El inicio del 2022 no pintaba como un gran año para el cine y sin embargo, en la recta final de la temporada de estrenos tuvimos dos fenómenos en la taquilla que batieron todos los récords de recaudación. El primero de ellos fue Top Gun: Maverick y el segundo Avatar: el sentido del agua. Dos secuelas tardías que en el caso del regreso a Pandora, ha terminado conquistando el tercer puesto en el Top 3 histórico de la taquilla mundial, tan sólo por detrás de la primera Avatar y de Vengadores: Endgame. Es por ello que los Académicos han querido premiar, esa gran labor de recuperar la asistencia a las salas y a las evidentes consideraciones técnicas, quizás se le ha sumado la nominación excesiva a la categoría de Mejor Película. Pero, independientemente de la predilección de la Academia… ¿Qué nos ha parecido la nueva superproducción de James Cameron?
Avatar: el sentido del agua se sitúa cronológicamente 10 años después del filme original. Jake Sully, ya en el cuerpo de un Na’vi, tiene una familia con Neytiri y viven en paz en los bosques de Pandora. No obstante, parece que el periodo de paz ha terminado y que las fuerzas militares de la RDA regresan en un nuevo intento de colonizar el planeta. Para sobrevivir junto a su pueblo, decidirán tomar una dura decisión que les llevará a trasladarse a un nuevo rincón acuático del variado ecosistema del planeta.
Los excesos y la grandilocuencia no resisten tanta mediocridad
El punto más llamativo y quizás divertido de toda esta colección de CGI preciosista es la aventura estilo Goonies que destila toda la nueva generación de criaturas azules. Y es que los niveles de natalidad por el 2164 son tan altos que hasta personajes que creíamos muertos, no sólo no lo están, sino que han tenido descendencia. Sin sentido que poco o nada importa cuando el cineasta canadiense nos vuelve a contar la misma historia de siempre, esta vez actualizada con la última tecnología.
Un nivel de detalle que prueba en algunas ocasiones la teoría del valle inquietante. Sabemos que los Na’vi son falsos, pero ¿por qué se busca el realismo tan extremo? Avatar: el sentido del agua se encanta así misma y sus 192 minutos de duración (más de 3 horas) suponen la prueba más fehaciente de ello. El hiperrealismo ridículo, lleno de excesos y grandilocuencia no termina de justificar una última hora de acción apasionantemente bien rodada.
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