¿De verdad importa con cuántas personas se ha acostado tu pareja?

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“Nos enfrentamos a la pregunta del millón”, reconoce el sexólogo y antropólogo Carlos Horrillo, “en consulta nunca sale en las primeras sesiones, pero termina por salir en casi todos los casos”. Saber si el número de relaciones sexuales que tenemos a la semana con nuestra pareja está dentro de lo normal se ha convertido en uno de los motivos principales por los que se acude a un especialista como Horrillo. “Muchas parejas a las que trato se agobian cuando toman modelos sexuales prestados de los comentarios que sus amigos hacen sobre la cantidad de encuentros sexuales que dicen tener”, explica Eva Moreno, sexóloga y terapeuta de pareja. Sin embargo, tomar como referencia aquello de lo que nuestro entorno alardea, sobre todo cuando se trata de sexo, no es recomendable, ni mucho menos fiable.
La realidad es que, tal y como afirma Moreno, muy poca gente es sincera cuando habla de sexo. “En este mundo se puede hablar de todo, ahora, como salga un pene ya la hemos liado”, señala Horrillo, que incide en la deficiente educación sexual que tenemos como sociedad. “Se habla muy poco de sexo, y cuando se hace no es de una forma sincera”, comenta el sexólogo y antropólogo. “Si fuéramos honestos, esta pregunta no monopolizaría el 80% de las terapias de pareja”.

“La edad y el tiempo que llevamos emparejados influyen mucho. En una relación larga y sana donde hay amor y conexión lo importante es mantener una sexualidad regular de calidad. No hay que olvidar que el sexo es necesario para estar sanos física y mentalmente, pero no hay que obsesionarse con la cantidad”
Carlos Horrillo, sexólogo y antropólogo

Según Carlos Horrillo, el porno ha influido de forma negativa en la forma en que el ser humano se relaciona sexualmente. “Encuentro en consulta a parejas que creen tener problemas en la cama porque su modelo a seguir es aquello que muestran las películas. Si no alcanzan el orgasmo de forma simultanea piensan que algo va mal, si el tamaño del pene es inferior al de los actores porno que ven creen que tienen un micropene, si las relaciones sexuales nos son tan ‘salvajes’ como las que ven en pantalla sienten que su vida sexual es aburrida…”, reconoce.
El sexo, explica, tiende a genitalizarse el 100% del tiempo y todo lo que no termine implicando al pene o a la vagina no se percibe como sexual. “Es un error limitar el sexo a los genitales porque va mucho más allá. El sexo sobre todo es piel. Las caricias son un encuentro íntimo aunque no termine en un orgasmo”, señala. El contacto físico mejora el vínculo entre las parejas, la intimidad -que no el sexo genital- es clave para que una pareja sea feliz.
Carmen, andaluza de 36 años, lleva siete con su novio y desde hace más de cuatro años su vida sexual no es la que era. “Cuando empezábamos a salir nos acostábamos casi a diario, siempre que nos veíamos. Con el tiempo la frecuencia, como es natural, fue bajando. Durante mucho tiempo manteníamos una media de dos-tres relaciones a la semana y yo estaba a gusto así, pero ahora lo hacemos una media de tres veces al mes y me preocupa”. El caso de Carmen no es especial. Al contrario, como explican Horrillo y Moreno a Icon, el suyo es un ejemplo que refleja un patrón común en parejas de larga duración. A partir de los dos años de relación, explica Horrillo, la frecuencia desciende significativamente. Es entonces cuando la dopamina (sustancia que genera placer) disminuye dejando paso a la oxitocina, la hormona del amor calmado en el que los lazos afectivos son más fuertes que la pasión.
Hay que tener en cuenta que la frecuencia con la que se mantienen relaciones sexuales varía mucho en función del momento de la relación en el que se encuentra una pareja. “La edad y el tiempo que llevamos emparejados influyen mucho. En una relación larga y sana donde hay amor y conexión lo importante es mantener una sexualidad regular de calidad. Una buena frecuencia sexual en una pareja de larga duración podría ser mantener relaciones una vez a la semana. No hay que olvidar que el sexo es necesario para estar sanos física y mentalmente [hay estudios que afirman que practicarlo con asiduidad mejora el estado de ánimo, ayuda a fortalecer el corazón y disminuye el riesgo de padecer cáncer de próstata y de mama], pero no hay que obsesionarse con la cantidad”, comenta el sexólogo. Moreno, por su parte, señala que la cantidad de sexo depende de cada pareja: “Hay parejas muy felices que tienen relaciones una vez al mes y otras que solo lo son triplicando esa cifra”.

Según las investigaciones llevadas a cabo por la psicóloga Amy Muise, profesora en la Universidad de York en Canadá, lo ideal es mantener encuentros sexuales una vez a la semana. Y aumentar el número de relaciones sexuales a la semana no hace que la relación vaya mejor

Según las investigaciones llevadas a cabo por la psicóloga Amy Muise, profesora en la Universidad de York en Canadá, para tener una relación de pareja feliz lo ideal es mantener encuentros sexuales una vez a la semana. Y, a pesar de la importancia que se le llega a dar a la frecuencia sexual, aumentar el número de relaciones sexuales a la semana no hace que la relación vaya mejor. Como explica a Icon Eva Moreno, la asiduidad con la que una pareja necesita practicar sexo es algo subjetivo. “La cantidad de veces que practicamos sexo solo es importante si nuestra pareja no está cómoda con ella. En ningún manual vamos a encontrar la cifra exacta de la cantidad de sexo que debemos tener”, apunta. El psicoterapeuta Robert Weiss coincide y reconoce en Huffpost que el exceso o la falta de sexo solo es un problema real a nivel psicológico si se convierte en un problema para la pareja o provoca ansiedad o falta de autoestima.
Cuando esto ocurre y hay una descompensación en las necesidades sexuales suelen darse dos roles: el del que busca sexo y el del que lo rehúye. “En este caso, la persona que encaja las negativas de la pareja puede sentirse rechazado hasta el punto de que afecta a su autoestima y la persona que no quiere practicar sexo puede sentirse presionada hasta el punto de tener ansiedad cada vez que el sexo aparece en la ecuación”, señala Horrillo. Para evitar esta situación es importante comunicarse y explicar a la otra persona qué es lo que nos molesta. A Eva Moreno la experiencia como terapeuta le ha enseñado que cuando un miembro de la pareja explica por qué no quiere tener sexo el otro suele entenderlo. “Problemas cotidianos como no realizar todas las tareas domésticas que se debería o no preocuparse por cómo está el otro y apoyarle en momentos complicados provocan un desgaste que anula el desea sexual. Verbalizar estas demandas y atender las necesidades de la pareja es el primer paso para que los encuentros sexuales vuelvan a ser una prioridad”, matiza la sexóloga.
Como explican los expertos, que con el tiempo se tengan menos relaciones sexuales es natural, como también lo es que no siempre estemos satisfechos con este descenso. “Lo principal es entender que no se trata de una patología salvo que la medicina demuestre lo contrario y haya inapetencias fisiológicas a causa de alguna medicación o problema físico”, añade Horrillo. El truco para que la sexualidad sea divertida y desdramatizar las desavenencias de alcoba, continúa el especialista, está en “hablar, que se habla muy poco, y dejar de pensar que estamos enfermos por exceso o defecto de sexo”.
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