Conoce a la amante de serpientes que ha cazado un centenar de pitones en Florida

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“Siempre he sentido una loca fascinación, una obsesión, por las serpientes, no se por qué”, dice Amy Siewe, una mujer de 43 años, estatura media, sin un gramo de grasa y a simple vista ágil y lista para la acción.

Siewe “ama” a las serpientes desde que era niña, pero está contratada para erradicar a las pitones de la reserva natural de los Everglades, en el sur de Florida, y ella sola ha acabado con alrededor de un centenar.

Poco antes de una noche de cacería la encontramos en una de las entradas al enorme humedal de los Everglades. Es la mejor hora para dar con estos escurridizos seres que, según dice, han acabado con el 90% de los mamíferos autóctonos de la reserva, a la que ella accede con su propia llave por una barrera rodeada de señales metálicas comidas por agujeros de bala.

Para encontrar a las pitones recorrerá incansablemente durante horas en su camioneta, manejada por su “prometido” y dotada de focos en el techo, los terraplenes que parten las aguas del enorme humedal.

El nombre de Amy apareció recientemente en la prensa por la captura de una pitón de 17 pies y tres pulgadas de largo y de 110 libras, un poco menos que su propio peso, como parte del Programa de Erradicación de Pitones del Distrito de Gestión del Agua del sur de Florida. 

Antes de eso en su canal de YouTube había publicado varios vídeos sobre sus conocimientos acerca de las serpientes y sus encuentros con algunos de estos animales. En uno de ellos enseña cuatro formas de cazar una pitón en 3,5 minutos: con un palo especial, con las manos, con los pies y con ayuda de un socio. 

Está claro que Amy no tiene ningún miedo a las serpientes. “Los cazadores contratados por los dos programas (el del distrito de gestión de las aguas y otro del organismo de conservación de Florida) somos aproximadamente un centenar y un 10%, yo diría que entre 10 y 15, somos mujeres”, subraya Amy, una aparente contradicción andante que “ama” a las pitones pero las busca, las caza y luego las somete a la “eutanasia”.

Para ella no hay nada contradictorio en lo que hace. “Es la progresión natural” de su interés por los ofidios. Vino a Florida para “hacer la diferencia” en la erradicación. 

Aunque después de capturarlas vivas, las mata, se preocupa de que sufran lo mínimo. Para ello lleva consigo una bolsa blanca de tela sin cierre y otra negra con un cordón que al halar de las puntas cierra completamente la abertura.

Con delicadeza simula cómo mete la cabeza de la pitón en la bolsa blanca que ha puesto dentro de la negra y cómo hala del cordón y mantiene la bolsa cerrada hasta que la serpiente deja de respirar. “Cuando dejan de ver y de oír, las serpientes se calman”, “dejan de luchar”, dice.  

Otra señal de que se apiada de las serpientes es cuando habla del enorme daño que causan al ecosistema de los Everglades las especies invasoras como las pitones y dice: “no tienen la culpa de estar aquí”.  

Y efectivamente no la tienen. Nadie sabe a ciencia cierta por qué estos reptiles asiáticos acabaron en la mayor reserva natural de Florida, de la que depende todo el sistema hídrico de la región. 

Entre las teorías más aceptadas está que la población actual desciende de las pitones que los floridanos tenían como mascotas y acabaron abandonando en los Everglades.




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