Los derbis, por estos lares, duran más de 90 minutos. Comienzan cuando los equipos todavía no han llegado al estadio y terminan horas después del pitido final. El buen ambiente, la camaradería y el cariño preceden a la contienda futbolística y toman el testigo del partido, que adquiere tintes de excusa para pasar un día especial.
Sanas costumbres que se han evaporado en este nuevo fútbol. Primero fueron los horarios, obstáculos en ocasiones insalvables para que la afición visitante se acerque a casa del vecino. En las últimas semanas, además, se ha unido la ausencia de público en los estadios y alrededores.
El poteo, el pique sano entre aficionados y, ya en el estadio, el color y la pasión en las gradas son elementos sin los que un derbi deja de serlo. Ingredientes de los que los aledaños de Mendizorrotza quedarán huérfanos esta tarde.
“Se va a echar de menos”, reconoce Mikel
Caster, aficionado txuri urdin y miembro de ‘Maite
Taldea’. Es el segundo derbi a puerta cerrada que disputa la Real en apenas cuatro días, tras medirse a Osasuna el domingo en Anoeta. “Contra Osasuna y Alavés el ambiente siempre es genial. Y el domingo nos toca contra el Real Madrid en casa, que es otro partido en el que el apoyo de la afición se nota mucho. Es una pena”.
Entre la hinchada babazorra, el sentimiento es de indignación. “Llevamos años luchando contra el fútbol negocio”, explica Ibai
Ruiz, hincha del Alavés y miembro de ‘Iraultza
1921’. “Hemos luchado junto a otras aficiones contra los partidos de los lunes. Ahora, la Liga ha vuelto sin tener en cuenta a los médicos, los periodistas… Los aficionados hemos pasado de ser lo más importante a prácticamente sentirnos los últimos monos. La Liga nos ha dejado de la do por el negocio”.
Kalejira en la ida
“Lo que han sido los derbis y en lo que se han convertido”, lamenta Ibai, que pese a que se disputase entre semana, estuvo en el duelo de ida en Anoeta. “Hicimos una kalejira hacia el estadio y también un homenaje conjunto, con gente de la Real, a Aitor
Zabaleta, al que tenemos siempre muy presente. Son siempre partidos especiales porque las dos aficiones nos tenemos mucho cariño”.
Caster comparte el aprecio por la afición gasteiztarra, aunque no guarda un grato sabor de boca de su única visita a Mendizorrotza. “Fue el fatídico año del no ascenso, así que imagínate. El recuerdo es un poco turbio. Tengo la tela del banderín de córner de la esquina en la que estábamos”.
A falta de la magia de los derbis, en la Peña
Maite apoyarán al equipo a su manera. “Yo no podré ir por temas laborales pero sí que se juntarán”, explica Caster. “Se trata de generar un poco ese ambiente de partido que ahora se está perdiendo, tanto en la previa como en el post. Ahora que ya tenemos de nuevo el gusanillo hay que matarlo de alguna manera”.
“El del Espanyol ni lo vi”
”Nosotros no vamos a quedar para verlo e invitamos casi a que la gente no lo vea por la televisión, que es lo que quieren”, aboga Ibai. “Estamos muy decepcionados con todo lo que está pasando. Además, hacer un llamamiento para ir a algún sitio o a recibir al equipo es contraproducente en una situación como ésta. Yo el partido contra el Espanyol ni lo vi por la desilusión que me genera el fútbol actual”.
En el terreno de juego, el frío puede jugar en contra del conjunto local, acostumbrado a una olla a presión. “Es un campo que aprieta muchísimo y creo que al Alavés le puede perjudicar”, señala Caster.
“El Alavés lleva números casi de Europa League en casa y de descenso fuera, está claro que puede afectar”, coincide Ibai, que remata con una reflexión: “Sin afición no hay pasión y sin pasión no hay fútbol”. El derbi de esta tarde no será lo mismo sin ellos.
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