¿Cuántas piscinas hay en tu municipio?

Es casi julio, el calor ha empezado a apretar y, debido a la crisis del coronavirus, la mayoría de las piscinas municipales todavía no han abierto sus puertas. Y, cuando lo hagan, será con aforo reducido. Ante esta situación, es posible que te hayas planteado poner una piscina hinchable en tu balcón o terraza. Y no deberías: estas piscinas están pensadas para colocarse sobre suelo firme, y suelen pesar más de lo que un balcón, terraza o azotea están preparados para soportar.

Varias organizaciones de arquitectos, consumidores y administradores de fincas han lanzado un comunicado conjunto advirtiendo de los riesgos que puede conllevar colocar una de estas piscinas en un balcón o azotea. Este año ya ha provocado un derrumbe en Elda, Alicante, que solo ha causado daños materiales. El año pasado, sin embargo, un accidente similar en Mutxamel, en la misma provincia, dejó dos heridos. “Tendemos a pensar que como todos los elementos que soportan una vivienda son extremadamente rígidos van a soportar lo que sea”, explica a Verne por teléfono Laureano Matas, secretario general del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), “pero la realidad es que cualquier estructura se va deformando, y cuanto más peso tenga que soportar, antes lo hará”.

Según explica Matas, las terrazas, azoteas y balcones están pensados para soportar 200 kg de peso por metro cuadrado, salvo algunas excepciones recogidas en el Código Técnico de Edificación, en cuyo caso son solo 100 kg por metro cuadrado. Puede parecer mucho, pero el agua que contiene una piscina tiene un peso muy elevado. “En una piscina de un metro cuadrado, cada 10 centímetros [de altura] de agua son 100 kilos de peso”, explica Matas. Una piscina para niños, en la que un adulto solo puede remojarse los tobillos, ya puede sobrepasar el límite de peso para el que están preparadas terrazas, balcones y azoteas. En Twitter, el arquitecto técnico Fran Castro lo ejemplificaba de una forma muy gráfica: representando el peso de una piscina con su equivalente en toros de lidia:

Castro utiliza en su ejemplo una piscina de nueve metros cuadrados, es decir, de tres metros de largo por tres de ancho. Suponiendo que la piscina tenga 50 centímetros de agua, cada metro cuadrado soportará 500 kilos de peso (en un metro cúbico caben 1.000 litros de agua, es decir, mil kilos), que es lo que pesa aproximadamente un toro de lidia. El peso total de la piscina equivaldría, como explica Castro, al de 9 toros de lidia. 4.500 kilos.

Si estás pensado que el ejemplo de Castro es exagerado, y que una piscina de 3 metros de largo no cabe de ninguna de las maneras en tu casa, aquí van más ejemplos con piscinas y animales:

Piscina hinchable infantil, cuatro gorilas

Esta piscina tiene 2,6 metros de largo, 1,6 de ancho y 46 centímetros de alto. Según las indicaciones del fabricante, tiene una capacidad de 640 litros. Esto es, 640 kilos, el peso aproximado de cuatro gorilas.

Piscina rectangular desmontable, un hipopótamo

Esta piscina de 2,3 m de largo, 1,6 de ancho y 42 centímetros de alto tiene una capacidad, según indica el fabricante, de 1.500 litros. O lo que es lo mismo, 1.500 kilos. El peso de un hipopótamo.

Piscina desmontable familiar mediana, un rinoceronte blanco

Las dimensiones de esta piscina son de aproximadamente 2,6 metros de largo, 1,6 de ancho y 65 centímetros de largo. Su capacidad, indica el fabricante, es de algo más de 2.200 kilos, el peso aproximado de un rinoceronte blanco adulto.

Piscina circular desmontable grande, un elefante

Esta piscina, bastante más grande que las demás, tiene un diámetro de 3,6 metros y 76 centímetros de alto. Le caben, indica el fabricante, cerca de 6.500 litros de agua. Esos 6.500 kilos serían el equivalente al peso de un elefante. 

Entonces, ¿por qué tengo un familiar que la ha puesto y no ha pasado nada?

Tal vez estés recordando el caso de algún familiar que colocó alguna de estas piscinas en su azotea o terraza y no ocurrió nada, pero es difícil de saber a ciencia cierta. Según explica Laureano Matas, de CSCAE, existen dos tipos de colapsos de estructuras: repentino, que se produce al incrementar de forma abrupta la carga (llenando una piscina enorme, por ejemplo) o por carga y descarga, en el que la estructura se va deformando poco a poco y que puede producirse, por ejemplo, tras colocar la misma piscina varios años.

El arquitecto pone como ejemplo lo que ocurre con las estanterías de libros: “Las baldas de madera son rígidas, pero si ponemos muchos libros durante mucho tiempo, veremos cómo empiezan a deformarse. Con las estructuras de la vivienda ocurre lo mismo, hasta el punto de que pueden colapsar”.

En el caso de querer instalar una piscina de todos modos, Matas recomienda “si es posible, acudir al arquitecto que proyectó el edificio, y si no, contar con un especialista que recabe toda la información necesaria para saber en qué estado se encuentra su estructura”. Siempre nos quedará la opción más barata y segura para balcones y terrazas: resfrescarnos con una manguera hasta que abran las piscinas públicas.

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