero con medidas de seguridad. “La magia que tiene la Game Jam es que es un poco locura. Es como ir a un maratón: hay quien ha entrenado más y quien menos, y la verdad es que es muy chulo porque te sirve como ejercicio para medirte a ti mismo. Además, compartes ese desafío con otras personas que puedes conocer o no. Estar 48 horas en intensivo sufriendo a ratos y riéndote a ratos crea un vínculo especial”.

En el CEEI de Burgos también van camino de recuperar la experiencia que les arrebató la pandemia, aunque con menos inscritos que otros años. Según explica Cristina Martínez, responsable de organizar la jam de la entidad, su plan es distribuir a los participantes en diferentes salas. “Aquí hay muy buen rollo entre equipos, si tienes dudas te vas a la mesa de al lado y preguntas. Eso se echó de menos el año pasado. No se hablaba tanto. No era tan participativo”, recuerda. Ese ambiente colaborativo es común en las sedes de la Global Game Jam de todo el mundo. Desde la organización insisten en que cualquiera puede participar aunque no tenga conocimientos de desarrollo de videojuegos. De hecho, también admiten la creación de juegos de mesa o de cartas.

En Las Palmas de Gran Canaria, la Asociación Canaria de Desarrolladores de Videojuegos (ACADEVI) mantendrá el formato en línea que ya adoptó antes de la pandemia ante la falta de recursos para ofrecer un espacio físico. “Sí que echamos un poco de menos estar en un espacio donde los equipos se conozcan entre ellos y hagan nuevas amistades, sobre todo por aquel buenrollismo de compartir una pizza y un refresco”, admite Laura del Pino, presidenta de esta entidad. Para compensar esas carencias intentan acompañar a sus participantes con eventos previos y, en el caso de este año, una jam centrada en el desarrollo de videojuegos serios. “Son juegos que tienen alguna finalidad más allá de entretener. Concienciar sobre el cambio climático, la violencia de género…”, explica Del Pino.

¿Volverá la Global Game Jam a rozar los 50.000 participantes y producir más de 9.000 juegos en un fin de semana? “Yo estoy convencido de que es una cuestión exclusivamente relacionada con la covid-19 y que cuando se pueda normalizar la situación, esto volverá a subir. Sobre todo, porque cada vez hay más desarrolladores de videojuegos. Es una industria que está creciendo un montón y este tipo de eventos siempre atrae a un montón de gente”, razona María.

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