El extraordinario ritmo que marca la Real abarrota el depósito de las expectativas. El líder de la Liga defiende su categoría por Europa con una entereza convincente a la espera de jugar la eterna final de Copa. Jesús Mari Zamora (Errenteria, 1955) sigue con pasión a una generación de futbolistas que aspira a reeditar épocas gloriosas. Al habla un campeón de Liga con la Real. El héroe del primer título.
¿Sigue viendo mucho fútbol o es una adicción controlada?
Un poco, para estar al tanto. Tampoco mucho. Desde la distancia.
¿Ver un partido es como una vía de escape entre todas las malas noticias que está habiendo que soportar?
Con el tiempo que llevamos, yo al manos ya tengo bastante asumido qué se puede hacer y qué no. Lo llevo bastante bien, dentro de todas las dificultades que hay. Lo que peor se lleva es evitar el contacto. Aquí somos de una vida social en la que nos gustar estar con la gente.
¿Usted también está entusiasmado con esta Real?
Es normal que estemos entusiasmados en general. Todos los que están jugando dan el nivel. La palabra equipo es la correcta y la adecuada. Tienen claro cuál es la forma de jugar y se les nota con mucha confianza en el terreno de juego.
Hay unos 15 jugadores que pueden ser catalogados como titulares en esta plantilla.
Incluso diría que más. Si me apuras, casi toda la plantilla se considera titular. En el fútbol de hoy en día hay un salto menor de la base a Primera. Todo está más a la par porque entrenan igual, los jugadores son de un perfil parecido y la diferencia está en las cualidades que tenga cada uno.
¿Qué es lo que más le gusta del equipo?
Me está gustando todo. La actitud, la confianza… Van a por el contrario, intentan robar en su campo antes de que el otro equipo se sitúe y así el esfuerzo no es tan grande. Luego, el equipo sabe recular rápidamente, intenta salir desde atrás jugando… Es un equipo fundamentado en detalles y lo importante es que lo tienen claro. Poner pegas en estos momentos es complicado (ríe).
La racha de resultados iguala marcas de victorias que consiguieron ustedes, los campeones. ¿Las comparaciones son odiosas?
Antes era más difícil todo. Las comparaciones se tienen que quedar en cada época. No tengo ni idea de los records que hay, cuántos partidos empezamos ganando nosotros, cuántos empatamos, perdimos… Nunca me he quedado con esos datos, menos el más global, que fue el de la imbatibilidad. Lo más objetivo es que nosotros conseguimos los primeros títulos. Si la Real lo vuelve a conseguir, será igual. El resto no se puede comparar. Ha cambiado todo.
…
Sobre todo los arbitrajes. Imagínate a mí o a Roberto López Ufarte con los arbitrajes de ahora. O a Maradona, ahora que nos ha dejado. Los campos, los materiales… El arbitraje de ahora protege al jugador. Antes, no.
¿Qué se siente en un vestuario siendo primero, teniendo que defender el liderato de la Liga según avanzan las jornadas?
Seguramente, ahora mismo nada. Y cuando falten 10 partidos, todo. En estos momentos estás con la ilusión, pensando sólo en el partido siguiente.
¿O sea que ustedes no pensaban en ser campeones a estas alturas?
El primer año no. Seguro. Sí empezamos a tenerlo muy en cuenta cuando faltaban… (tira de memoria) unos cinco partidos más o menos. Ahí sí que es imposible pensar sólo en el siguiente. Ya empieza el peso. No sólo el tuyo. El del contrario también.
¿Cree que la mentalidad del futbolista ha podido cambiar?
Antes éramos nosotros y ya está. Cada uno era el psicólogo de sí mismo. Nos ayudábamos entre nosotros y nos dábamos ánimos. Y en el banquillo eran dos: el primer entrenador y el segundo. Ahora tienen más apoyo y seguro que les viene bien, pero no sé si es tan necesario. Si es bueno, pues mejor para ellos.
Se proclamó subcampeón como segundo entrenador. Es la última Real que ha aspirado a un título de Liga. ¿Qué recuerda?
Un partido de la segunda vuelta contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Pasamos por grandes apuros, no nos metían y nosotros en una contra hicimos el gol de la victoria, de Karpin. Ganamos 0-1. Y le dije a un jugador: ‘Esto me huele mucho a nuestro primer título’. Pero en las últimas jornadas pasamos por todo el proceso que te he comentado antes. Empatamos contra el Villarreal y el Valencia en casa. Se empezaba a notar esa presión de las circunstancias finales de una liga. Ya no vas con esa ligereza, juegas más espeso. Cuando empieza a surgir la presión, la frescura desaparece.
¿Existen similitudes entre la actual Real y la que usted entrenó con Denoueix?
Bastantes. También teníamos a jugadores extranjeros que eran importantes. Y de casa, también. La forma de jugar es diferente. Ahora es un 4-3-3 y nuestro esquema era un claro 4-4-2, con Nihat o Kovacevic más en la mediapunta dependiendo de a qué defensa marcaban.
¿Es posible que la Real sea campeona de Liga este año?
Es que este es un año más raro… Yo creo que puede ser el año. Es el año para hacer algo. Hay que esperar. Ahora se juega de una manera y luego se jugará de otra. Me extrañaría mucho que no fuera así. Pero que sea un año tan atípico ayuda. Por lo que sea, dos de los equipos grandes están más flojos y dejan hueco a los demás. Puede ser un buen momento para aprovecharlo.
¿La juventud de la plantilla puede ser un hándicap?
Cuando llegas con opciones al final, puede ser. Pero no creo que sea lo más importante. Lo que cuenta es la experiencia que tengan en situaciones de este tipo. Hay gente que ha jugado partidos internacionales, en competición europea… Y luego, la ilusión ayuda mucho a contrarrestar la falta de experiencia.
¿Qué responsabilidad tiene Imanol Alguacil en esta marcha triunfal?
Importante. Está plasmando esa actitud de pelea, entrega, de tirar hacia delante, con carácter. Desde fuera, parece que transmite que no somos menos que nadie. Que nadie es mejor que yo hasta que me lo demuestre. Yo voy a ser más, pero menos tampoco dentro del terreno de juego. Y a partir de ahí, a ver qué pasa. Yo creo que es el mensaje que está mandando Imanol. Una de las facetas que está dando resultado es que van todos juntos, que nadie hace la guerra por su cuenta. Yo no soy amigo de destacar a nadie, pero veo que el jugador que aglutina todo esto es Silva. Pero bueno, hay mucha gente joven y que lo está haciendo muy buen.
¿Oyarzabal es un digno heredero del ‘10’ que llevó usted?
Tiene actitud, carácter, se siente de aquí, poderío, calidad… Es una de las piezas fundamentales, pero lo importante es el bloque. También están ahí Merino, Portu, los centrales, Le Normand es un descubrimiento… Los laterales… Las individualidades son las que ponen su calidad al servicio del equipo y este es un gran éxito de Imanol.
¿Hasta dónde se puede llegar en Europa?
Lo primero es pasar esta fase. No creo que hasta el último partido se sepa quién se va a clasificar. Está todo muy apretado. Lo que pasa es que al Nápoles no le veo muy allá… Sí creo que al Rijeka le vamos a ganar. Y luego a ver qué pasa. En las últimas jornadas de un grupo puede suceder de todo. También es importante ver en qué nivel pasas de fase. Hay que ser prudentes.
¿Ha sido un acierto esperar tanto para que se juegue la final de Copa?
Es un partido que se tiene que jugar con público. Es una final, no un partido más de Liga. Hay un título en juego y ahí tiene que haber público. Porque vas a jugar este partido para intentar dedicar un título a la gente. ¿Jugar como sea esta final? No voy a ‘hacer de Papa’ y decir que no, pero se me haría muy raro. Muy difícil de entender. El título tendría su prestigio, sí, pero no tendría nada que ver.
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