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Cuando el nepotismo sale mal: hijos de famosos que avergüenzan a sus padres

EL PAÍS

Ha sido uno de los neologismos de 2022 tanto en las redes sociales como en la constelación pop, pero es muy improbable que acabe aterrizando a corto plazo en el diccionario de la RAE. Los nepobabies son, en palabras de uno de los grandes divulgadores (y denigradores) de la etiqueta, el columnista de Vulture Nate Jones, “esa cada vez más nutrida y omnipresente tribu de hijos de que se ha apoderado de la farándula estadounidense en los últimos años”.

La idea es tan antigua como el mundo. Si te dedicas a lo mismo que tus padres, está por ver si heredarás o no su talento, pero seguro que puedes contar con su agenda de contactos, y ahí están, para demostrarlo, los Lily-Rose Depp, Hailey Baldwin, Jack Quaid, Gigi Hadid, Dakota Johnson y tantos otros. Pero en los últimos 12 meses, hemos asistido, según Jones, a “una proliferación insensata de famosos por estirpe”, con el lanzamiento de las aún incipientes carreras de Maya Hawke, Mason Lee, Michael Gandolfini, Cooper Hoffman, Kaia Gerber, y tantos otros, por no hablar del éxito abrumador de Euphoria, una serie creada “por el hijo de un director de cine ilustre y coprotagonizada por la hija de otro”.

Maude Apatow, durante la Gala MET celebrada en Nueva York en mayo de 2022.MIKE COPPOLA (Getty Images)El año en que internet dijo basta

Más aún, lo que ha ocurrido en 2022 es que las redes sociales, esa inagotable cantera de justicieros sumarísimos, han decidido tomar cartas en el asunto. Twitter, Instagram y muy especialmente TikTok se han convertido en espacios privilegiados para la denuncia de la conspiración nepobaby. Si alguien no sabía que Maude Apatow, además de una de las actrices más veteranas (y menos convincentes) de Euphoria, es la primogénita de Judd, el rey Midas de la comedia salvaje, TikTok se lo explica. Si a la top model italiana Vittoria Ceretti le subleva y le indigna más allá de lo concebible que una advenediza como Lily-Rose Depp, cuyas credenciales se limitan a ser hija de sus padres, se convierta en una de las modelos principales de Chanel sin haber pisado siquiera un casting, TikTok apoya a Ceretti y la eleva a la condición de heroína contracultural por su coraje al denunciar una conspiración de silencio.

Esa, en opinión, de la redactora de New York Mag Priyanka Mantha, es la madre del cordero. Las redes “parecen haber entrado en una nueva etapa, más agresiva, en su intensa relación de amor odio con los hijos de”. El cada vez más endogámico ecosistema de los celebrities, “en el que jóvenes cachorros famosos desde la cuna heredan de sus padres no solo el color de ojos, sino también carreras y contratos”, les resulta ahora menos fascinante que repulsivo.

Poco importa que la propia Maude Apatow, convertida a su pesar en epítome de los nepobaby, afirme en una entrevista con Porter que la etiqueta le resulta “injusta, triste y humillante”. Por mucho que implore “un poco de respeto” para una carrera, la suya, que apenas está dando sus primeros pasos y merece al menos “el beneficio de la duda”, el sanedrín de TikTok ya ha sentenciado a Apatow. Consideran, en palabras de Mantha, que “ha usurpado un lugar al sol que no le corresponde”. Que debería dar un paso al costado para que el papel de Lexi en Euphoria, casi la única adolescente sensata y formal en ese entorno de chavalería desquiciada y politoxicómana con problemas existenciales, fuese a parar a alguien con apellidos menos ilustres y algo más talento.

Ovejas negras, corderos degollados

Mucha mayor empatía, aunque sea irónica e incluso cruel en ocasiones, despierta el reverso oscuro de los nepobabies. Es decir, los hijos de famosos que han resultado incapaces de seguir los pasos de sus progenitores o que ni siquiera lo han intentado. Los juguetes rotos antes de ser usados, las ovejas negras o descarriadas, los ninis vocacionales o sobrevenidos, los fracasados en serie, los que no dan un palo al agua o no dan una a derechas. Los que no han heredado un gramo de la belleza, las inquietudes, la sed de notoriedad o el talento que hicieron grandes a sus padres.

James Hennessy, creador de la newsletter de culto The Terminal, abrió la veda hace apenas unos días lanzando en un tuit la nueva etiqueta reverse nepo babies (algo así como nepobabies al revés). La define de manera muy elástica: un reverse o antinepobaby sería un hijo de famoso que se dedica, con más bien poco éxito, a actividades no directamente relacionadas con lo que hacen sus padres, pero también servirían los que han fracasado con estrépito en el torpe intento de seguir la estela de sus progenitores.

Él mismo ha aportado ejemplos significativos. Para empezar, John Francis McCarthy, hijo del escritor Cormac McCarthy. John no ha escrito ni una línea y, en consecuencia, nunca ha sentido la necesidad de echar mano de los inmejorables contactos de su padre en el mundo editorial, él ejerce de batería en una más bien ignota banda de metal progresivo y su actividad en las redes se limita a difundir memes basados en series anime. ¿Más? Sean Ono Lennon, que tras años emulando los pasos en el arte y en la música de sus padres, Yoko Ono y John Lennon, parece haber encontrado un nuevo nicho a la medida de sus ambiciones menguantes: la venta online de NFT de calaveras demoníacas dibujadas a mano.

Hennessy ha rascado apenas la superficie. En los últimos días, la recién creada tribu de rastreadores de nepobabies al revés se ha puesto manos a la obra y ya tiene un buen puñado de nombres que dejar sobre el tapete. Chet Hanks, sin ir más lejos. El hijo de Tom Hanks tenía vocación de nepobaby convencional, como demuestran sus más bien desafortunadas incursiones en el cine, la interpretación y la música. Sin embargo, su adicción a la cocaína, su propensión un tanto demodé a destrozar habitaciones de hotel y la convulsa relación que mantiene con su padre y su ex, Kiara Parker, han acabado arrastrándole al lado oscuro.

Chet Hanks, en un instante del final de la quinta temporada de la serie ‘Empire’ en 2020.FOX (FOX Image Collection via Getty I)Padres de un dios menor

Otros candidatos que han merecido la aprobación de Twitter son Marvin Gaye III, ese hijo de Marvin Gaye que ha dado probadas muestras, a sus 57 años, de su falta de talento para la música; Weston Coppola, el vástago raruno de Nicolas Cage (un espíritu libre que ha probado un poco de todo en la vida, y hoy presume, jocosamente, de “no haber hecho nunca nada de provecho”); Travis Bacon, el hijo gótico de Kevin Bacon y Kyra Sedgwick, o el que despierta más consenso de todos: Hunter Biden. A Hunter, el más que controvertido hijo del actual presidente de Estados Unidos, se le reconoce al menos un mérito, una gota de esperanza en un océano de despropósitos: no haberse propuesto en serio emular a su padre, como sí que hizo el hijo (presuntamente) díscolo, golfo y tarambana de George H. W. Bush, con resultados de todos conocidos.

Hunter Biden (a la dcha.), durante un partido de baloncesto entre los Georgetown Hoyas y los Duke Blue Devils junto a su padre Joe (centrado) y el entonces presidente de EE UU, Barack Obama (izda.) en Washington DC, en enero 2010.Mitchell Layton (Getty Images)

Eli Yudin, redactor de la revista satírica Cracked, tiene sus propios candidatos a nepobabies fallidos. El mejor, el más descacharrante ejemplo de nepotismo condenado a fracasar con estrépito, es en su opinión el hijo del multimillonario chino He Shihua. Padre e hijo se embarcaron juntos en una operación delirante, la compra de un equipo de fútbol de segunda división llamado Zibo Cuju en el que ambos pretendían hacer realidad su sueño de convertirse en futbolistas profesionales.

El padre se concedió el (al parecer, muy caro) capricho de darle las primeras patadas al balón en partido oficial a sus 35 años, pero acabó colgando las botas, frustrado y extenuado, tras apenas un par de partidos. El siguiente paso fue hacer debutar al retoño, un posadolescente que pesa más de cien kilos y tiene muy evidentes problemas de coordinación psicomotora. La única manera de que el muchacho entrase en contacto con el balón sin acabar escupiendo el hígado fue encargarle el lanzamiento de los saques de esquina. Ninguno de ellos se acercó siquiera a la portería.

Yudin incluye en su hilarante panteón de nepobabies estrellados a los dos hijos de Will Smith y Jada Pinkett, Willow y Jaden. De Willow afirma que su carrera musical está recibiendo “elogios tan desmesurados y ridículos por parte de los críticos que deben favores a sus padres que solo cabe interpretarlos como peticiones cifradas de socorro”. Y a Jaden Smith le considera “una víctima inocente del más pedestre de los nepotismos”: un pobre muchacho arrojado por sus padres al inmenso bochorno de intentar abrirse paso como cantante, rapero y actor pese a que resulta tan apto para estas actividades “como un tenedor para comerse un plato de sopa”.

Otro que ha conseguido llevar la lógica nepobaby a una nueva dimensión sería, en palabras de Yudin, Joe Kennedy III, autor de una proeza: “Es el primer miembro del clan Kennedy que ha conseguido perder unas elecciones en Massachusetts”. Su fallida y calamitosa campaña para las primarias del partido demócrata fue, para Yudin, la prueba palpable de que, en contra de lo que muchos piensan, “no cualquiera sirve para la política”.

Ni un títere sin cabeza

The Daily Beast, por último, ha querido terciar en esta polémica tan turbia y tan poco navideña presentando su propia lista de nepobabies buenos, malos y regulares. Entre los que pasan el corte, al haber mostrado, en opinión de la autora del artículo, Kyndall Cunningham, “cualidades personales que hacen que estemos dispuestos a perdonarles sus conexiones familiares”, destacan a Bella Hadid (por haberse operado la nariz a los 14 años y atreverse a usurpar sin complejos a su hermana mayor, Gigi, el pedestal de “mujer más cool del planeta”) o Kaia Gerber (por haber perpetrado la hazaña de echarse en un solo año un par de novios, Jacob Elordi y Austin Butler, que han hecho el papel de Elvis en el cine).

Entre los fallidos, desastrosos o directamente impresentables, Lily Rose-Depp, Zoë Kravitz, Lottie Moss (“la media hermana de Kate Moss que debería haberse resignado a vivir sus días en la más pacífica irrelevancia”) o John David Washington, el hijo de Denzel. Y los peores, los más cómicos reproches se reservan para O’Shea Jackson Jr. el hijo de Ice Cube que tuvo la desvergüenza de debutar en el cine interpretando a su propio padre. Para Cunningham, “la cumbre insuperada del nepotismo”.

Lily Rose Depp durante un desfile de Chanel en la Semana de la Moda de París en octubre de 2021.JULIEN HEKIMIAN +33 611042864 (Getty Images For Chanel)

Eso sí, la redactora de The Daily Beat augura para el año que entra un nuevo fenómeno: la reacción violenta de los que cargan con la indeseada etiqueta de hijos del nepotismo. Además de Maude Apatow, Eve Hewson (hija de Bono) o Jamie Lee Curtis se han apresurado ya a responder a las multitudes de TikTok. Los argumentos de Hewson tienen que ver con el humor (“mi objetivo para 2023 es convertirme en una nepo baby incuestionable, porque a día de hoy sigo sin aparecer en la mayoría de las listas”), pero los de Curtis, hija de Tony Curtis y Janet Leigh, son bastantes más feroces: “Es una etiqueta dañina. Se utiliza para disminuir, denigrar y lastimar a gente como yo”. En fin, que, como dice Cunningham, “los nepobabies están empezando a exigir también el privilegio de que no se les considere unos privilegiados”.

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