Cuatro ases y 27 españoles en los Mundiales de atletismo de Belgrado

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Habla Manuel Guijarro, un toro de Villarrobledo, corte de pelo aerodinámico, una fuerza descomunal en el 400m, que corre acometiendo. “Tenemos que dejarnos fluir”, dice, al puro estilo Bruno Hortelano, con quien comparte la mejor marca española del año (46,02s) y que regresa con el equipo español a una gran competición después de unos años de lesiones, pandemia, retraso olímpico y bajón. Guijarro, buen amigo, le da un codazo cómplice, un guiño de reconocimiento al poder espiritual del atleta que puso de moda la velocidad en España (y tres récords nacionales de gran nivel al aire libre en los 100m, 10,06s, los 200m, 20,04s, y los 400m, 44,69s), y no viste la camiseta española desde su último relevo en el 4×400 del Europeo de Berlín 2018 que pudo haber sido de oro, y habla, él, casi cuatro años después, de la “energía potente” con la que llega al Mundial de pista cubierta de Belgrado, desde este viernes (9.30, Teledeporte) hasta el domingo. Y ya ha olvidado que hace nada prometió no volver a correr los 400m, tanto dolor le producía entrenarlo, y ahora es placer.

España, 27 atletas nada menos, la selección más numerosa desde 2004, llega cargada de poder mental, puro flow, al llamado Mundial de los cuatro ases universales, cuatro campeones olímpicos y plusmarquistas mundiales, hambrientos y en forma, la triplista venezolana Yulimar Rojas (ya cuatro títulos mundiales y uno olímpico a los 26 años, y un salto de 15,41m, a dos centímetros de su récord indoor, a primeros de mes en Madrid), el pesista norteamericano Ryan Crouser (dos títulos olímpicos, 29 años) y dos de los fenómenos escandinavos del momento, dos campeones olímpicos en Tokio, ambos frescos y potentes unas semanas después de haber batido sendos récords del mundo, el pertiguista sueco Mondo Duplantis (6,19m en el mismo Belgrado el lunes 7 de marzo) y el mediofondista noruego Jakob Ingebrigtsen (3m 30,60s en los 1.500m el 18 de febrero en Liévin, Francia). Serán los cuatro la luz que ilumine al mundo, y España, prometen las y los atletas, no se quedará en la sombra, alguna chispa, algún detalle que emocione harán brillar.

España son sus pesos pesados más conscientes, Adel Mechaal, que buscará en los 3.000m del reino etíope una medalla más o la triplista Ana Peleteiro, que tan bien compite como dice ella y dice todo el mundo, desde juvenil coleccionista de medallas y títulos en todo tipo de competiciones, mundiales, olímpicas, europeas, aire libre, pista cubierta, y son también los más jóvenes que se gustan, como los dos vallistas del año 2000, el navarro Asier Martínez, ya de fama olímpica, finalista en Tokio en los 110m, y el valenciano Enrique Llopis. Los dos son un caso único. Han crecido a la par, han peleado desde infantiles y han llegado a la primera madurez ya superando al gran Orlando Ortega, que se rehace del dolor del Tokio olímpico, y con una marca en los 60m vallas (la distancia de la pista cubierta, cinco vallas) separados por una sola centésima, 7,55s, Martínez, 7,56s, Llopis. Son Moracho y Sala 40 años después, y ambos, con tiempos y calidad para llegar a la final, donde solo el gigante Grant Holloway es superior a todos. Y como ellos, Mariano García, 1m 45,12s, de Cuevas de Reyllo, Murcia, y mejor marca mundial del año en 800m.

Y mejor, o casi, que ellos aún, Maribel Pérez, la bomba de la velocidad sevillana, y su fuerza física y su fuerza mental, plenas ambas ya a los 29 años “Y mi resistencia láctica, ¿eh?”, dice Pérez, fisioterapeuta y atleta entrenada por su tío, el velocista de los años 90 Luis Rodríguez. “Tengo una asimilación al lactato que antes era imposible… No lo mido, pero lo sé por mis pájaras, por mis globos, que antes me los cogía mucho antes. Cada vez tardo más en vomitar”.

El primer día, este viernes, le esperan tres carreras de 60 metros y un sueño que quiere confesar imposible, llegar a la final de la distancia, a un escenario que ningún español o española ha llegado nunca, reservado a jamaicanas, norteamericanas, rusas y polacas.

Las esperanzas, que ella reduce al objetivo de plantarse en semifinales, las alimenta el invierno que ya termina. “Una vez allí, en semifinales, obvio, todo puede pasar, pondré piernas, cabeza, corazón para que salga… Una vez allí…”, dice. “Pero es un sueño muy complicado. Para estar en esa final hay que estar corriendo en 7,0… que es ¡!casi nada!! Parece fácil pero es muy complicado. Una décima es un mundo”. En apenas dos meses, que han pasado volando, a toda velocidad, Maribel Pérez ha bajado nueve centésimas, un mundito, su mejor marca en los 60m, ha dejado el récord de España en 7,16s, una marca ya respetable en las esferas mundiales de la velocidad. “Y, más importante aún”, recalca la atleta, “he sido muy regular, habré corrido una, dos, tres, cinco… 12 veces en 7,21s, mi primer récord, con el que borré a Sandra Myers, o menos… Pero para llegar a la final me temo que tendría que bajar a 7,08s o 09… Es mucho ya lo arañado. Pies en la tierra. No volverme loca ni querer correr detrás de una marca, sino centrarnos en un campeonato y en el objetivo de las semis”.

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