Críticas al Gobierno holandés por la lentitud de la evacuación en Afganistán


La urgencia de las evacuaciones desatada tras la toma de Kabul por parte de los talibanes ha destapado la falta de visión y reflejos del Gobierno en funciones de Países Bajos. La formación de la nueva coalición suma ya cinco meses de negociaciones, y Afganistán, de donde se retiraron en mayo las tropas holandesas, había quedado en un segundo plano en las agendas políticas. En La Haya, el Congreso ha criticado con dureza la lentitud del Gabinete en reaccionar; en darse cuenta de que la situación se precipitaba y era preciso evacuar a todo el personal local afgano que trabajó para Países Bajos durante años, y también a sus familias. Al reproche político se suma la mala imagen de la precipitada salida del personal con pasaporte holandés de la embajada en Kabul, que se produjo la semana pasada tras un aviso de Estados Unidos. La falta de seguridad sobre el terreno complicó luego la evacuación de los trabajadores afganos y sus familiares —207 personas—, lo que dañó la reputación de las ministras de Exteriores y Defensa, directamente involucradas en las operaciones. Para alivio del Ejecutivo, los afganos rescatados fueron llegando al aeropuerto de Ámsterdam a lo largo de este fin de semana.

De momento, se ha puesto a salvo a 810 personas, y este lunes ha despegado desde Afganistán el décimo vuelo gestionado por el Gobierno holandés, según Caecilia Wijgers, la embajadora allí destacada, que estaba en Países Bajos cuando entraron los talibanes y ahora ha regresado a la capital afgana.

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El Congreso tiene previsto evaluar la situación este martes, una cita innecesaria, según Anne Marie Snels, expresidenta del sindicato de militares y personal civil de Defensa. Ella está en contacto directo con los traductores afganos y lamenta las trabas burocráticas del Gabinete. “Hemos trabajado sin parar para convencer al Gobierno de que fuera más rápido y generoso a la hora de aplicar su política de acogida. Durante semanas, no recibimos una respuesta por parte de la ministra de Defensa, Ank Bijleveld. Tal fue el silencio que el Parlamento tuvo que exigir al Gobierno que, además de los traductores, añadiera a las listas al resto de los afganos que colaboraron con Países Bajos: desde cocineros y chóferes a periodistas, y a sus familiares. Ahora hay que salvar vidas”, dice, firme y emocionada, al teléfono.

Aunque el Gobierno está en funciones y el ritmo de la evacuación ha aumentado, le parece “escandalosa” la laxitud inicial del Ejecutivo. Pone este ejemplo de lo que denomina falta de visión y capacidad de reacción política: “La ministra Bijleveld tuiteó el 14 de agosto sobre una película de guerra que había visto, sin mencionar lo que sucedía en Afganistán. Al día siguiente, el primer ministro en funciones, Mark Rutte, hizo otro tanto. En su caso, con la conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial en la actual Indonesia, antigua colonia”. En ese momento, la crisis afgana era evidente, y visible, y por eso, Snels lamenta que ambos políticos parecieran no darle la debida importancia “porque puede costar muchas vidas”.

Percepción errónea

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Si bien estas evacuaciones son muy complicadas, Daan Brink, antiguo comandante de las Fuerzas Especiales del Ejército holandés, señala que el Gobierno “parecía tener la formación de la nueva coalición en la cabeza y Afganistán era un capítulo cerrado desde la salida de las tropas en mayo pasado”. Sí había representación diplomática en la embajada de Kabul, “pero la percepción de la gravedad de la situación era escasa entre el Gabinete”, añade, en conversación telefónica.

Brink ha participado en operaciones en Líbano, Congo y Costa de Marfil y ha estado en Afganistán. Admite que los servicios de inteligencia de los distintos países no suelen intercambiar información de sus planes, “pero cuando Sigrid Kaag [ministra de Exteriores] mostró sorpresa en televisión al escuchar que Francia y Reino Unido empezaron a sacar al personal afgano hace meses, parecía más un gesto para las cámaras: porque la cooperación internacional es intensa”, añade. Kaag, liberal de izquierda, lidera la segunda fuerza en número de votos tras las elecciones de marzo de 2021, “y las operaciones de este calibre las dirige en Países Bajos Exteriores y luego Defensa ejecuta las órdenes”, sigue el experto.

Brink gestiona ahora una consultora para situaciones de crisis y calcula que pueden quedar entre 700 y 800 personas por salir de Kabul. “También hay holandeses de origen afgano que viajaron allí para ayudar a sus familias, a pesar de que Exteriores recomendó en mayo no hacerlo. De modo que hay más gente de la que se calculaba”. La marcha del personal holandés de la embajada le parece “mejorable”, y apunta que en momentos así hace falta liderazgo para que alguien se quede a coordinar las operaciones. “Es posible que creyeran que podrían regresar, pero la situación empeoró enseguida”, dice. El Gobierno envió luego otra delegación diplomática y refuerzos militares, “y ahora las cosas van mejor”, asegura.

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