Edgard Morin, Noa y Menorca se conjuran para reivindicar a Albert Camus y su apuesta por el diálogo

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La cantante israelí Noa, durante su actuación en la gala de inicio de los encuentros Albert Camus en el Teatro Principal de Mahón, Menorca.
La cantante israelí Noa, durante su actuación en la gala de inicio de los encuentros Albert Camus en el Teatro Principal de Mahón, Menorca.David Arquimbau Sintes / EFE

“Es bueno que haya terrazas por encima de la peste”, anotó Albert Camus en sus Carnets en febrero de 1943 mientras escribía su célebre novela sobre la epidemia en Orán. En la noche de este viernes, una terraza en forma de escenario y platea de teatro se ha alzado sobre la pandemia de covid para recordar y reivindicar al escritor, conjurando la plaga (aunque a la vez cumpliendo escrupulosamente todos los protocolos de seguridad). El veterano Teatro Principal de Mahón, en Menorca, ha sido el marco de la gala de inicio de los encuentros literarios de la isla consagrados al autor de La peste, El extranjero, Calígula o El mito de Sísifo, acto en el que se han conjurado dos voces tan distintas como la del pensador Edgard Morin y la cantante Noa (aparte de la propia Menorca, tierra de la familia materna de Camus) para reivindicar la vigencia del escritor y su apuesta por el diálogo. Los encuentros, dedicados a calibrar la vigencia de Camus, tienen como lema precisamente su frase “no hay vida sin diálogo”, omnipresente en el entorno de las jornadas.

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Las III Trobades Literàries Mediterrànies Albert Camus, que se desarrollan hasta el domingo en Mahón y Sant Lluís, localidad de origen de la abuela del Nobel, Catalina María Cardona Fedelich (1857-1930), que emigró a Argelia, donde nació el escritor (1913-1960), han arrancado con la entrega de los premios que concede la cita menorquina y un concierto de la cantante israelí. Los galardones son los correspondientes a 2020 (los encuentros y los premios son bianuales alternos), que no se pudieron entregar entonces. Los han recibido Morin (a punto de cumplir 100 años el 8 de julio, no ha viajado y ha hecho una intervención en pantalla) y el fotógrafo argelino (nacido precisamente en Orán) Abdo Shanan.

Noa, fiada a la consideración camusiana de que solo la música está a la altura del mar y también a la idea del Nobel de que “hay que hacer arte peligrosamente”, frase que ha dicho que le encanta, ha interpretado junto a su habitual acompañante, el guitarrista Gil Dor, canciones de su nuevo disco, con estándares de jazz, y reinterpretaciones de Bach del anterior, encantando al público con su dominio vocal. Asimismo, ha ofrecido composiciones de sus amigos Joan Manuel Serrat y de Joaquín Sabina, al que ha imitado con mucha gracia.

A Morin se le otorgó el II Premi Mediterrani Albert Camus por “su reflexión libre y constante sobre la condición humana” y también por ser un hombre rebelde como Camus que, “lejos de las verdades absolutas, no ha dejado de interrogarse sobre lo viviente”. Es imposible al ver al Morin casi centenario al pie del cañón no recordar la inscripción de una lápida griega que cita al final de su inolvidable El hombre y la muerte: “Resucitadme el primero, he amado tanto la vida…”.

A Shanan se le ha entregado el I Premi Mediterrani Albert Camus Incipiens, que reconoce proyectos de reflexión periodística en línea con los ideales sobre la profesión de Camus, por su proyecto fotográfico A Little Louder, sobre la lucha por los derechos en Argelia del Hirak, el movimiento de protesta pacífica que sacude el país desde el 22 de febrero de 2019.

El fotógrafo argelino Abdo Shanan, tras recibir el I Premi Mediterrani Albert Camus Incipiens en la gala de entrega de los premios Mediterranis Albert Camus 2020, en el Teatro Principal de Mahón.
El fotógrafo argelino Abdo Shanan, tras recibir el I Premi Mediterrani Albert Camus Incipiens en la gala de entrega de los premios Mediterranis Albert Camus 2020, en el Teatro Principal de Mahón.David Arquimbau Sintes / EFE

En su intervención, Morin ha recordado cómo conoció a Camus: “Lo conocí, lo desconocí y finalmente lo reconocí”. “Durante la ocupación alemana ya había leído El mito de Sisifo, había visto sus obras de teatro, por lo que era alguien a quien ya apreciaba como escritor, y sabía que estaba en una red de resistencia, la red Combat, y yo estaba en otra, y por tanto le tenía gran estima ―prosiguió―. Y después de la liberación de París, nos encontramos varias veces, siempre de manera muy cordial, ya que era una persona luminosa y muy abierta”. Sin embargo, “ocurrió que en esa época yo era comunista y que, por tanto, estaba influenciado por esa frase de Hegel que decía que las grandes almas y los grandes corazones no eran más que el tumulto informe de las campanas”. Morin necesitó “tres o cuatro años para entender la profundidad tan justa de Camus”, del que piensa que “mientras que la intelligentsia francesa estaba en un estado de degradación ética, conceptual e intelectual, Camus fue un ejemplo”. El premio, ha dicho, le ha servido para reencontrarse con él, “para restablecer ese contacto perdido con Camus”.

En el acto de inauguración de los encuentros, que reúnen a una veintena de participantes internacionales, entre ellos escritores, científicos, filósofos, poetas y artistas, y que incluyen conferencias, mesas redondas y actuaciones, han intervenido además la directora de la cita, Sandra Maunac, que ha mencionado la preciosa frase del escritor “la cultura es el grito de los hombres ante el destino” y ha reflexionado que estos días “todos somos pestiferarios”. Ha hablado también la presidenta de la Sociedad de Estudios Camusianos, Anne Prouteau, y lo ha conducido la actriz menorquina Laura Pons, que ha recordado la condición de hombre de teatro de Camus. “Dijo que solo se sentía libre de verdad en un escenario”, ha señalado. Pons ha apuntado que muchos menorquines compartieron el destino de la familia del Nobel emigrando a Argelia y ha subrayado “la identidad compleja de Camus, menorquina, argelina y francesa y esencialmente mediterránea”.

“Las dudas son lo que tenemos de más íntimo”

La periodista Rosa María Calaf ha subido al escenario para dialogar con la actriz sobre Camus y ha protagonizado una notable performance en la que hacía preguntas al escritor, que este supuestamente contestaba desde extractos de antiguas grabaciones. El juego ha permitido experimentar la emoción de escuchar su voz y oír expresar opiniones sobre el arte, la rebeldía, la pasión o el destino al hombre que escribió frases como “las dudas son lo que tenemos de más íntimo”, “siempre hay una filosofía para la falta de valor, “la primera facultad del hombre es el olvido”, “si no tienes amor por nada esto no puede acabar bien” y “¿quién puede decir que ha tenido ocho días perfectos?”. En Menorca, los camusianos aspiran a tener por lo menos estos tres.

Mientras el público abandonaba ordenadamente el teatro se ha podido escuchar por megafonía a Françoise Hardy cantando, entre otros temas, Comment te dire adieu. Ha parecido una alusión estremecedoramente pertinente a la noticia tan camusiana de que la intérprete, aquejada de un cáncer, se plantea el suicidio asistido. “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio” (El mito de Sísifo).


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