A veces conviene recordar una pesadilla para poner los medios necesarios de cara a que no se vuelva a repetir. Hoy se cumplen dos años exactos de la que quizás sea la noche más horrible que ha vivido el nuevo San Mamés. El Athletic quedó apeado de la Copa del Rey en dieciseisavos tras caer 0-1 con el Formentera. Fue un duro golpe a la línea de flotación de los entonces dirigidos por Kuko Ziganda que arrastraron durante toda la campaña.
El agravante fue que los leones no pudieron en una eliminatoria a dos partidos con un conjunto que transitaba por la zona templada del grupo III de Segunda B y que acabaría descendiendo. El Athletic igualó en la ida en un choque gris (1-1) en el que se adelantó el Formentera. Raúl García logró igualar de inmediato, dejándolo todo para la vuelta.
Daba la impresión que el cuadro bilbaíno se impondría por inercia. Por el peso de la categoría. Los de Ziganda fueron acumulando oportunidades. Aketxe, desde larga distancia. Williams, a un metro de la línea de gol con un remate que sacó un defensor. Iñaki dispuso de un importante puñado de ocasiones, aunque no tuvo su día.
En el segundo tiempo fue más de lo mismo. El encuentro solo tenía una dirección. El Athletic dominaba y vivía en campo rival. Sin embargo, el gol no llegaba. Saborit no acertó, Williams tuvo un cabezazo que se perdió por centímetros y un mano a mano que estrelló contra el lateral de la red. Según avanzaban los minutos, la incertidumbre crecía en San Mamés.
Ziganda recurrió a Aduriz y a Raúl García en el segundo acto. El donostiarra estuvo cerca del gol. Su remate lo desvió un rival sobre la línea. El Formentera apenas dio un aviso en un córner ante el que respondió Herrerín. El partido entró en el descuento. Parecía que el Athletic pasaría a octavos con más pena que gloria por el valor doble de los goles en campo contrario, pero entonces se produjo el mazazo de los baleares.
Última jugada de la noche. Córner desde la izquierda favorable a los visitantes al corazón del área bilbaína y cabezazo inapelable de Álvaro. Diana. El árbitro no dejó ni sacar de centro. Se desató la euforia en la expedición del Formentera y la pitada en San Mamés. Registró una entrada de 14.294 espectadores, aunque para ese momento no quedarían ni la mitad porque la noche de era de perros. Y fue a peor.
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