Dos pisotones, dos destinos en el Athletic-Real Madrid


Los jugadores del Athletic y del Real Madrid peleaban cada balón el pasado domingo como si fuera el último, en un duelo muy igualado. Un choque de trenes con apenas un par de ocasiones claras por cada bando. Pero los verdaderos protagonistas iban a ser
González González
y su lugarteniente al mando de las consolas,
Gil Manzano
.



De traca. No sé qué figura literaria componen, pero me viene a la boca lo de árbitro arbitrario, y creo que no conjuga bien. Pisotón aquí pisotón allá, podía haber cantado Mecano.

Pisotón y tentetieso, en definitiva. Uno, penalti; y otro, nada, sigan, sigan.

Imagino a Manzano en la primera jugada como un científico en su laboratorio con un microscopio nuclear analizando la caída de
Marcelo
como si fuera a salvar a la humanidad. Unos segundos después, el mismo Manzano, quizá caído ya de la rama en forma de fruto newtoniano, se asemejaba más a un neandertal adormilado tras zamparse un mamut, sentado asustado ante el teclado de una computadora llena de consolas que pronto aporreará. Sigan, sigan, terciaron asustados.


Sergio Ramos
, protagonista en ambas jugadas, salió ganando. Su equipo, también.


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