Cómo puedo saber si una flor es comestible y cuál se puede comer

Puede que en una situación de máxima urgencia, o simplemente por curiosidad, te preguntes si tal o cual flor es comestible. Es que muchas personas no lo saben, pero así como nos alimentamos de los tallos, las rojas y las raíces de las plantas, tampoco faltan flores que podemos ingerir para nutrirnos.

Hay listados de flores comestibles como el que las autoridades sanitarias publicaron oportunamente a través del Boletín Oficial del Estado, en el que además se detallan ciertas especies de las que es mejor desconfiar para no tener problemas de salud futuros, pero no siempre tendremos esa información disponible.

Cómo sabes si una flor es comestible

Justamente, el problema es que sólo algunas flores son comestibles. Y eso hace que poder distinguirlas resulte vital, más que nada si estás perdido y no tienes otro tipo de comida cerca para sobrevivir.

De hecho, el consumo de flores comestibles viene de muy lejos en la historia. Los romanos comían violetas, algunas culturas mexicanas hacían lo propio con la flor de la calabaza o los indios con sus postres con pétalos de rosa.

Además, las flores pueden ser fuente de salud excelente. Por ejemplo, aportando vitaminas de los grupos A y B, licopenos, betacarotenos, fitoquímicos o polifenoles.

Flores comestibles para aderezar tus platos

La verdad es que flores que se puedan comer hay muchas, muchísimas. Aunque no se usen, hay multitud. Por ejemplo, la violeta, que no solo es bonita, también aporta sabores agradables y suaves a los platos.

Pero hay muchas más flores perfectamente comestibles. Las capuchinas se usan de forma bastante común en las ensaladas, con su sabor particular parecido al berro. Igual que la caléndula, que aporta contrastes interesantes a los platos vegetales.

No nos olvidamos del botón de Sechuan, que se consume fresco y tiene un toque muy explosivo, la flor del cebollino, con un toque similar a la cebolla, o la flor del calabacín, con su sabor dulce y fino.

También son comestibles las begonias, con su toque ácido y dulzón, el clavel de los poetas, que encaja bien en los postres, la flor de azahar, con su olor embriagador o la del jazmín, ideal para infusiones.

Pero estas flores nombradas son solo un pequeño ejemplo. En realidad, la lista es enorme, casi interminable. Puedes comer también la albahaca, la amapola, la borraja, la camomila, la centáurea, el clavel chino, la clavelina, el crisantemo, el diente de león, el eneldo, el geranio, el girasol, el hibiscus, el hinojo, la lavanda, la lila, la malva, la margarita, el pensamiento, el romero, la rosa o la yuca.

¿Cómo saber si una flor desconocida se puede consumir?

Vayamos entonces al extremo: estás perdido, no hay más alimentos, y sólo tienes plantas con flores, pero no sabes cuáles son esas flores ni esas plantas, y es imperioso averiguar si puedes ingerirlas.

Lo primero que debes hacer es cortar un tallo de la planta y pasarlo por tu brazo, a ver si éste reacciona. Espera una media hora, atento a síntomas como piel enrojecida, picor o alguna alteración.

Si nada pasa corta una hoja de la planta, llévatela a la boca y mastícala unos 15 minutos, sin llegar a tragarla. Pasado ese plazo, y suponiendo que no haya mayores inconvenientes, es momento de la flor.

Corta un pequeño trozo de ella, mastícala otros 15 minutos, y sólo entonces puedes tragarla tranquilo. Durante varias horas no comas ninguna otra cosa, y bebe agua.

Ante el menor síntoma de indisposición,  para “limpiar” los restos de la flor del aparato digestivo, evitando así que pudiera envenenarte.


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