Destrucción de China y Golpe de Estado en Washington. El fascismo del siglo 21 de Trump (Artículo)

Destrucción de China y Golpe de Estado en Washington. El fascismo del siglo 21 de Trump (Artículo)

Por Heinz Dieterich

  1. Trump, Bannon y la falange global

Donald Trump, el títere más peligroso de la historia mundial –más peligroso que Hitler, porque tiene armas nucleares– ejecuta una agenda fascista claramente definida por dos objetivos estratégicos: convertir el orden liberal de la democracia estadounidense en un régimen autoritario fascista del tipo Mussolini y destruir a la República Popular de China. A diferencia de Hitler, quien anunció los objetivos nazis abiertamente bajo su nombre en el panfleto racista Mein Kampf (Mi Lucha), Trump ejecuta y prioriza su misión de hegemonizar a las masas vía su papel de payaso en twitter y televisión. Mientras, su verdadera agenda — servir al Gran Capital imperialista– es desarrollada por el Lord Darth Vader de la camarilla trumpiana, Stephen Bannon. Bannon es un exoficial de la Marina de Guerra, ex investment banker y ex estratega electoral de Trump. Se auto-describe como un “orgulloso cristiano sionista” y la “plataforma global” para ampliar y unificar a los movimientos de derecha (“populistas”) en una especie de falange global. Según el presidente francés Macron, Bannon es un lobbyista “cercano al gobierno estadounidense”, cuyo objetivo es “desmantelar a Europa” mediante la colusión entre “nacionalistas e intereses extranjeros”. Para ser más preciso: Bannon es un empleado de Trump, con la misión de destruir a China, la Unión Europea y, posteriormente, a Rusia.

  1. En la ruta de Mussolini

Se trata de una división social de trabajo imperial perfecta, escenificada por Washington. El gran capital mueve a su títere Trump; su spiritus rector (espíritu conductor) desarrolla el decálogo del Fascismo del Siglo 21; el payaso distrae a las masas y a los medios con idioteces y mentiras (diez mil hasta hoy, cuenta el fact checking del Washington Post); los criminales de Guerra de Centroamérica e Irak, Elliott Abrams, John Bolton y Mike Pompeo ejecutan la política imperial exterior; los capos republicanos del Congreso Mitch McConnell y Paul Ryan imponen las leyes que benefician a la plutocracia, la billionaire class  de Bernie Sanders y toda la nomenclatura republicana con Fox News bloquea el juicio político (impeachment) de Trump, que es el único mecanismo institucional pre-electoral efectivo, para impedir la transición gradual hacia el Fascismo del Siglo 21. Transición gradual, que Trump procura implementar copiando la exitosa toma de poder de Mussolini, entre 1922 y 1924.

  1. Hacia el Fascismo del Siglo 21

El programa de cambio del régimen liberal imperialista estadounidense hacia un régimen de supremacistas blancos neofascistas, ha sido definido con precisión por el cerebro estratégico de Dangerous Donald. Cuando Bannon se definió en el año electoral 2016 como un leninista, un reportero le pidió una explicación. Bannon contestó: “Lenin quería destruir el estado, y ese es mi objetivo también. Quiero que todo se derrumbe y quiero destruir toda la élite (establishment) de hoy”. Dado que Bannon no quiere construir el comunismo es obvio, cuál es la fuente real de la cual bebe: Adolf Hitler.

En un discurso posterior en la CPAC (Conservative Political Action Conference, febrero 2017), Bannon dijo que su objetivo era “deconstruir el estado administrativo” y que muchos de los incompetentes del gabinete de Trump “fueron seleccionados por una razón, y esa es la deconstrucción.” A la agenda electoral de Trump la caracterizó en 2016 como “a new political order”, un nuevo orden político. Y tiene toda la razón. Con el de facto desconocimiento de la división de poderes, el ataque a los medios (enemy of the people), la gobernanza vía la mentira y la manipulación sistemática de las masas, se asemeja cada vez más a la ordine nuovo del Duce Mussolini.

  1. Destruir a China

El 6 de mayo 2019, Bannon publicó en  el Washington Post, uno de los tres periódicos más poderosos del mundo, el artículo titulado: “Estamos en una guerra económica con China. Es inútil hacer compromisos”. Allá el neofascista pontifica sobre la inevitabilidad de la guerra con China, porque el Partido Comunista de China quiere ser el poder “hegemónico global”. Y advierte que aunque Trump consiga un acuerdo comercial ahora, no sería más que una tregua temporal en una “guerra económica y estratégica de larga duración con China”.

Según Bannon son seis “entendimientos” que explican por qué es “inútil comprometerse con este régimen”. El primero es, que China constituye la mayor amenaza de seguridad económica y nacional “que Estados Unidos ha enfrentado en su historia”. Extrañamente revela, sin embargo, que si el PCC acepta las demandas (económicas) de Estados Unidos en la actual “guerra comercial” de una manera “ejecutable”, equivaldría “al desmantelamiento legal y reglamentario del capitalismo de Estado chino”.

El segundo entendimiento es que el conflicto comercial no trata de un posible acuerdo entre dos sistemas similares, sino de un “choque fundamental entre dos modelos económicos radicalmente diferentes”: el capitalismo industrial libre y el capitalismo de Estado proteccionista. En el cuarto entendimiento, Bannon revela el nexo entre la agresión a China y la campaña electoral estadounidense, recomendando que Trump se vuelva aún más agresivo frente a China: el presidente debe “aumentar aún más las tarifas” a las mercancías chinas, porque si no, “se expone a las críticas del Partido Demócrata”. Además, los Senadores Marco Rubio (R-FLA.) y Ted Cruz (R-Tex.) podrían aprovechar una eventual moderación de Trump, “para colocarse a su derecha en el asunto de China, lo que podría generar un desafío posterior en las elecciones primarias” para el año 2020.

En el sexto entendimiento, el estratega de Trump deja claro lo que entiende por “sistemas diferentes”. El mundo ahora da testimonio de “un estado totalitario que se militariza rápidamente, encarcelando a millones de personas en campos de trabajo”. Esto es historia “en tiempo real” en un mundo que es una “casa dividida, mitad esclava, mitad libre. Trump y Xi se enfrentan para inclinar la balanza en una dirección u otra. Una manera conduce a los beneficios de la libertad, la democracia y el capitalismo de libre mercado. El otro conduce a un poder totalitario y mercantilista en el capitalismo de estado con características chinas. La lucha de los Estados Unidos no es con el pueblo chino, sino con el PCC… Es más importante que nunca que Trump siga sus instintos y no suavice su postura contra la mayor amenaza existencial jamás enfrentada por Estados Unidos”.

  1. Washington, a un paso de la tiranía

El presidente del Comité Jurídico del Parlamento —Chairman of the House Judiciary Committtee— diputado Jerry Nadler, ha acusado a Trump, de llevar a cabo una política de “ataque a la esencia de la democracia” (8.5.2019). Nos encontramos ahora, dijo ante la televisión, “en una crisis constitucional, porque el presidente desobedece a la ley y le niega toda la información al Congreso”. Nuestra forma de gobierno fue definida por Abraham Lincoln como una República. Pero Trump está tratando de imponer “una forma de gobierno más tiránica”. No puede haber un riesgo superior que este intento de Trump de “concentrar todo el poder en el Ejecutivo, alejándolo del Congreso y de los ciudadanos. No se puede permitir que la democracia se convierta en una monarquía y Trump se convierta en Rey. El bloqueo de Trump de varias investigaciones (subpoenas) es “un intento de imposición de un poder tiránico por parte del presidente y esto no puede permitirse”.  “There can be  no higher stakes than this attempt to arrogate all power to the executive Branch, away from Congress and…the American people. We can not allow democracy to turn  into a monarchy, where he becomes a King…Trump’s stonewalling of Congress in various investigations is an assertion of tyrannical power by the president and that cannot be allowed to stand.

En palabras del más alto representante legal de la Cámara de Diputados de Estados Unidos, estamos ante un prolongado golpe de Estado, que pretende convertir la democracia liberal nuclear burguesa más poderosa de la tierra en una tiranía nuclear. Es el intento, de institucionalizar el Fascismo del Siglo 21 en el Nuevo Mundo y a escala mundial.

  1. Hitler, Mussolini, Trump

Es una idea generalizada en América Latina que Hitler y Mussolini llegaron al poder debido al apoyo popular. Esto es categóricamente falso. Ni Hitler, ni Mussolini, ni Trump llegaron al poder por la mayoría de votos, sino por la cooptación de élites gubernamentales y sociales del status quo. En rigor, por coup d´états. Los tres títeres del Gran Capital tenían apoyo popular, pero, este apoyo fue minoritario. Lo que inclinó la balanza en su favor fue la intervención golpista de sectores de las clases dominantes durante la fase crítica de la transición al totalitarismo.

En el caso de los Nazis la responsabilidad directa recae sobre el presidente Paul von Hindenburg, representante de la reaccionaria aristocracia alemana, quién colocó a Hitler en el poder en enero de 1933, nombrándolo canciller. El mismo papel jugó en Italia el Rey Vittorio Emmanuele III, cuando el 30 de Octubre de 1922 autorizó el nombramiento de Mussolini como Primer Ministro. Trump, quién perdió las elecciones populares por 2.87 millones de votos frente a Hillary Clinton, fue impuesto por el semi-feudal Colegio Electoral (Electoral College), en colaboración con el jefe de la policía política (FBI) James Comey, y la colusión con sectores de Israel. Si Trump posteriormente atacó militarmente a Siria, trasladó la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, amenaza ahora a destruir Irán y colabora con Netanyahu en la esclavización del pueblo palestino, no hace más que pagar su deuda electoral. Todo el circo del Partido Demócrata sobre la supuesta colusión con Putin es una cortina de humo para tapar las huellas de este contubernio. La colusión con sectores oscuros de Rusia existió en lo financiero, probablemente como lavado de dinero, como reveló el reciente reporte especial de CNN, The Trump Family Business; pero no como razón de Estado del Kremlin.

  1.  Momento crítico transitorio en Washington

Los megaproyectos geopolíticos del Gran Capital, cuya ejecución reflejan figuras como Hitler, Mussolini y Trump, tienen la misma esencia: proyectar los intereses de sus amos sobre mercados y mundos nuevos. El Tausendjaehrige Reich de Hitler (Reino milenario) debía conquistar para el capital alemán la dominación de Europa, incluido Rusia. La Gran Italia del Duce pretendía controlar el mediterráneo y partes de África. Y América First de Trump procura la dominación global de la 4ta Revolución Tecnológica por el imperialismo estadounidense.

Los proyectos totalitarios de Hitler y Mussolini triunfaron en un primer momento, pero fracasaron finalmente, cuando trataron de vencer al mundo entero. El proyecto de los operadores de Trump triunfó en 2016. No está del todo claro, si puede ser frenado todavía por los mecanismos institucionales de la democracia liberal burguesa o si se requiere de la intervención directa de los sectores militares constitucionales de Estados Unidos para impedirlo. De lo que no queda duda es, que la política de appeasement de la cúpula republicana y de la Unión Europa le facilita el camino al Fascismo del Siglo 21 de Trump, como hicieron Hindenburg y Víctor Manuel el siglo pasado.

  1. El Orden Mundial trumpiano y Venezuela

El intento de instalar una tiranía en Washington es extremadamente peligroso para el orden global, porque su razón de ser es la fuerza. Al igual que Hitler, Trump trata de conseguir por la fuerza, lo que no puede conseguir con la negociación. En este intento le está quitando a la semi-civilizada selva socialdarwinista que se llama sociedad global, los últimos elementos del derecho internacional, como el Acuerdo climático de París, la jurisdicción de la Corte Internacional de La Haya, la cancelación del Tratado Nuclear con Irán, de los misiles intermediarios con Rusia (INF Treaty), entre otros. En pocas palabras, le quita a todos los Estados, que no son superpotencias, el derecho a resolver su destino y reduce el campo de decisores de la humanidad a sólo tres naciones con autonomía estratégica: Estados Unidos, Rusia y China.

Ante esta realidad global es ridículo el papel que pretenden jugar Maduro y sus cómplices militares. Las elecciones, que se realizarán en Venezuela en los próximos doce meses, se deciden en Washington, Moscú y Beijing y ninguno de los actores en Venezuela podrá cambiar tal decisión. Su configuración concreta dependerá de los intereses estratégicos de las tres superpotencias en el ajedrez mundial, siendo los países débiles como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Irán, Siria etc., relegados a ser esencialmente objetos y espectadores de la dinámica mundial.

  1. El bacalao y la carnada “negocian”

Dentro de esta lógica del orden mundial trumpiano, por ejemplo, es perfectamente probable, que Moscú entregue a Maduro –en una forma diplomática, se entiende– para priorizar sus intereses en Irán. La política se hace por intereses, no por personas y no cabe duda, que el valor estratégico de Irán para Rusia es inmensamente superior al de Venezuela. Y lo mismo vale para Trump y su “patio trasero”. Ambas superpotencias priorizarán el control de su retaguardia (hinterland), frente a posiciones estratégicas secundarias y militarmente indefensibles, en ultramar. Es en este contexto, que se dieron las supuestas “negociaciones” en Noruega. Maduro, sin energía, sin petróleo, sin dinero, sin masas, sin comercio internacional, sin PIB, sin credibilidad –porque las últimas elecciones democráticas libres en Venezuela fueron las de 2013 y 2015– está más muerto que un bacalao noruego. Y Guaidó no es más que una carnada de Big Brother, sin poder propio. Entonces, ¿qué pueden negociar esas dos entelequias políticas?

  1. Ceguera de actores estatales e “izquierda global”

Desde mediados del año 2016 era claramente previsible que apoyar a Maduro significaba apoyar a un régimen sin futuro posible. El hecho de que las grandes burocracias diplomáticas y de inteligencia de las superpotencias, al igual que la dizque “izquierda” mundial, no supieron entender esa realidad y actuar correspondientemente, deja claro sus fallas estructurales de inteligencia cognitiva.

Impedir la instalación de la tiranía de Trump-Bannon en Washington y del Fascismo del Siglo 21 en el sistema mundial debería ser, por lo expuesto, el objetivo supremo de la política superior de los países pequeños, como Cuba o Bolivia, y de los pueblos del mundo. Apoyar a un régimen inepto, corrupto, sin base social ni legitimidad democrática, como el de Maduro, en cambio, es como apoyar al inepto Mugabe que destruyó a Zimbabwe o a la corrupta nomenclatura del ANC, que destruye el futuro de África del Sur. Es comprarse un boleto histórico, sin retorno.

 

Heinz Dieterich

Sociólogo, analista político, teórico marxista, asesor de Hugo Chávez, autor del “Socialismo del Siglo XXI” y más de 30 libros sobre la conflictos latinoamericanos. Nacido en Rotemburgo del Wumme, Alemania, y actualmente investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Ciudad de México.

*La opinión aquí vertida es responsabilidad de quien firma y no necesariamente representa la postura editorial de Aristegui Noticias.




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