Darko, una vida llena de curvas


La vida personal de Darko
Kovacevic ha descrito una trayectoria antagónica a su idílica carrera profesional. En contraposición a todos los éxitos que el serbio firmó en sus casi 20 años sobre los terrenos de juego como delantero centro profesional, el relato vital del exfutbolista nacido en Kovin (Serbia) en 1973 se ha visto obligado a sortear más de una curva, la penúltima este martes cuando le dispararon junto a su domicilio en Atenas.



Kovacevic ya había triunfado en su país, primero en el Proleter y luego en el Estrella Roja, cuando eligió Inglaterra como primer destino en el que hacer fortuna. Toda la suerte que no le acompañó en el Sheffield Wednsday cambió cuando en verano de 1996 eligió fichar por la Real, su lugar en el mundo. En su primera temporada, en una primera vuelta para enmarcar, anotó 8 goles dando muestras del delantero que sería después pero el fallecimiento de su padre se cruzó momentáneamente en el camino hacia la gloria. Había estallado la guerra de los Balcanes y el cóctel afectó de tal manera a Kovacevic, que no marcó un solo gol en toda la segunda vuelta de la 96/97. Hubo quien le puso en duda. Craso error.

Dos años después el serbio era traspasado a la Juventus por 3.200 millones de las antiguas pesetas (más de 19 millones de euros) en la misma temporada en la que vivió una odisea para sacar a su familia de su país, en la fase más cruda de la guerra.

Kovacevic regresó a la Real en diciembre de 2001. Era el hombre más feliz del mundo. La misma noche en la que fue presentado, la Nochevieja de 2001, su hermano Zljko, cinturón negro de karate, fallecía de forma repentina a los 31 años. El golpe fue tremendo para Darko. Sólo cuatro años después, momentos antes de empezar un entrenamiento en Zubieta, le comunicaban que su madre, Stoja, que había sufrido un derrame cerebral unos días antes, también moría. En nueve años, sin cumplir los 32 años, Darko perdió a toda su familia directa. Conserva una hermanastra en EE. UU.

Kovacevic dejó el fútbol en 2009 como consecuencia de una dolencia en el corazón. La cosa pudo ser peor si no llegan a encontrar el problema a tiempo. Las curvas que le plantea ahora la vida, a sus 46 años, son de otra índole. Más madera para un ‘guerrero’ acostumbrado a lidiar casi de igual manera con los defensas y con el destino


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