Darío Benedetto da el Superclásico a Boca

Darío Benedetto da el Superclásico a Boca

El Pipa marcó el gol que sentenció el 1-0 de Boca ante River en la Bombonera y desató un festejo furioso: “Me encanta cuando les puedo cerrar la boca a todos”, dijo. El goleador ex Elche arrastraba 10 partidos sin marcar. Ahora los xeneizes se ubican a dos unidades del líder Atlético Tucumán y se convierten en grandes candidatos al título.

Explotó Darío Benedetto después de escaparle a la marca de Enzo Pérez y de clavar ese cabezazo imparable para Franco Armani. Sí, explotó el Pipa. Corrió con toda la fuerza a festejar. Sus compañeros no lo pudieron frenar. Se lanzó directo a treparse al alambrado con la boca bien abierta, bien llena de gol. Un alarido. Un grito furioso. Una descarga brutal.

Después de bajar de nuevo al césped, el 9 de Boca siguió matizando su celebración especial. Como tras su gol en la final histórica perdida en Madrid, Benedetto sacó la lengua y agregó un gesto con sus brazos que pretendía bajar un mensaje remarcando toda la valentía que siente que tiene. Esta vez le salió redondo. Esta vez, al fin, el Pipa se transformó en héroe Superclásico.

Ese festejo loco de Benedetto encerraba su historia individual, aquella más lejana vinculada con la final de Madrid, pero también la más reciente, relacionada con los conflictos que viene protagonizando en Boca y con una racha sin convertir que se había extendido a 10 partidos. “Me encanta cuando les puedo cerrar la boca a todos”, declaró luego. ¡Qué mejor que marcar un antes y un después contra River!

Por ese acierto de Benedetto, Boca gozó una fiesta impactante en la Bombonera. Ese 1-0 contra River era para disfrutarlo así, con locura máxima. Por el Pipa y por mucho más. Es que ahora los xeneizes, aprovechando el empate de Atlético Tucumán y la caída de Gimnasia, quedan apenas a dos puntos de la cima del campeonato y se convierten en los grandes candidatos al título.

Habían los entrenadores protagonizado la previa con sus misterios alrededor de las formaciones. Al final, Hugo Ibarra terminó construyendo a Boca un 4-4-2 con Pol Fernández, Alan Varela, Martín Payero y Juan Ramírez en el medio, todo pensado para presionar a los millonarios y cortarles los circuitos creativos. Marcelo Gallardo sorprendió con el diseño de River porque apostó a cinco defensores y por las titularidades de Juanfer Quintero (para asociarse con Nicolás De la Cruz), Pablo Solari y Matías Suárez.

Terminó siendo el primer tiempo más de los técnicos que de los jugadores. Todos atados, tensos, imprecisos, más preocupados por respetar el libreto bajado por los DTs que por volar a pura imaginación. Hubo un cabezazo de Emanuel Mammana tras un corner que motivó una gran reacción de Agustín Rossi. Y punto. Basta de situaciones de gol en esa etapa inicial. Más allá de algunas aceleraciones de Ramírez, nada Boca generó.

Por algo Gallardo cambió el esquema en el entretiempo sacando a un defensor (Andrés Herrera) y poniendo a un mediocampista (Rodrigo Aliendro). Además, incluyó a Esequiel Barco por Juanfer (se lo vio con hielo en un aductor) y a Miguel Borja por Solari, quien había llegado con lo justo tras una lesión muscular.

River, sin embargo, tampoco fluyó con los cambios en la segunda etapa. Nunca logró funcionamiento ni posicionarse como dominador del partido. De todos modos, Boca insinuaba un leve dominio pero no le alcanzaba para asustar a Franco Armani. Hasta que llegó el minuto 20…

Pol Fernández encontró una pelota muy cerca del área y sacó un derechazo que impulsó una atajada monumental de Armani con una mano. El mismo Pol pateó el tiro de esquina y Benedetto, escapándose de la marca de Enzo Pérez, clavó un cabezazo imparable, el cabezazo de la victoria, su tercer gol a River en siete enfrentamientos, su grito 58 con la camiseta de Boca en 108 presentaciones.

Tan oscura fue su producción futbolística que River no generó ninguna llegada en todo el segundo tiempo. Con orden, concentración y entrega total, Boca defendió la ventaja y, aunque sufrió la expulsión de Marcos Rojo por una patada violenta, terminó celebrando con justicia una victoria que vale por el orgullo superclásico y porque lo transforma en el gran candidato a ser campeón.




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